XCVI.

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Colleen se encontraba extraña durante el almuerzo. Estaba callada mientras almorzaba, no exactamente lucía triste, pero estaba muy callada y pensativa. Ni siquiera estaba prestando atención a lo que le estaba hablando el ojimiel.

Era como si estuviera en otro lugar.

Algo le pasaba y Justin debía averiguar de qué se trataba. No quería que volviesen a estar distanciados. Colleen ya era parte de su vida y no quería alejarla de él otra vez. Bastante tiempo estuvo sin verla sonreír, sin escuchar su voz, sin besarla, sin su compañía... Por fin había entendido lo especial que era esa chica para él. Y aunque no quisiera intentar nada serio con él, no permitiría que se fuera de su lado.

Una vez había sido más que suficiente.

—Holli, no me estás prestando atención.

La voz de Justin la sacó de sus pensamientos y ella lo miró apenada.

—¿Qué sucede? Apenas has hablado en todo el rato que llevamos aquí.

—Lo siento mucho, estaba un poco distraída —hizo una mueca—. ¿De qué hablabas?

—¿Al menos me contarás en qué estabas pensando? —arqueó una de sus cejas—. Porque no te ves muy cómoda que digamos...

—Sólo pensaba en todos los trabajos que debo de hacer —mintió—. No me hagas caso, suelo ser muy distraída.

—Eso no es cierto —en su voz había un deje de incredulidad—, no eres así. Es la primera vez que te veo tan... pensativa.

—Pensaba en nosotros —admitió. Él la miró un tanto impresionado—. En que si esto tendrá un punto final o seguiremos en el mismo lugar...

—Todo depende ti, hermosa.

—No lo entiendes —negó con la cabeza.

—Entonces, explícamelo.

—Yo tenía mis razones para alejarme de ti. Desde un principio las tenía —lo miró a los ojos—. Jamás debí dejar pasar tanto tiempo. Fui una tonta.

—¿De qué estás hablando? —frunció el entrecejo, confuso.

—Tú y yo —se señaló a sí misma y luego a él—. Sólo debía pasar una vez. Una sola vez y me excedí.

—Nena, me estás confundiendo todavía más.

—¡Era sólo una apuesta! —exclamó al borde de un ataque de nervios.

Justin la miraba entre muy confundido y muy preocupado. ¿Qué diablos le sucedía? Esa era la pregunta que rondaba por su cabeza en esos momentos. Definitivamente no tenía idea qué estaba sucediendo, pero sabía que algo tenía que ver él en todo eso.

Lo presentía.

Y también presentía que no le iba a gustar lo que escucharía.

—¿Crees que fue una casualidad que yo te hablara? —alzó una ceja—. ¡Por supuesto que no! Todo empezó por esa apuesta.

—¿Cuál apuesta? ¿De qué apuesta me estás hablando?

Ella desvió la mirada hacia el piso y se mordió el labio inferior, no podía escupirlo así como así, pero debía decírselo ahora o nunca lo haría.

Ya no podía aguantar la culpa.

—No tengas miedo de decirme nada, Holli. Sólo dilo y ya —le dedicó una dulce sonrisa.

¿Cómo no sentirse mal? Él era muy bueno y atento con ella. Cosa que nunca esperó de un chico como él. Al principio pensaba que era un mujeriego sin sentimientos como todos los demás chicos de la universidad y se equivocó enormemente. Lo juzgó muy mal. Justin había sido lastimado en el pasado y no quería volver a pasar por lo mismo, así como ella, pero no pretendía involucrarse demasiado.

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