VIII. Odiar.

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Fue complicado conciliar el sueño la primer noche, quizás dormí cinco horas si tuve suerte.

A las nueve y punto, abrí mis ojos para volver a mi pesadilla, no había soñado nada. Vlad Tepes existía, los vampiros existían y yo estaba siendo ingresada a éste mundo. Me levanté y examiné la habitación para encontrar una hoja en la mesita de noche.

La caligrafía era de letras delgadas, alargadas e inclinadas, la tinta era azul y tenía una firma.

¿Quién más?

Claramente decía: "Drácula".

"Puedes utilizar cualquier ropa, zapato y maquillaje que desees. A las once, deberías estar lista y bajando a la primer planta."

Arrugué la hoja y la tiré a alguna parte del piso.

Mi molestia se opacó con mi asombro al abrir el armario. Podías entrar en él y me pregunté cuantas remoledaciones tendría este castillo; contaba con la tecnología suficiente para que las luces se prendieran solas.

Los vestidos si que eran muy llamativos, en el sentido que no sería normal ver a alguien vestido así sólo para andar en casa, pero era ropa totalmente linda.

Hasta que uno llamó totalmente mi atención.

No era tan extravagante. Era de un blanco perla, manga 3/4, la falda era muy larga, corte princesa, el escote corazón y se sentía tan suave. Un sueño, acaricie el escote y una sonrisa involuntaria se formó en mis labios

Lo admire, sentía que era el vestido más lindo del mundo y que me pertenecía. Como sí... nadie tuviera derecho de utilizarlo más que yo.

El enojo y la impotencia desaparecieron; sustituida por la nostalgia y felicidad, pero seguía sintiéndome... ajena. Era complicado, podía estar tan feliz y a la vez tan desdichada.

- El día del compromiso. - Me sobresalte al escuchar su voz. - Mina Marks y Vlad Tepes.

Dejé de tocar la prenda para girar y encontrarme con Gwen; ella no sonreía y sus ojos estaban en el vestido.

- Gracias por decirme, no era necesario. - Sonreí sarcástica, ella me miró unos segundos y luego devolvió su atención al vestido, sonriendo un poco.

Ella asintió con la cabeza confundiendome, no sabía a que afirmó.

- Eres Katie nada más. - Murmuró. - Eres Katie Campbell. Una chica que terminará siendo la obsesión de Vlad. - Su tono era de derrota, de tristeza, sin embargo, seguía teniendo esa sonrisa casi fantasmal. Sólo me confundía, ella lo notó al verme y soltó una risa, sin gracia mas que nada de nerviosismo. - Te tengo lástima... - Susurró. - Pero no es tu culpa ser quién eres, ser... la reencarnación de Irina. Y estás tan metida aquí, en éste mundo sin saber ni la mitad de la mierda que vivirás, y todo por... ser tú. - Sus ojos se hicieron más oscuros. - Alma gemela de Vlad. Debería amarte y... te odia.

- ¡No me interesa su amor o devoción! ¡Quiero irme! - Grité sintiendo rabia, una más grande que saber que estaba encerrada. Era tanto sentimiento contenido, tanta impotencia. - ¡Cállate! ¡Largo! ¡Largo! - Grité repitiendo palabras, empuje a Gwen de la habitación. Más que nada ella salió por su cuenta.

Cerré la puerta con fuerza, avente al suelo el vestido que había casi idolatrado y terminé sentada en el suelo. Con lágrimas que dejé de contener, arruinando mi "fuerte" y dejando salir los sollozos. Estaba harta.

Era una voz, la escuchaba... Eran recuerdos, eran sueños y confundían mi mente... Mi familia no sabe donde estoy, encerrada en este castillo. Si tan sólo supiera a que me estoy enfrentando, nadie me decía nada... ¿Los vampiros? ¿Qué quería realmente hacer?

Me encontraba sola, nadie me ayudaría. Y empezaba a pensar que moriríaaquí. Siendo un saco de sangre.

Recordé la vez que encontré a Alek. Me advirtió. En ese momento lo tomé como loco, y era una advertencia. Una que ignore y lo lamentaría siempre. Ese collar... si estaba maldito en mis manos.

- Eres un desastre.

