Capítulo 56.

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Narra Ari.

Camino hacia casa y paro por la pastelería a comprar brownies para Pablo, son su dulce favorito.

Antes de que la dependienta empiece a meter los brownies meto su regalo dentro. Le voy a decir que se me ha olvidado su regalo en el trabajo y que mañana se lo daré, que en su lugar le he traído los brownies a modo de disculpa, y cuando abra la caja encontrará su regalo. Creo que le va a gustar... O eso espero.

Llego a casa y meto la llave en la cerradura, son las nueve menos cuarto de la noche, espero que esté en casa.

Abro y me le encuentro subiendo las escaleras, yendo a la habitación de invitados. No me ve ni me oye llegar, a si que sigue su paso hasta la habitación.

Ari: ¡Cariño, ya estoy en casa! -grito desde el salón-

Pablo: ¡Amor, ya bajo! -grita desde arriba-

Baja corriendo las escaleras y me besa. Está nervioso, se le nota.

Ari: Cariño, relájate -digo con una dulce sonrisa mientras paso mi mano por su pelo- Parece que viene el rey de España -reímos- Es tu amigo y aunque sea Ricky Martin, es una persona normal, como tú y como yo. Estará todo en orden, ya verás -me da un beso-

Pablo: Me encanta tu calma, ojalá la tuviera yo -reímos- Gracias por mantenerla por mí -acaricia mi mejilla-

Ari: Y eso que yo soy el caos, siempre lo he sido -volvemos a reír-

Me acerco a por la pequeña caja con los brownies.

Ari: Mi amor... No te lo vas a creer, pero me he dejado tu regalo en el trabajo... Lo siento. Pero te he traído esto a modo de disculpa -le tiendo la caja, él la coge y me sonríe- Me di cuenta de camino a casa y ya era tarde para volver... Mañana sin falta te lo traigo.

Pablo: No te preocupes, mi vida -abre la caja- ¡Brownies, mis favoritos! -río-

Ari: Lo sé, por eso te los he traído. De verdad que siento habérmelo olvidado... -nos sentamos en el sofá-

Pablo: No pasa nada -me besa-

Los abre y nos los empezamos a comer. Al llegar a los del centro Pablo ve un sobre al fondo de la caja.

Pablo: ¿Y esto? -yo me encojo de hombros-

Ari: Ábrelo a ver que es -asiente y empieza a abrir el sobre-

Pablo: ¡No me lo creo! -grita entusiasmado- ¡Nos vamos a Santa Mónica a hacer surf! -me levanta del sofá, me coge en el aire y me da vueltas mientras me abraza- ¡Eres la mejor! ¡Te quiero, te quiero, te quiero!

Me besa sin dejarme en el suelo y yo río por su emoción, parece un niño pequeño al que le han traído el juguete que él quería por Navidad.

Ari: Sí, mi amor. Nos vamos a Venice Beach en Santa Mónica. Es la mejor playa para practicar, porque a diferencia de otras, no hay olas muy grandes y eso es lo que nos viene bien a nosotros, que no tenemos práctica.

Pablo: Sí, nos vendrá bien. Yo jamás he hecho surf -reímos- ¿Y tú?

Ari: Un par de veces, cuando era adolescente.

Pablo: Eso no lo sabía yo, eh -río- Gracias, de verdad. Eres increíble.

Le sonrío y le beso. Me abrazo a él y meto mi cabeza entre su cuello y su hombro.

Ari: Vamos, amor, que te ayudo a preparar la habitación de Ricky.

Pablo: Vale, ya está casi lista -coge mi mano y subimos arriba-

Liberas Mis Alas.Where stories live. Discover now