Completamente enamorado.

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Uno mas en la cancha.

Capítulo 18

Completamente enamorado.

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No había querido pensar en ello, ni mientras se alejaba hacia el aeropuerto sentado en el taxi.

Ni mientras sentado en el avión se alejaba de su prometido.

Ni mientras esperó que saliera su maleta, ni al bajarse del taxi de nuevo, horas de cansancio después, cuando sacó las llaves del apartamento que compartía con Kise...

Su casa, que en ese país que le era ajeno, se le hizo inmensa, interminable.

Sin Kise no podía evitar verla mas oscura, mas inmensa y mas desértica que nunca.

Dejó la maleta en la entrada, pero no soltó la revista que había tomado del avión.

No sabía cuantas veces había seguido las líneas de su chico en la portada.

Ni cuantas veces había leído y releído el artículo sobre su reciente embarazo. Mucha de la información era falsa, con la simple intención de vender la ropa que vestía el modelo en una de las fotos, o el reloj que lucía en la siguiente.

A Daiki no le importaba lo mas mínimo lo que dijeran, la verdad, es que solo veía las revistas cuando Kise se lo decía.

Se sentó, derrotado, y muy cansado en su sofá, dejándose caer sobre los cojines, muy pesado.

Aún podía disfrutar del aroma del modelo, olía su piel en la tapicería del sofá, su colonia... si cerraba mucho, pero mucho, los ojos, podía verle a su lado, con el pijama mal puesto, haciendo alguna broma sin gracia para "obligarle a hablar".

Acababa de volver y ya le echaba desesperadamente de menos.

Tomó el teléfono del bolsillo de los vaqueros, y llamó a la madre del rubio.

Kise estaba enfadado, tampoco es que fuera una novedad. Había esperado eso, incluso que le gritara o amenazara con darle una paliza, pero las palabras de la mujer le preocuparon.

Su chico no quería hablar con él, lo había dejado bien claro.

Pero eso no quería decir que no insistiera en llamarle, mandarle mensajes, incluso señales de humo si era necesario.

Daiki también tenía sus recursos, por supuesto.

Llamó a todos los teléfonos que se le ocurrieron, mandó mensajes, cartas, de todo.

Cada día, al menos dos veces, alguien le informaba de los pasos del rubio.

La madre y las hermanas del rubio modelo se convirtieron en espías y confidentes de lo mas eficiente. Le mandaban fotos, videos, informes sobre cada actividad que hacía, todo.

Se sentía un poco menos solo, pero nada que se pareciera a tenerle ahí con él.

La primera noche sin Kise en sus brazos fue la mas dolorosa de su existencia.

Y el primer amanecer le llegó mucho antes de que saliera el sol. Incapaz de pegar ojo, se levantó a correr, de mal humor.

Sus manos ansiaban el tacto de esa piel suave, pálida y tirante que alojaba a su pequeña bebé.

Uno mas en la cancha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora