Capítulo 5.

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“Sentimientos confusos”.

Los días fueron pasando lentamente y para ser honesta, fueron los más relajantes. No volví a cruzar ninguna palabra con Luke desde que acepté su misterioso trato. De hecho, no lo veía como era de costumbre. No es que me gustara estar viéndolo todo el día, pero su ausencia me tomó a la deriva.

Su rutina era salir a correr por las mañanas, y por las tardes se iba con alguno de sus amigos. Regresaba a horas inapropiadas, algunas veces llegaba al amanecer y nadie se veía consternado por eso. Me pregunté cuantos años tendría para que tuviera esa libertad de volver a casa a la hora que se le antojara. Debía tener veinte a lo mínimo, pero aun así, debía tener un poco de respeto y consideración a nosotros. Pero parecía que yo era la única que se mortificaba con respecto a eso ya que ni mis padres, ni Melina -que aparentemente era la responsable de Luke- se daban la molestia de llamarle la atención.

Sabía con certeza que si fuera yo la que actuaba así, papá ya estaría inscribiendome en una escuela de monjas con la finalidad de tener un comportamiento adecuado. Me parecía totalmente injusto que tuvieran preferencias con Luke sólo por el hecho de que era hombre.

El sábado por la mañana, inicié el día con una deliciosa ducha. Luego de terminar, baje felizmente por las escaleras y me dirigí a la cocina. Mi alegría se debía a la armonía de no ser molestada por el intruso. Era como si se hubiera rendido a fastidiarme, pero a pesar de la inmensa felicidad, se escondía una inseguridad detrás de ello. Sabía que tenía que seguir alerta a cualquier comentario o movimiento, a Luke lo consideraba como un felino que en cualquier momento podría atacar, tomando a su víctima desprevenida.

El desayuno, que estaba compuesto por huevos fritos, tocino, fruta y té fueron suficientes para que estuviera satisfecha. Después de todo no era una mala cocinera. Aunque debería aprender un poco más sobre cocinar, no sobreviviría a base de cereales y comidas rápidas todo el tiempo. Había que comprarse con ese adictivo juego llamado “Los Sims”, los tentempiés y pizzas no era suficiente para cubrir sus necesidades. Lo mismo pasaba en la vida real, a menos que llevaras una dieta estricta.

En ese instante, Luke llegó a la cocina y traté de no atragantarme. Diablos, sí que era atractivo apesar de que estaba vestido de manera informal. Llevaba una camiseta de tirantes blanca, shorts negros que le llegaban por debajo de las rodilla y tenis deportivos dignos de soportar carreras olímpicas. Su aspecto era lo que me ponía nerviosa. Tenía que admitir que se veía sexy sin importar que su rostro estuviera asoleado y transpirado. Me parecía una locura pensar que las gotas de sudor que caían por su frente, formaran parte de su atractivo.

Me miró de reojo, mientras tomaba un vaso de agua. Sabía que lo estaba admirando. Sonrió por encima del vaso, descubriendo la debilidad que sentía. Lo ignore lo más que pude, pero mi mirada parecía estar en mi contra porque viajaba hacia él, observando sus bíceps. Afortunadamente, salió de la cocina, permitiéndome respirar con normalidad. Tenía que acostumbrarme a verlo todos los días y esperaba poder lograrlo porque las hormonas se despertaban cuando estaba cerca.

***

Por la tarde, estaba descansando luego de haber limpiado mi cuarto. Creo que me sentí un poco avergonzada por saber que la habitación de Luke estaba más ordenada que la mía, pero ya di mis razones para volverme una adicta a la limpieza. Anormalidad era una de ellas.

Mientras estaba leyendo, me acordé que no había pedido permiso acerca de la fiesta de ésta noche. Me golpeé la frente y cerré el libro. Nada más faltaba que no me dejaran ir por no haber avisado antes.

Mis padres no se encontraban en ninguna parte, por lo que me pareció un tanto desconcertante. Generalmente, se quedaban los sábados en casa. No había señales de ellos e incluso de Melina.

The Guest || Luke Hemmings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora