Capítulo 3

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- ¡Gabriel vámonos ahora! - grita el chico, camina conmigo a su lado pero el golpe en mi espalda al parecer fue más grave de lo que pensé, me quejo y mis piernas pierden fuerza, sin embargo antes de caer él me sostiene - ¡Gabriel! - Chilla asustado.

- Vamos - sus brazos cargándome de forma nupcial me sorprende pero me dejó cargar, no tengo fuerzas, me meten en la parte trasera de un auto, el chico entra de conductor y el mayor conmigo en la parte trasera.

- ¿A donde vamos? - pregunto en un susurro que no se hubiese escuchado si el auto no se encontrará en total silencio.

- A un hospital - dice el chico, con un quejido logró sentarme.

- Quédate acostada - dice la voz ronca del hombre a mi lado.

- Gracias chicos, pero estoy bien, tengo que ir a mi casa - tocó mi labio y hago una mueca cuando veo que estoy sangrado y que lo más seguro es que quede un cardenal, llevo una mano a mi espalda baja.

- Estas loca, ese maldito te golpeó y no fue un solo golpe, puedes tener algo en la espalda, lo mejor es que te revisen - suelto un suspiro y me llevo las manos a la cabeza al sentirme mareada.

- ¿Qué ocurre? - pregunta otra vez Gabriel, niego con la mano y cierro fuertemente los ojos.

- Debo ir a mi casa, ahora - digo con voz firme.

- No seas terca, pequeño ángel, déjame llevarte a un hospital - reprocha el chico, niego y veo por la ventana que nos alejamos cada vez más en dirección contraria a mis hermanas.

- ¡Da la vuelta ahora mismo! - Grito, veo la hora y noto que mi turno debió acabar hace una hora, al parecer el tiempo se me fue y trabaje un poco de más.

- ¡Mierda, ángel! ¡No! - grita el hombre a mi lado, lo veo con enojo.

- Mis niñas están solas en casa, debo ir, ahora - ambos parecen algo sorprendidos pero eso es lo de menos en este momento - Si no das la vuelta abriré la puerta y yo misma regresare caminando - mi voz no tiembla en ningún momento, el auto se queda en silencio pero reduce la velocidad.

- Está bien, ángel, iremos por tus niñas - asiento y le doy la dirección, me recuesto y suelto un suspiro, me duele el cuerpo.

(**)

- Aquí es - señaló la pequeña casa para que estacione, ambos me ven de reojo, hago una mueca cuando intento salir, Gabriel sale rápidamente y rodea el auto para ayudarme, apenas ahora notó que no llevo el bolso encima, maldigo en voz baja y tocó la puerta con ambos hermanos a mis lados, el mayor me ayuda a sostenerme.

- ¿Quien? - pregunta la voz aguda de Lily.

- Soy yo cariño, ábreme ¿si? - le pido amablemente, la niña abre y se sorprende al ver a ambos hombres pero yo debo lucir horrible porque se cubre la boca con sus manitas antes de hacerse a un lado para dejarnos pasar, me dejan caer en el sillón y noto que Leah ve todo lo que pasa con sus grandes ojos verdes sentada en su cama.

- ¿Qué te paso? - pregunta Lily con lágrimas en los ojos, toma mi rostro entre sus manos y le dedicó una pequeña sonrisa.

- Tranquila linda, no es nada, tropecé por las escaleras del bar, sabes que no sé caminar muy bien con los tacones - acaricio su carita, ella suelta un par de lágrimas y yo las limpio con mis pulgares - Ya cariño, no pasó nada, pásame a Leah ¿sí? Parece estar apunto de llorar - ella deja un beso en mi frente y levanta a Leah para ponerla en mi regazo, beso sus mejillas y juego con sus manitas buscando su hermosa risa de bebé.

- ¿Quiénes son ellos? - pregunta después de ofrecerles agua, es una niña muy educada y atenta, a pesar de todo.

- Mucho gusto, linda, soy Diego, él es mi hermano mayor Gabriel, nosotros ayudamos a tu mami cuando vimos que caía por las escaleras - dice el chico que ayude que ahora sé, se llama Diego, le doy una sonrisa agradecida por seguirme la corriente, mi hermana ve al otro chico y se sorprende.