Las lágrimas cesaron, mis sollozos se callaron y la rabia aumentó. No subí la mirada, mi cabeza seguía metida entre mis piernas y los ojos los cerré con fuerza.

Ese maldito monstruo.

- Katie. Levantate. - Era una orden que no planeaba acatar. Era un ser asqueroso, lo odiaba, lo odiaba. - Te he pasado tantas, ¡Levantate! - Su voz era dura, jaló mi brazo izquierdo y terminé siendo levantada contra mi voluntad.

Sus ojos, nuevamente azules intensos mirándome, una mirada fría y calculadora que me hizo sonreír al saber que yo lo puse de mal humor.

- ¿Qué quiere su alteza? - Pregunté haciendo una doble reverencia. Burlándome, haciéndolo irritar. Molestarlo. Llenarlo de ira, de la misma manera que me sentía, sabiendo que no podía lastimarme. - ¿Nuevamente necesita alimentarse? El banco de sangre cerró, vuelva luego. - Murmuré sonriendo un poco más. El sarcasmo y la burla se notaba, sus facciones se tensaron y fruncio el ceño.

- No seas una niña. - Mascullo. - Vístete, se acabó esos tratos buenos. Estás en perfecto estado, haz dormido lo suficiente y tenemos que hacer muchas cosas. - Dijo levantando el vestido. Sus ojos sólo lo miraron; por un segundo, sólo uno, pensé ver dolor, y luego arrojó el vestido. - Ni se te ocurra colocarte ese vestido. Ninguno que sea... antiguo. - Murmuró con una voz... oscura.

- Me pondré lo que quiera. - Me crucé de brazos. - No puedo salir, que importa lo que use.

- Si te llegas a poner un vestido así... tu hermano lo pagará. - Amenazó. Luego sonrió al ver mi ira, que seguro que se reflejaba en mi rostro. - Oh Katie, sé mucho sobre ti. Saldremos. Eres mi propiedad.

Entrecerre los ojos.

- Prefiero morir antes de ser... tratada como propiedad y más tuya. Te odio Vlad Tepes. - Masculle, con tanta ira que sentí que las palabras se me atragantarían. - Y siempre será así. Sólo puedo sentir asco y odio, ¡Por ti! ¿Y sabes? Mina también lo haría, te aborrecería, Irina igual... ¡Eres un monstruo!

Al momento, estaba pegada a una pared. Por la rapidez y la fuerza me golpee la cabeza, sintiendo dolor e impotencia.

Entre Drácula y la pared.

- No las menciones. - Masculló haciendo erizar mi piel, su voz... ronca, siniestra, prometiendo un castigo si no obedecía. - Jamás. Ellas eran lo mejor. Ellas no serían como tú, mira... tocarme una estúpida humana. - Susurró con burla, cerca de mi oído derecho.

- Si hubieras salvado a Mina o a Irina, no estaría aquí. No serías un... jodido secuestrador. - Susurré, de inmediato sentí dolor en mis brazos, los sujetaba con tanta fuerza que supe que tendría moretones. - Y te duele. Por que... murieron. No las cuidaste. Y jamás tendrás un amor, ¡Por que vives por mí! ¡Y yo te odio, Drácula!

Nuevamente me tomó del cuello, apretandole con aún más fuerza que anteriormente, era lo mismo que la primera vez que entraba al castillo; me axfisio. Sus ojos helados me miraban con odio, repulsión.

Sentí algunas lágrimas deslizandose por mis mejillas mientras trataba de respirar sin éxito, cerré los ojos sintiendo la sensación más horrible de mi vida; ser negada al aire. Traté de hablar, patalee e hice esfuerzos por alejarme de él.

Lo orille a que me asfixiara, sentí más impotencia; podría quedar aquí, dejar a Liam, a mis padres, mi vida...

Cerré los ojos dejándome ir, ya no podía seguir, me dolía la cabeza, los pulmones y el cuello. Y al final... no veía nada.

Oscuridad.

- Drá-Drácu-la...














El vídeo NO ES MÍO. No me he tomado el tiempo de hacer un booktrailer pero en un futuro lo haré.

Créditos a la creadora del vídeo, me encantó y sólo lo compartí por que muestra a los protagonistas (que yo elegí y me imagino).

Keish🍭.

La Mujer de Drácula #1Where stories live. Discover now