VII

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—¿Cómo está todo por allá? Te extraño mucho, papá. 

—Yo también, flaca. Pues bien, ayer me encontré a Zoe en el supermercado y me acribilló con preguntas sobre ti. Me dijo que era porque Jimmy te extrañaba como loco, pero la vi secarse una lágrima cuando nos despedimos. 

Suelto una risita nostálgica. A pesar de lo genial que la estoy pasando aquí, no puedo evitar extrañar Minnesota y a mi país. Es donde nací, donde me críe, pasé toda mi vida por sus calles y lugares, y aunque Kingston no está mal, no es mi hogar. 

Es muy raro pasar de ver a una persona todos los días a limitarte a hablar con ellos por una pantalla. 

—Yo también la extraño a ella un montón. —Papá me mira unos instantes, a pesar de la imagen un poco pixelada que me da Skype de él, sé que está pensativo. 

—¿Y a Jimmy? —Mis mejillas se tiñen de rojo. Yo nunca le dije que estábamos saliendo, pero con el tiempo fue más que evidente—. No tienes que contestarme. Acá todos los vecinos siempre me preguntan por ti. ¿Cómo estás tú por allá? 

—Bien. He hecho amigos: está Seth, que es un chico muy gracioso, me recuerda a Jimmy a veces. Y están los Holland. Paddy es el menor y es un niño muy hiperactivo y malvado; ya no tiene salvación. Luego están Sam y Harry, que aunque salieron juntos del vientre de su mamá, no se parecen en nada. Harry es un chico de buen corazón, es amable y le gusta oír las historias que las personas cuentan. Sam es el travieso y el coqueto; si te metes con él, te llevas las consecuencias. Lo digo por experiencia. Y luego está Tom, es el seguro de sí mismo, que le gusta estar en buena forma y divertirse. Es muy genial, la verdad. 

—Vaya, se oye como que has conocido buena gente. Esos chicos, los Holland, suenan como yo a tu edad. 

Sé que se acerca una de sus historias, así que alejo un poco la laptop para recostarme en la cama. 

»Tenía una especie de pandilla. Éramos seis chicos y cuatro chicas, eso fue como a los doce años. Hacíamos travesuras de todo tipo entre nosotros y hacia las demás personas, aunque, si alguien fuera del grupo se metía con alguno de nosotros, nos uníamos para la venganza. Pero, ya sabes, uno va creciendo y empieza a saber qué es que te guste una chica o un chico, y yo no fui la excepción. Me empezó a atraer una de las chicas de mi pandilla, pero ella obviamente solo me veía como un compañero, así que trate de reprimir esos sentimientos y salir con otras chicas, pero ninguna era cómo ella ante mis ojos, y me tomó hasta los dieciséis años darme cuenta de eso. La única manera de que ella no me viera como su compañero, era salirme del grupo y hacerles una broma, así que eso hice. La broma fue mediocre, pero logré mi cometido. 

»Preferí salirme del asunto de las bromas y poco a poco mi antiguo grupo lo fue haciendo, hasta que un día nos reunimos ya con diecinueve años, riéndonos de lo tontos que éramos en esas épocas y confesé que me atraía aquella chica y que por eso hice lo que hice. Recibí muchas burlas, pero la chica por fin se me acercó y me preguntó qué si aún sentía algo por ella. Le confesé que nunca dejé de hacerlo. Duramos mucho tiempo juntos. 

Suspiro. Es la historia más linda que me ha contado, a pesar de que me da risa la palabra "pandilla". Papá me sonríe divertido, quizás observando mi cara de boba al pensar en el relato. 

—¿Qué pasó con la chica? —pregunto, ya emocionada. Una historia así tuvo que tener un fin bien justificado. 

—No sé. Dímelo tú, vives con ella. —Me guiña un ojo. 

—¡No juegues! —Me tapo la boca con ambas manos. 

¡La chica es mi madre, oh, por Dios! Aún no comprendo por qué mi madre pudo dejar a mi papá; eran perfectos. Pero al mismo tiempo, nadie puede opinar sobre relaciones ajenas, así que le doy el beneficio de la duda. A veces prefiero no saber, para no odiar a nadie.

The Older Brother. (#1 Bilogía Brother) [EDITANDO]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें