Capítulo 1

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Corría con mi bicicleta cuesta abajo, cargada de bolsas no muy pesadas para mi vecina Bernarda. Ella era una mujer ya muy vieja y entrada en edad que apenas podía valerse por sí misma.
Siempre digo que quiero ayudarla, pero en realidad se me hace bastante cuesta arriba pues hay algunas cosas que me resultan algo complicadas de hacer, por ejemplo esta.
Era natural que algo no iba a salir bien, y eso fue lo que pasó. Alguien pasaba por la calle y no me dio tiempo de frenar ya que las cuestas hacia abajo nunca se me dieron bien y...
¡Boom!
Choqué con aquel chico.

-¿Estás bien? -me preguntó.

Pude detectar algo de preocupación en su voz.

Él me ayudó a levantar la bicicleta de encima mío.

-Estoy bien, pero es a ti quien he atropellado, lo siento, ¿estás bien? -dije, mirando mis nuevas heridas.

-¡No! Qué va, conseguiste frenar antes de tocarme, pero la inercia fue la que te hizo caer -explicó mientras recogía las bolsas que se habían caído-. Además -añadió-, el haber llevado estas bolsas en el manillar también ayudó a tu caída.

Torcí el gesto.
Eso era cierto, pero no pensé en un inconveniente como este.

-Gracias -dije mientras aquel chico me ayudaba a levantar.

-Soy Tim -se presentó.

-Yo soy Sarah, encantada -me presenté.

-Si lo prefieres, podría ayudarte con esto -sugirió mientras mostraba las bolsas, haciéndome entender a qué se refería.

No podía negarme, realmente necesitaba ayuda con esto, y si él se ofrecía a ayudar supongo que no habría problema.

-Está bien -asentí-, muchas gracias.

Le indiqué la ubicación de la casa de la señora Bernarda y ambos fuimos caminando hasta allí. Esta vez, no montaba en bici pues temía que volviese a pasar lo mismo.

-Entonces esa tal señora Bernarda debe ser mi vecina -comentó.

-¡Es imposible! Ella es mi vecina -dije.

Él pareció estar meditando sobre algo.

-Quizás debas saber que hoy es mi primer día en este pueblo -dijo.

Abrí mis ojos, con sorpresa.
¡Entonces él debía ser mi nuevo vecino! Es decir, la señora Bernarda vivía en la casa de la derecha, pero en la casa de la izquierda no vivía nadie. Supuse que él viviría allí.

-Creo que entonces somos vecinos -comenté alegre.

Por fin llegamos a la casa de la señora Bernarda y toqué a su puerta. Se escuchó un «ya abro» y esperé impaciente; siempre se tomaba su tiempo para abrir la puerta.
Tim y yo nos miramos al mismo tiempo y yo giré la cabeza avergonzada. No entiendo por qué.
Entonces, aquella mujer abrió la puerta.

-¡Al fin llegas, Sarah! -exclamó sonriente. Miró a mi compañero y añadió: -¿y quién es él?

-Aquí le traigo lo que usted me pidió, Bernarda -dije, entregándole las bolsas.

-¡Ay, muchas gracias niña! -exclamó.

-Bueno, nos vamos ya, señora, que tenga una buena tarde -me despedí.

-Adiós, señora Bernarda -se despidió Tim y pude ver como la pobre mujer le miró con cara de pocos amigos. ¿Qué le ocurría? ¿Le conocía, por casualidad?

Dejé de darle importancia y miré a Tim.

-Quisiera agradecerte por llevarme las bolsas -empecé a decir-. Así que... ¿qué te parece si entramos a mi casa y te invito a algo de beber? -propuse.

Él sonrió con timidez.

-Lo siento, Sarah. Como comprenderás, estoy muy liado con la mudanza -se excusó Tim.

-Oh, no hay problema -dije decepcionada.

-Tal vez quedemos otro día, y te invito a tomar lo que quieras en mi casa -propuso alegre.

Asentí con una sonrisa.

Ambos nos despedimos y miré el reloj.

Eran las seis de la tarde y estaba súper aburrida.
¿Qué podía hacer una chica de dieciocho años en pleno verano y sola en un casa a las seis de la tarde?
Salir o hacer una fiesta...
Pero descarté hacer una fiesta.
Y si salgo... ¿dónde voy? Me recorrí el pueblo completo el primer día que vine, hace ya dos meses, y todo parece bastante aburrido. Ahora que todos están de vacaciones o en la playa, no hay mucho movimiento por aquí, y para colmo mis amigos viven lejos.

Me tumbé en mi sofá y suspiré.

Puse el aire acondicionado y decidí darme una cabezadita.

La cabezadita resultó durar cuatro horas, así que me levanté asustada.
Debía hacer la cena en cuanto antes.

...

Una vez terminé de cenar, me puse la ropa de hacer deporte y me dispuse a correr por los alrededores.

Me gustaba hacer deporte por las noches ya que las tardes y las mañanas son realmente calurosas en este pueblo. No era la única que hacia deporte a estas horas, pero hoy parecía que a nadie le apeteció quemar grasas.

Mientras corría, me percaté de un cartel que había pegado en la pared de anuncios.
Parece ser que había gente igual que yo, que se aburría estos días de verano sola, y han propuesto hacer una fiesta de máscaras y disfraces.
Lo cierto era que no me gustaba mucho ese tipo de cosas, pero teniendo un horario tan aburrido, tal vez vaya y conozca a alguien igual de aburrido que yo al que le apetezca salir estos días que todo el mundo está de viaje.
Memoricé la fecha del día el cual sería, al igual que la hora, y decidí seguir con mi footing.

...

Al fin tocaba relajarse, así que me di una ducha y, tras acabar, subí a mi habitación.
Estaba colocándome el pijama cuando escuché voces provenientes de fuera.
Me asomé a la ventana pues no era normal que a la una de la noche hubiese alguien por estos barrios y tengo bastante miedo ya que una vez robaron por aquí.
Me sorprendí al ver que se trataban de amigos de mi nuevo vecino.
No podía ver con claridad la cara de éstos, pero eran bastantes.
Era una pena que no hubiese al menos una farola por el barrio.
El ayuntamiento no quiere gastar demasiado dinero por esta zona ya que no hay mucha gente viviendo por aquí. Según ellos, porque el bosque que hay a nuestras espaldas está «maldito», pero yo tengo mi cabeza entre los hombros y sé que todo eso son tonterías. A mi, por ejemplo, no me ha pasado nada en estos dos meses; y a la señora Bernarda nunca le ha pasado algo extraño, supongo. Al menos, ella sigue aquí y nunca ha tenido intención en marcharse desde hace cuarenta años.

Sea como sea, en realidad elegí este lugar porque es donde las casas están más baratas.

Después de un cuarto de hora, las voces se callaron y pude ver cómo todos ellos se iban.
Aunque me pareció algo extraño el recibir amigos a esa hora de la noche y sin que hayan entrado a casa de Tim, no le di demasiadas vueltas pues tenía sueño. Con tan sólo tumbarme en la cama, me quedé dormida al instante.

El Chico Enmascarado [Masky]Where stories live. Discover now