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James sentía el ácido quemarle la garganta. Eso era producto de haber contenido las lágrimas el tiempo suficiente. Tragaba saliva y cada dos segundos e intentaba respirar con normalidad. Pero era imposible.

Intentó mover sus piernas pero estaban adormecidas. Había estado sentado sin moverse durante horas. Es ese terrible momento cuando estas sentado tanto tiempo, tanto tiempo porque no quieres que te noten, no quieres que te vean con esas ganas de llorar, no quiere llorar pero tus labios no dejan de temblar y tus ojos están hasta el borde de las lágrimas, llenos de dolor y quebranto. Y ruegas y suplicas que nadie te mire, y agradeces que nadie pregunte. Y también te sientes solo, porque deseabas que sea diferente, deseabas un poco de preocupación por parte de alguien, deseabas poder recurrir a alguien en busca de comodidad.

Alguien.

Alguien asomó su cabeza por el pasillo y James contuvo el aliento. Aileen le miró preocupada y buscó con la mirada a Harry pero él no había ido a trabajar ese día. Se apresuró y llegó hasta su escritorio apoyándose con las manos sobre éste.

-¿estás bien? No, definitivamente no- dijo respondiéndose a sí misma -¿Qué sucedió? No me digas que nada porque no soy tan tonta- le dijo de nuevo y James bajo la vista conteniendo un sollozo.

No quería hablar de lo sucedido con nadie, porque a pesar de todo era privacidad de Harry. Aileen ya era consciente de que algo sucedía entre ambos, contarle lo que había encontrado en la computadora del mayor no le pareció lo más conveniente, después de todo seguía siendo uno de los más importantes empresarios del país y tenía una reputación que mantener.

-Harry y yo hemos...nos hemos...distanciado- dijo con la voz quebrada. Aileen ya lo suponía, sabía que tenía que ver con eso, pero no pensó verlo tan destruido. Cuando escucho a sus compañeros hablando de que James se veía realmente mal creyó que estaban exagerando pero era cierto e incluso peor. Tenía ojeras muy profundas bajo los ojos y estaba pálido. Estaba casi segura que no probó bocado desde que sucedió lo que sea que haya sucedido.

Suspiró y rodeo el escritorio hasta llegar a James y abrazarlo. Él necesitaba eso y necesitaba desahogarse, necesitaba llorar y enojarse. Necesitaba sacar fuera todo lo que sentía en ese instante. Aileen colocó una silla a su lado y se dedicó a escucharle. No había nada más que pudiera hacer y si James quería hablar le escucharía, si quería llorar le dejaría que lo haga en su hombro, si quería golpear algo le sostendría el cojín del sofá...estaría ahí para él cuanto lo necesitase.

Harry seguía acostado, con las cortinas cerradas y la habitación a oscuras. Pasaban las once y él no había tenido intenciones de levantarse. Su cuerpo simplemente no tenía energías ni fuerzas para dar ni un paso. No durmió en toda la noche y no había tenido ganas de hacerlo de todas formas. Su mente solo pensaba en una cosa, en alguien.

James.

Se había ido, prácticamente le había perdido y no podía soportar aquello. James significaba demasiado para él y no podía soportar el hecho de que ya no esté a su lado.

Recordaba perfectamente lo que James le había dicho, aquellas palabras, la mirada de asco y decepción. El pecho se le achicaba cada vez que recordaba eso.

Su mandíbula estaba todo el tiempo tensa y sus puños cerrados bajo la almohada. Siguió mirando un punto fijo en el techo cuando la puerta sonó y se abrió despacio.

-¿Señor Raimond?- la voz de Belén llegó hasta él como un susurro

-dime...-le indicó él en el mismo tono

Ríndete ©Onde histórias criam vida. Descubra agora