49; FINAL.

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Recomiendo ver el capitulo con la canción.

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..

Las sorpresas jamas me gustaron, ni mucho menos esas sorpresas que no te agradan para nada.

Lo que mi tía me contó, no fue nada agradable. Camine apresuradamente a la parada de autobuses, en poco tiempo llego y subí en el y espere que llegara a mi destino.

Recordé, el primer día que había conocido a Ken, que no pude con mi nerviosismo y terminé preguntándole por la canción, lástima que no me dijo. El día que arrumbó el viejo morboso que se puso a lado mio, el día que me morí de celos por su hermana, dios. Que estúpida solía ser.

Llegue, camine a paso lento a las puertas, no quería llegar, pero a la vez, si. Tenia muchas preguntas, quería que me las contestará todas, que me dijera porque no me dijo lo que estaba pasando y las causas de su comportamiento. Quería llorar, demonios...no se sentía muy bien tener ese nudo en la garganta, se sentía como la mierda.

Pedí el nombre de la habitación, me dijeron y me fui directamente a su habitación.

Cuando llegue... Vi a su hermana, que al momento de verme, bajo la cabeza. Camine hacia ella.

— Tu tía ya te lo dijo, ¿cierto? — asiento con la cabeza sin saber que decir— Lo siento, el me dijo que no te dijera.

—No te preocupes...¿donde esta? —gira su cabeza y apunta la habitación que tiene la puerta entreabierta.

Sin decir más, entro y cierro.

Es cuando lo veo, su cuerpo conectado a varios cables, su cabeza reposando en la blanca almohada, sus manos y rostro pálido, me acerco lentamente hacia el sin hacer ruido, temiendo despertarlo.

Me siento en una silla que esta a su lado, me siento y tomo su fría mano, me da tanta rabia verlo así.

— Eres un hijo de puta, ¿por que no me dijiste? —digo, sin poder contener las lágrimas. El no me oye, no responde.

— M–e visitas...¿y eso me dices? —me sobresalto al oírle hablar.

— Te lo mereces...— miro sus oscuras ojeras — ¿Como te sientes?

—En unas hora más estaré mejor. —no, no.

— No digas eso, por favor. —lloriqueo— ¿Por qué?

—¿ Por que?, ¿que?  —pregunta.

— ¿Porque no me dijiste? Pude ayudarte...—me sorbo la nariz.

— No quería hacerte daño, no, allyson no me puedes ayudar. —acaricia mi mano de arriba a abajo.

—Que s–i.

—No, no puedes ayudar a un persona con cáncer. —al oírlo lloro más, que esto sea una broma, por favor.

— Hay cura, y–o lo se.

—Es muy cara, no hay dinero para pagarlo.

—Y–o puedo juntarlo...

—No, ya no queda tiempo... No quería que lo supieras así, perdón.

— ¿Por eso fue tu actitud hacia mi?

El asiente —18—dice de pronto.

—¿Que?

—Así se llama la canción...

—One direction... —Sonreí.

El asiente— Cuando trabajabas conmigo, la gente se empezó a enterar que tenía cáncer, no quería que te enterarás así que hice lo posible para que te despidieran. Mi actitud de tu hermano fue que me mandaron un mensaje que ya necesitaba mi tratamiento, no pude quedarme más tiempo. Mi mal humor era también por eso, faltaba porque sabía que ya era hora, hace tres meses me dijeron que mi cáncer ya no tenía solución. Hoy...es mi cita. Te juro que no quise lastimarte de esta manera, trate hacer que me odiarás para que no me extrañaras tanto, pero no se como lo supiste. No quiero que llores, por favor.—lágrimas salían sin compasión, el lloraba también, no podía.

—Cambiaste mi vida, Ken, no dejaré que tu también me abandones.

—No te abandonaré, siempre estaré contigo.

—Mentira...me abandonarás como todos.

—Te quiero, no lo olvides nunca. —la máquina empezó a sonar emitiendo un sonido extraño.

—¿Ken?...¿que pasa?, ¿que es ese sonido? —pregunto asustada, el pitido empezaba a ser molesto y irritante.

— N–o puedo respirar...—dice jadeando.

Grito, grito angustiada, no se que hacer. — ¡Kiara!, ¡doctores!, ¡alguien por favor!

[...]

Murió. De un paro cardiaco, muerte exacta, doce con treinta cinco minutos.
Gritos de desesperación, dolor, mucho dolor, llenó toda la sala, me fui de ahí después de eso, no tenía más que hacer ahí.

Recuerdo que esa noche no paré de llorar, no dormí, ni comí ni me bañe.

Fue cuando llegó el día del entierro.
No me preocupe de mi vestimenta, miraba desde lejos como sus familiares les lloraba mientras el ataúd bajaba lentamente. Detrás de un árbol yo me encontraba, no quería acercarme ahí hasta que se fueron todos.

Camine a paso lento, hasta que llegue a la lápida.

Ken William Dikens. Amado hermano, sobrino, hijo. Vives en nuestros corazones.

Lloré aún más, se me fue...mi primer amor. Deje unas rosas azules, después de un rato, me retire.

Dentro de unos días me iba a Washington D.C, a estudiar la universidad. Mi tía me rogaba que no me fuera, era tarde, ya había tomado la decisión.

Hoy era el día que me iba, el día que deja todos esos recuerdos que me hicieron daño, era el momento de avanzar, de rehacer mi vida. No iba a caer, ya no más.

Tome la maleta, y camine hacia el avión, entregue el pasaporte y me dejaron entrar.

Adiós padres.
Adiós tía.
Adiós, hermanito.
Adiós, mi chico del autobús.

[...]

Sentí como daban pequeños movimientos en mi hombro, abrí los ojos.

Un chico, piel blanca, pelirrojo y sus ojos grises, me miraba sonriendo.

—Hola, disculpa por despertarte pero estaba recargada en mi a ciento.—dice y en lo cierto, mi codo está ahí, lo miro apenada y me acomodo.

—Perdón. —el se sienta y me mira. —¿Cómo te llamas?

— Allyson.

—Jake. —estiró su mano y la estreche.

Me sonrió.

Le sonreí.



El Chico Del Autobús [#01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora