Parte 8: Phoebe

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Pov Christian

Muchas cosas pasaban en este momento por mi cabeza. Muchas preguntas, demasiadas para mi gusto. ¿Kate estaba involucrada? ¿A quién enviaba paquetes? ¿Por qué no teníamos un sospechoso que estuviera vivo? Era claro el mensaje, las cartas debían ser entregadas para que Ana tuviera algo en que pensar mientras ocurriera otra cosa, pero no tenía ni un atisbo de lo que pudiera ser. Sin dudas era un plan muy elaborado, la cuestión era ¿Para qué? No nos pedían dinero, como en casi toda la correspondencia que era filtrada.

Taylor pensaba que en la casa del maldito infiltrado estaban las pistas que nos faltaban y la carta perdida, y sin dudas me moría de ganas de estar en el equipo que revisara lo que sea que tuviera ese bastardo, pero no me dejaban ir, ni mi esposa ni mi guardaespaldas.

- Christian cuando te hablaron por teléfono ayer... ¿Triangularon la llamada?- preguntó Ana muy concentrada.

- Lo había olvidado... le diré a Taylor para que lo tenga en cuenta.- ella asintió y al verla tan preocupada, tire de ella para que reposara en mis brazos.

- ¿Y si fue Kate? Temo que a Ted le pase algo y ella... ya sé que no somos las mejores amigas, pero la conozco demasiado Christian, no sé qué pensar con esto.- dijo en voz baja y con sus bellos ojos perdidos en algún punto del paisaje que mostraba la ventana. -¿Cómo se lo diremos a Elliot?- 

- Lo averiguaremos, pero antes que eso, tenemos que actuar como si no supiéramos lo de ella, algo no huele bien con esa información y hasta no estar seguros no podemos actuar. ¿De acuerdo? Seguiremos fuertes y juntos y no volveremos a ocultar nada para no entorpecer la investigación. ¿Ok?- dije rogando que aceptara y no tratara de actuar por su cuenta. No quería que se exponga, pero sabía que por ser cabezota no querría estar afuera y lo mejor era tenerla de mi lado y siendo parte activa de este proceso.

Teníamos el puntapié inicial de lo que fue un largo proceso de recopilación de información y el proceso de leer y eliminar los datos inútiles, mientras que rescatábamos lo realmente importante. Ana me ayudaba todas las noches sin falta antes de caer rendidos, era buena en lo de leer con rapidez y eliminar información, mientras yo trataba de encontrar conexiones en todos los datos que nos quedaban. Un envío, una carta, una llamada, buscábamos la mas mínima cosa que alterara el orden de todo. Investigamos por meses a Elena, pero sin resultados relevantes más que su dirección y su rutina diaria. Parecíamos el puto FBI, aunque por la gente con la que trabajábamos, podría decirse que lo éramos.

En mi cabeza una alarma sonaba, algo estaba por suceder en cualquier momento y esperaba que me sucediera a mí y no a mis razones de vida, ahora no solo había que pensar en Ted, sino que también en el pequeño Bip que estaba creciendo cada vez más en el vientre de Ana. 

No había leído las cartas, no estaba seguro de como reaccionaría cuando lo hiciera, pero no planeaba que sea en un futuro cercano, había suficiente mierda alrededor.

Recuerdo que después de asegurar la casa por un mes y vivir en el Escala, volvimos con la promesa a mis padres de que ellos estarían en todo momento en contacto con nosotros, era justo teniendo en cuenta de que ellos nos habían acogido en primera instancia. Teníamos nueva seguridad y reforzamos todas las entradas, siempre había alguien con Ted y tanto Ana como yo portábamos un chip GPS para poder monitorear nuestro paradero cuando transportábamos a nuestro hijo.

Pasaron casi siete meses, en los que se podría decir que volvimos a una rutina casi normal en nuestra casa, cuando surgieron nuevas manifestaciones de quienes fueran los acosadores, porque descubrimos que era todo un equipo organizado de al menos cuatro personas. Había llegado una nueva carta a SIP y  de inmediato Ana volvió a la casa sin abrir el sobre, esperó para hacerlo juntos.

Nuestra Locura 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora