CAPÍTULO 33

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El día en el instituto pasó más lento de lo que esperaba. Y es que a cada rato revisaba su celular para ver la hora. Además le había escrito a Ross para contarle que no le había ido muy bien, pero el fantasma no respondía sus mensajes. Eso la tenía ansiosa.

Vio a Sabrina en el recreo. Pero tan pronto como la visualizó se escabulló por los pasillos y se fue a encerrar a la biblioteca. Allí al menos no habían demasiados estudiantes y se evitaba por lo mismo cualquier intento de socialización. Le daba vergüenza no aceptarle aún la solicitud de amistad. Y es que no sabía si el demonio había hecho posesión de su cuerpo una vez más, o era la Sabrina real. Se ahorraba inconvenientes simplemente ignorándola. Ya se sentía lo suficiente rara como para soportar más conversaciones incómodas. Elena había completado su dosis diaria con creces. Es más, aún seguía alterada.

Cuando tuvo la última clase fue de las primeras en salir cuando sonó el timbre. Quería llegar a su casa cuanto antes, el fantasma no se había pronunciado en todas esas horas, y eso era extraño teniendo en cuenta que esa misma mañana se había ofrecido a acompañarla a hablar con su tía, pero ella fue la que no quiso.

Salió del instituto a paso raudo y seguro. Un punto a favor de Soulville era que vivía cerca de donde estudiaba, y podía ir y venir con total facilidad sin necesidad de tomar locomoción. Aunque, sin embargo, dado a su historial de padres sobre protectores, no le había tocado vivir la experiencia de ir y venir completamente sola al instituto. Robert se ofrecía a llevarla casi todas las mañanas porque le quedaba de paso, y hacía frío.

Caminó a prisa y en tan solo quince minutos se halló abriendo la puerta de su casa. Lorena estaba sentada en el sofá con un gran plato de ensalada entre sus piernas. Eso le dio risa. Pues, desde que se había enterado que estaba embarazada, se había propuesto comer más saludable aunque a la hora del té no faltaran las galletas.

—Hola mamá —saludó Leah, descolgando de sus hombros la mochila y posterior a eso se sacó el abrigo.

—Hola hija, ¿qué tal estuvo tu día?

—Bien, sin novedad —barrió con la vista el lugar y le llamó la atención que Ross no estuviera, él siempre rondaba a los habitantes de la casa en busca de compañía, porque odiaba sentirse solo, aunque no lo admitiera libremente—. Tengo mucha tarea, así que la haré enseguida y me encerraré en la habitación.

—Pero antes come algo. Hice pizza vegetariana, quedó buenísima.

Ante el rugir de su estómago no opuso resistencia.

—Me cambio de ropa y bajo a comer.

A Lorena no se le hizo rara esa decisión, así que se dirigió con calma a la cocina y sacó del horno la pizza que aún seguía tibia. La elección de esa cena había sido propuesta por Robert. Puesto que en la oficina acordaron almorzar consomé y eso no lo había saciado en lo más mínimo.

Cuando Leah llegó al segundo piso notó enseguida el cambio de temperatura. Y cuando abrió la puerta de su habitación, corroboró de buena gana que el culpable de dicha falta de calor se encontraba jugando con el celular, sentado en el suelo con la espalda apoyada en su cama.

—Hey, Leah. ¿Cómo te fue? —Dejó de jugar y le puso completa atención, la estaba esperando.

La joven médium cerró la puerta tras de sí y caminó con dramatismo hasta su cama, para botarse sin decoro sobre el colchón.

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⏰ Last updated: Apr 21 ⏰

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El destino del fantasmaWhere stories live. Discover now