Capitulo 23

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Las dos embarcaciones continuaron su viaje por el enorme rió Bazion. Sus aguas cristalinas y su fauna diversa lo convertían en una de las maravillas naturales del continente. Con porciones apacibles y otras tan agresivas como una manada de lobos hambrientos. Cruzaba casi todo el continente en una demostración inigualable de belleza y poder. Sentado en la proa del bote guiado por Ulises, Dazadiel observaba muy atento la corriente. Junto a ellos viajaba una relajada Kalya quien descansaba recostada. Desde la otra nave conducida por un malhumorado Dextius, Langrid y Jennifer disfrutaban emocionados la diversidad de criaturas que habitaban las cercanías de este cuerpo de agua. A solo varios metros de distancia varias aves de coloración arco iris se zambullían en el agua en busca de peces. Con rapidez surgían posándose en unas rocas cercanas produciendo un hermoso canto. Casi sin provocar sonido un grueso reptil de piel grisácea con un hocico largo salto del agua devorando a una de ellas.

—¿Qué fue eso? —preguntó Jennifer impresionada.

—Se les llama Rogash, normalmente se calientan con el sol mañanero antes de ir a cazar—contesto serio Dextius.

—¿Se encuentra bien?

—No lo estoy, estoy seguro que este viaje fue sugerido por ese ser.

Jennifer dirigió su mirada hacia la distante orilla en donde varios de esos reptiles cuadrúpedos con largos hocicos y unas potentes colas tomaban el sol. De momento, algo golpeo el costado de la otra embarcación. Kalya miró por babor tratando de ver que los impacto. Sonrío un poco al ver como un caparazón tan largo como la barcaza, hecho de un material orgánico parecido al cristal se movía entre las aguas. Una cabeza enorme emergió del agua abriendo sus enormes ojos negros.

—Una tortuga de Crystalia—comentó Kalya sonriendo.

Al contemplarla se dio cuenta que las barcazas se encontraban rodeadas por varias de ellas de distintos tamaños. Langrid se acercó deseando verlas con mayor detalle cuando una de ellas movió sus aletas zambulléndose y empapándolo. Langrid se quedó mirando al animal con seriedad bajo las risas de casi todos menos las del caído y Dextius.

—Si eso les impresiona miren eso—sugirió Ulises.

Delante de ellos una impresionante escena aparecía. Las embarcaciones se acercaron al tramo en donde el rió Bazion pasaba entre la enorme y imponente cordillera de Saanius. El monte Kalegor era la de mayor tamaño sobrepasando las nubes. Un hermoso bosque lleno de vida descansaba en la falda de ella en ambos lados del rió. Todos los presentes de alguna forma u otra habían escuchado de esta montaña incluso de la leyenda que la rodeaba.

—¿Esa enorme silueta es el monte Kalegor?—preguntó Jennifer.

He escuchado la leyenda del dragón que descansa en ella—cometo Langrid.

Al acercarse las embarcaciones una a la otra Dazadiel escuchó el comentario de Langrid lo que hizo que cruzara sus brazos.

—Primero, fue encerrado en ella y segundo no es un dragón normal—corrigió Dazadiel—. Es el dios de su especie, un verdadero titán de la antigua era.

Las embarcaciones comenzaron a entrar entren el pasaje que daba paso directo entre la cordillera. Las naves se sacudían un poco mientras que las aguas se agitaban por el aumento en la corriente. Jennifer empezaba a extrañar los movimientos bruscos del Grundam que dejaron en Casliah al decidir viajar con menos peso. En esos momentos le parecieron tiernos en comparación con los que producía el navío. Las barcazas se movieron con mayor calma al entrar en un espacio ancho en donde el grupo pudo advertir la presencia de los apacibles habitantes de esa región.

—Increíble una manada de Entioks —dijo Kalya emocionada—. Son enormes.

Con un caminar cuadrúpedo, de un considerable tamaño, cabezas gruesas, orejas redondas y una piel verde clara, una manada de estas criaturas se alimentaba con tranquilidad. Al percatarse de su presencia el macho dominante se levantó en sus patas traseras vigilando con precaución a estos extraños. Sus extremidades delanteras eran del doble del tamaño que las traseras, con unas enormes manos de cuatro dedos sin garras que les permitían atrapar con gran facilidad peces de considerable tamaño. Las hembras reconocibles por su menor tamaño y piel más clara escondían a sus crías al verlos pasar.

Las Reliquias Del Antiguo: El Resurgir De Los CaídosWhere stories live. Discover now