2. MATSUDA

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El exquisito olor a comida recién preparada se expandía desde las habitaciones hasta la sala de estar, la combinación de especies en la comida japonesa le daba un toque que era sumamente atrayente para cualquiera que lo oliera

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El exquisito olor a comida recién preparada se expandía desde las habitaciones hasta la sala de estar, la combinación de especies en la comida japonesa le daba un toque que era sumamente atrayente para cualquiera que lo oliera. Olfateando el delicioso aroma Matsuda llegó a la cocina encontrándose con su esposa preparándole el desayuno, algo muy rutinario de ellos.

—¡Huele delicioso! —exclamó haciendo acto del infantilismo que era muy típico en él—. Adoro cuando cocinas Sayu —dijo dándole un tierno cumplido mientras se sentaba en la mesa de madera donde cabían exactamente cuatro personas, y de esas cuatro solo se hallaban dos.

Sayu sirvió el desayuno con calma y no respondió a ningún comentario de su esposo dándole a entender que seguía molesta por la discusión que había tenido con su hija; por supuesto Matsuda lo entendió muy rápido, no era tan idiota en esos aspectos, conocía demasiado bien a su esposa y sabía que cuando endurecía su entrecejo mientras le clavaba la mirada con esos ojos marrones que tanto amaba significaba que estaba enojada.

—Sé que estas molesta por lo de ayer, lo siento —se disculpó, pero Sayu ni siquiera lo volteo a ver y siguió comiendo.

—A quién deberías pedirle perdón es a Kanade —dijo después de un silencio incómodo—. Touta excediste el límite, le gritaste a Kanade en su cumpleaños, ¿Qué te sucede?, ella solo quiere saber la razón por la cual no apruebas el futuro que está eligiendo, quiere que la apoyes, ¿Qué está mal en eso? —Matsuda agachó la cabeza recibiendo el regaño de su esposa a pesar de ser once años menor que él—. Yo sé que algo te está pasando, déjame entender porque no quieres que Kanade entre a la policía; si la razón es tan fuerte incluso te apoyare, pero no te guardes eso para ti mismo —la preocupación la inundo, sus facciones se relajaron dejando ver un rostro maduro pero lleno de vida como hace veintitrés años.

Matsuda se quedó pensativo un momento, lo que menos quería era preocupar a su familia y desde el momento en que su hija mayor decidió ese camino lo único que hacía era preocuparlos; se sentía la peor escoria del mundo, pero no podía revelar las verdaderas razones y los miedos que le impedían aceptar que su hija, la niña de sus ojos entrara a ese mundo.

Estaba por hablar, inventar una mentira le era más factible en ese momento, pero fue salvado por el sonido del teléfono local; Sayu se levantó de inmediato y al contestar Matsuda pudo saber quién era él que llamaba.

—Hinata que alegría que llamas a casa, no te habías reportado desde antier —al otro lado de la línea Hinata le explicaba a su madre las razones por las cuales no les pudo llamar y tan solo le envió un correo a su hermana felicitándola—. Entiendo hijo, está bien. Sí aquí está tu padre, ¿quieres que te lo pase? —Sayu se quitó la bocina de su oreja para tendérsela a su esposo—. Hinata quiere hablar contigo.

—Qué bueno que llamas —le dijo como saludo a su hijo, sin embargo, no parecía muy contento de escucharlo.

—Por favor dime que no discutiste con Kanade ayer —Matsuda suspiro—. No puedo creerlo... Bueno tal vez sí, pero papá, ¿Cómo pudiste? —sin duda alguna estaba sorprendido de como se había enterado, pero recordó que su hijo era demasiado bueno deduciendo. Heredado por parte de los Yagami.

Death Note: Mortal TrapOù les histoires vivent. Découvrez maintenant