Quiso fingir que no ocurría nada.

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Gabriella se levantó como en un día normal. Al fin empezaba el verano, dentro de un par de semanas acabaría aquel infierno llamado instituto.

Sonrió al sentir los cálidos rayos de sol de la mañana filtrarse a través de la ventana de su cuarto.

Se levantó y se puso el uniforme para ir al instituto.

Caminaba entre saltos. El verano le daba vida, no solo a ella, sino a todo lo que la rodeaba... Excepto... A él. Axel seguía igual de frío e indiferente que siempre. ¿Tanto le disgustaba compartir un saludo con ella? No pedía una amistad, pero sí un poco de educación.

Compartían aula desde los trece años, y tres años después, casi cuatro, él no le había dirigido la palabra para absolutamente nada. Incluso parecía haberla evitado en más de una ocasión.

Suspiró, y llegó al instituto. Borró los resquicios de desgracia de su rostro, ella ahora era Gabriella, la reina del instituto.

Llegaba temprano, casi no había gente. Pero Axel sí estaba. Era su momento. Sacó con impaciencia y nervios la primera libreta que sus dedos tocaron, y la abrió con miedo. Matemáticas. Perfecto, así podría preguntarle cualquier cosa.

En todo ese tiempo no dejó de posar por lo menos cada cinco segundos la mirada en Axel, temía que se le escapara.

Se acercó corriendo a él mientras cerraba la mochila, y empezó a llamarlo con alegría.

- ¡Axel, Axel!

Él se sobresaltó al oírla, y evitó quedarse sin respiración. ¿Por qué ahora se acercaba a él? ¿La habría molestado de algún modo? ¿Por qué sonreía?

- Axel, menos mal que estás aquí - sonrió ella - necesito que me ayudes con matemáticas, no entiendo nada.

- Esto, yo tampoco, pregunta a otro - respondió rápidamente, con el semblante más frío que pudo fingir.

Cogió su mochila del suelo y se alejó.

Si Gabriella no hubiera estado ocupada tirando la libreta al suelo, furiosa y maldiciendo, habría podido ver que la mano de Axel temblaba, y que sus mejillas habían enrojecido, a pesar de ser morenas.

.......................

En la clase de biología Gabriella se sentó al final de todo, Axel también, pero cada uno en un extremo.

Ninguno quería atender. No soportaban aquella aburrida asignatura.

Gabriella lo miró durante un instante, y una idea cruzó su mente. Arrancó una hoja de su libreta, y comenzó a escribir:

"Creo que no te agrado, pero me gustaría que por lo menos te dignaras a hablarme, a no ser tan estúpido cuando me acerco a ti, ¿serías tan amable? Ni siquiera tiene que ser en el instituto, voy a estar al lado del río toda la tarde, disfrutando del inminente verano.

Gabriella".

Axel miró durante un pequeño segundo a la chica que amaba, Gabriella, y la vio escribiendo. Una brillante idea centelleó en su cabeza.

Cogió un papel y escribió tal vez lo más sincero que sentía:

"Siento haber sido tan borde, ciertamente no lo mereces. Después de casi cuatro años me atrevo a escribir esto. Lo siento Gabriella".

No la firmó. No era tan valiente.

En el recreo Gabriella aprovechó para poner la carta encima de la mesa de Axel.

Axel no fue capaz. Guardó la carta en su bolsillo, y salió al patio algo cabizbajo por su estúpido miedo. Su miedo al rechazo.

......................

Él volvió del patio, y vio un trozo de papel cuadriculado en su mesa.

Lo recogió rápidamente, y lo leyó.

¿Gabriella? ¿Ella le había escrito eso? No, no podía ser. Seguro que era una broma. Tenía que ser eso.

La guardó también en su bolsillo.

Una duda carcomió su cabeza. ¿Quién se había percatado de lo que ocurría entre ambos? No pensaba que nadie le prestase tanta atención.

.....................

Las clases terminaron. Ella recogió sus cosas y antes de darle tiempo a Axel para marcharse, se acercó a su escritorio.

- ¿Has leído mi nota?

Él palideció. ¿Entonces era de ella?

- ¿Vas a responder? - frunció el ceño ella.

No. No iba a responder. No era capaz. Estaba paralizado, no podía creerlo. Su respiración se entrecortaba más a cada segundo. No podía apartar la mirada de sus labios, que seguían hablando, seguían moviéndose dejando salir palabras que él no estaba escuchando.

Sus rojos labios... Aquellos labios retocados con leve maquillaje que los hacían ver realmente arrebatadores.

Mientras ella hablaba, él se levantó de un golpe, interrumpiéndola.

- ¿Qué pasa?

- Tengo que irme - soltó él, temblando ligeramente.

- ¿Estás bien?

- Sí. Que tengas un buen día.

....................

La chica lloraba de rabia frente al río. ¿Por qué él era tan idiota? ¡Cualquiera daría todo por estar con ella! ¡¿Por qué él no?!

Entonces tomó aire, y cerró los ojos. El sol calentaba, ajeno a aquellos tormentos que carcomían el corazón de Gabriella. Lo envidiaba. Envidiaba poder sentirse tan limpia, tan lúcida, tener la mente tan clara siempre.

Se levantó de la hierba, y alzó el mentón, sin sonreír.

Suspiró, y metió los pies en el río, con los zapatos puestos.

Sintió el agua, congelada, penetrar por cada poro de su piel, tomó aire y caminó hasta la zona más profunda, donde ya había más corriente.

Su pantalón corto ya se estaba mojando, tiritaba. El agua estaba demasiado fría, pero tal vez necesitaba eso, un cubo de agua fría, para que su cabeza se tranquilizase.

La parte de abajo de su camiseta también se comenzaba a empapar, ella seguía caminando, abrazándose a sí misma.

Al llegar a la parte donde tan solo sus hombros y su cabeza sobresalían del agua, cerró los ojos, y se sumergió, sin dejar de abrazarse.

Al cabo de unos segundos empezó a sentir a sus pulmones suplicar por aire, pero algo le impedía salir a la superficie. Algo simplemente le pedía que permaneciese allí dentro.

Dolores en su cabeza, en sus pulmones. Se quedaba sin aire. Soltó unas pocas burbujas entre sus labios. Dejó de hacer fuerza, y dejó que sus brazos fuesen meneados por la corriente.

- ¡Gabriella! ¡Gabriella! - oyó a Axel llamarla.

¿Axel? Quiso reír bajo el agua. Él no iba a venir, era demasiado idiota para hacerlo.

Entonces sintió cómo perdía el conocimiento. Y tal vez cómo moría.

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