VI

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—Hola, madre. 

Cierro la puerta lentamente, mirándome enseguida en el espejo largo del recibidor. Hago una mueca ante la imagen de la Amy derrotada, que ha perdido contra un sonriente chico con pecas. 

Mamá sale de la cocina, con un delantal rosa, su cabello rubio recogido y sus lentes de lectura bien puestos. 

—Hola ciel... ¡Oh, por dios! 

Creo que no es muy normal ver a tu hija llena de "tatuajes" hechos a marcador de todos los colores en los brazos y parte del cuello. 

—Digamos que la venganza es un plato que se sirve frío. Pues, el mío estaba congelado. —Mamá me sigue mirando impactada, alargando una mano hacia mí, pero retractándose enseguida. 

—¿Qué sucedió? ¿Debería llamar a Dominic y a Nicola? 

Niego con la cabeza. A veces, mamá no entiende mi relación con los Holland. No sabe si debe preocuparse o si es otra de nuestras bromas consensuadas. 

—No te metas con el rostro de Sam. Es todo lo que diré. 

Frunce el ceño ante mis palabras. Decido dar por finalizada la conversación y comienzo a caminar hacia el baño, rezando porque los garabatos salgan en una sola lavada. 

—¡Espera! ¿Por qué te hicieron esto? Entiendo que tienen una amistad peculiar y lo respeto, si tú lo respetas, pero al menos explícame. 

Me giro hacia ella, resignada. 

—Verás, yo le dibujé la cara a Sam porque se veía muy tierno y gracioso, durmiendo, y él, como es bien orgulloso y detesta que se metan con su físico, decidió pagármelas convirtiéndome en un gánster. 

Se le escapa una risita divertida, pero inmediatamente se tapa la boca con la mano cuando nota mi mirada de reproche. Doy media vuelta y retomo mi camino al baño, viendo los diferentes dibujos sobre mi piel. 

Bueno, al menos no pusieron nada obsceno. Me vería hasta cool, si no fuera porque perdí. 

No puedo evitar reír un poco al recordar cómo terminé así. 

El mismo día, pero unas horas antes: 

Bien, ya llevo un rato aquí y Patrick no cocina muy bien que digamos. Siento mi barriga quejarse, y estoy de acuerdo con ella. ¿Debería salir? No estoy segura; Sam es muy tranquilo, hasta que lo haces enojar, así que si salgo, debo atenerme a las consecuencias. Y el problema es, que no puedo imaginarme qué clase de castigo me espera. Es lo que me pone más nerviosa. 

—¿Amy? Soy Harrison. Solo quería despedirme, ya me voy. —Me sobresalto, porque su voz me toma por sorpresa. Obligo a mi corazón a calmarse, respirando lentamente. Sigues a salvo, mujer. 

—Qué amable. Hasta luego, Harrison. Fue un gusto. —Miro la puerta, como si de alguna manera esta vaya a volverse transparente y pueda ver el rostro del rubio. 

—Igualmente... ¿Vas a estar bien? —Casi me da ternura su preocupación, a pesar de que solo sé de él su nombre y una que otra anécdota contada por Tom. 

—Eso creo. No te preocupes. —No es como que le pueda pedir que distraiga a los Holland mientras huyo. ¿O sí? No. Qué vergüenza.

—De acuerdo... —dice, no muy seguro y luego oigo sus pisadas, alejándose. 

Escucho algunos susurros y sonidos secos, pero nada que me genere sospechas. No saber qué planea Sam me pone alerta. 

¿Qué me pasa? ¿Por qué sigo aquí? Soy Amy, una chica valiente que actúa con el corazón en la mano y lucha por su libertad. Bueno, eso es mentira, realmente soy bastante miedosa, pero me gusta la adrenalina y por eso me someto a este tipo de situaciones. 

The Older Brother. (#1 Bilogía Brother) [EDITANDO]Where stories live. Discover now