- ¡Tu eres mi héroe! - grita y se lanza a sus brazos, los dos parecen sorprendidos, Gabriel corresponde su abrazo con una sonrisa - También eres el héroe de Amber, estoy segura que tu la salvaste del villano - susurra pero todos logramos escucharla, me tenso, ya sabía que ella no es tonta, pero pensé que por lo menos está vez no sería tan obvia.

- Sí linda, mi hermano salvo a tu mami, pero ¿de que villano hablas? - Diego le pregunta, me levanto con Leah en mis brazos pero al notar que el cuerpo me duele demasiado como para levantar mi propio peso me vuelvo a sentar, el chico se acerca a mi con preocupación marcando su cara.

- Creo que debemos llevarla a un hospital, siempre se niega y dice que no duele, pero yo sé que sí - ambos fruncen el ceño al enterarse que no es primera vez, todo se queda en silencio unos momentos hasta que escuchamos unos fuertes golpes en la puerta.

- ¡AMBER! ¡ABRE, PEQUEÑA PUTA, TENEMOS QUÉ HABLAR! - Escucho los gritos del casero, veo un momento al piso mientras sigo escuchando los golpes y gritos y después de unos cálculos mentales me maldigo en voz baja, me pongo de pie ignorando el dolor.

- ¿Qué piensas que haces? - pregunta un muy molesto Gabriel, lo ignoro y dejo a Leah en los brazos de Lily.

- Mete las cosas en un bolso, corre, llévate a los chicos contigo, nos vemos atrás - ella asiente y con lágrimas en los ojos hace lo que le digo, Gabriel me detiene pero niego.

- ¡VOY A DERRIBAR LA MALDITA PUERTA, ABRE AHORA PERRA!

- No dejaré que vuelvan a golpearte, pequeño ángel - dice Diego al lado de su hermano, me suelto de su agarre con rapidez.

- Será peor si los ve, sigan a Lily, si ocurre algo grito, por favor - ellos asienten, Diego ayuda a mis hermanas y carga a Leah con un brazo mientras se deja guiar por Lily agarrando su manita, Gabriel, sin embargo se cruza de brazos y no se mueve, suelto un suspiro y abro la puerta.

- ¡Me debes dinero, maldita puta! - me grita enojado, hago la cara a un lado para evitar que su asqueroso aliento pegue de lleno en mi rostro.

- Te pagare - contesto firme, él suelta una carcajada sarcástica.

- ¿Cómo? ¿Me harás una mamada? - me mira de arriba a abajo y me doy cuenta que aún llevo el uniforme de mesera puta del bar - Sería una buena idea, pero si quieres pagar todo lo que me debes tienes que dejar que te haga lo que quiera por un tiempo, seguro lo disfrutas, serás mi puta personal - toma mi rostro y acerca el suyo, le doy una bofetada.

- Puedo soportar los insultos, gritos y si es necesario los golpes, pero no soy ninguna puta - lo miro con enojo, él se sorprende, pero esa sorpresa pasa a furia, aprieta una mano en torno a mi cuello y me levanta del suelo dejándome sin aire pero no tarda ni cinco segundos cuando estoy en el piso respirando con fuerza para recuperar el aire, Gabriel se encuentra encima de él golpeándolo.

- Maldita sea con los hombres que golpean a las mujeres. Malditos todos ustedes. Escorias - cada palabra era un golpe, me pongo sobre él y sin esfuerzo hago que deje de golpearlo.

- Lo matarás si sigues así, vámonos - tomó su mano y me pongo de pie, no siento tanto dolor como hace unos minutos, pero lo más probable es que sea por la adrenalina que siento en estos momentos.

- ¡Te demandare! ¡Hijo de puta! - grita la escoria desde el suelo.

- ¡Hazlo, maldito hijo de perra!


Hola ternuras, espero les haya gustado, esto es todo por hoy, pronto estaré subiendo más capítulos, gracias por su apoyo y muchos besos.


Lily y LeahWhere stories live. Discover now