Comienzo

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-¿Y bien? ¿Cuándo empiezo?- preguntó la castaña entusiasmada, cuando finalmente Candelaria se fue del departamento de Ruggero.

-En este mismo instante- dijo, acuclillándose de nuevo en el amarillento sofá desgastado.- Vamos, acércate y observa- apuntó hacia la televisión, volviendo a la película romántica que hace minutos estaba tan concentrado observándola detenidamente.- Dime, ¿cuál es la trama principal?

Karol miró la televisión unos minutos, y rápidamente recordó la película porque ya la había visto con Valentina (su hermana), obligatoriamente. Trató de organizar las palabras para poder dar la mejor impresión a su nuevo tutor.

-No hagas eso- interrumpió el semi-castaño los pensamientos de Karol sin inmutarse.- No pienses en las palabras, en cuál suena mejor o peor, sólo dilas sin buscar mejores sinónimos, como decir "famélico" en lugar de "hambriento"; sé espontánea y en todo momento dime lo que piensas con total confianza. Así es más fácil; ya después, plasmándolas en el papel, puedes mejorar tus pensamientos con palabras mejores.

La castaña asintió asombrada. Se sentía como Wastson admirando las elocuentes deducciones de su propio Sherlock Holmes, y soltó todo lo que dijo sin pausas.

-Bueno, la trama básicamente es que se conocen en verano y la madre de la chica...

-No, no, no- sacudió la cabeza lentamente.- Primero: Recuerdos, el esposo anciano cuenta su historia de amor para que su esposa recobre la memoria. Punto. Lo demás es relleno.

-Oh, entiendo- dijo, sintiéndose una completa ignorante al lado de él.

-Como sea, ya he trabajado demasiado antes de que ustedes vinieran, ¿quieres un café?- se paró de su asiento y se dirigió a la pequeña cocina que estaba a sólo unos cuantos pasos de la sala.

-Sí, por favor- Karol comenzó a mirar toda la sala: había películas por todas partes y montañas monumentales de libros, junto con varias envolturas de dulces y botellas vacías y semi-vacías de refresco. Por un momento pensó en limpiar el desorden de la habitación, pero sólo se quedó ahí, sentada en el sillón, mirando las últimas escenas de la película y tratar de relatar mentalmente todo lo que su tutor le había dicho. 

Cuando Ruggero volvió con dos tazas de café, una en cada mano, Karol se levantó y tomó la de ella. Le dio un sorbo e inmediatamente hizo un gesto de desagrado. Ruggero rió por lo bajo.

-Debí suponerlo, lo siento- dijo- esta es mi receta para el café perfecto, pero no le digas a Candelaria, que después tratará de  copiar mi receta secreta: 2 cucharadas de café, 10 cucharadas de azúcar.

-¡Por Dios! Morirás de diabetes- exclamó la menor, asustada.

-¿Acaso importa?- se encogió de hombros, desviando la mirada.

-Claro que sí, usted es la causa por la cual estudié literatura- le contestó, esbozando una tímida sonrisa. Elle se sentó, soltando un suspiro prolongado.

-Puedes tutearme, me jode que me llamen "usted".

Light abrió los ojos como platos al escuchar "jode" de parte de un escritor tan pulcro en sus letras plasmadas en los mejores libros que él había leído.

-De acuerdo, pero no creí que ust...-Ruggero la fulminó con la mirada, Karol tragó grueso-... tú, resultaras tan fatalista.

El semi-castaño dio un sorbo a su café, sin decir más.-¿Y bien? ¿Acaso tú también no deberías decirme lo que piensas con suma confianza?- le espetó la castañita, alzando una ceja y sonriendo a medias mientras se cruzaba de piernas y le daba un sorbo a su desagradablemente dulce café.

Ruggero sonrió, y la miró directo a los ojos.

-Señorita Sevilla, la tragedia y el drama son mis géneros literarios favoritos, sin omitir el misterio. Me encanta el romance que termina mal- explicó, usando un acento italiano que hizo reír a la castaña.

-¿Puedo saber la razón, Ruggero Pasquarelli?- Ruggero sintió una punzada en el pecho al escuchar su nombre completo. La última persona que lo llamó así yacía inerte varios metros bajo el suelo (Candelaria sólo decía su nombre completo al presentarlo y eso no le afectaba). Pero se mostró impávido y siguió el rumbo de la conversación sin inmutarse, porque, por muy extraño que parezca, no le molestó escuchar su nombre en la voz de Karol.

-Porque soy fatalista- se limitó a decir y a sonreírle con picardía.

...

Las horas pasaron y ambos hablaron sobre todo lo que se podía hablar. Karol miró la hora en el reloj que colgaba en la pared de la sala: 11:58pm.

-Creo que debería irme- dijo, mostrando un ápice de tristeza al tener que despedirse de él.

-Créeme que si fuera alguien malo te diría que no, como excusa de que tenemos trabajo pendiente para que no te vayas, pero soy una buena persona y lo único que te diré es: Mañana a las ocho en punto- dijo, guiñándole el ojo y sonriéndole a medias. Karol se sonrojó y se preguntó cómo es que todos sus asistentes renuncien a él, si no parece nada malo.

-De acuerdo, Ruggerito- sonrió.

Se dirigió hacia la puerta, la abrió, un último cruce de miradas antes de irse y cerró la puerta. No cabía duda alguna de que había una conexión entre ellos dos que los juntaba inconscientemente. Karol sonrió de oreja a oreja y se dispuso a irse, hasta que escuchó la puerta de nuevo abrirse, volteó y miró a Ruggero acercándosele.

-Había olvidado pedirte tu número telefónico- dijo, mirándola de nuevo a los ojos y haciendo que se perdiera en ese abismo negro donde, una vez que lo mirabas, ya no había salida.

-¿M-mí teléfono?- exclamó, roja como un tomate.

-N-no pienses mal- aclaró de inmediato, con un leve rubor en sus blancas mejillas.- Es por si ocurre alguna emergencia.

-Oh... Entiendo- Karol se dispuso a darle su número al impaciente ojinegro que, usando la tonta excusa del trabajo para tener su número, por fin lo consiguió. Le sonrió afable y con un simple "gracias", se despidió. Karol sonrió y se fue directo a su casa, pensando que en cualquier momento podría llamarle, e impaciente porque la noche parecía ir muy lenta para él.

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Ruggero se sentó en la cama, mirando las fotografías que tenía pegadas a la pared con cinta adhesiva y soltó un largo suspiro: Fotos viejas de él y su hermano juntos, sonriendo, jugando consus legos, peleándose, riéndose, él estudiando en la biblioteca y su hermano comiendo mermelada a escondidas. Ruggero sonrió, tomó una fotografía y fingió darle un coscorrón a su hermano.

-Mañana se cumplen quince años, pequeño cabrón, quince años desde que me dejaste solo. Pero no te preocupes, Agustin, aun así estás perdonado, cabroncillo.






Ohhhh~ Agustin está muerto en esta historia 0-0 

 No me maten pls(?)

-Neru

"Shh..Es un secreto" |Ruggarol|Where stories live. Discover now