Mi hermana está rota.

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Uno mas en la cancha.

Capítulo 28

 


Demasiado cansado como para mirar nada, Kagami camina hasta la habitación y se tira sobre la cama, encima de toda la ropa, cansado hasta el último pelo de su cabeza.

Comprobado. El demonio, si es que existe, es esa mujer pequeñita y rechoncha de mofletes sonrojados y delantal con bolsillos.

La abuela de Kuroko le odia, sin mas.

A él y a todos los se acercan a su granja. Es imposible que haya tantas cosas que hacer de un año para otro, y siempre trabajos pesados, dolorosos y que le drenaban la energía hasta el último grano de ella.

Escuchó a Himuro, en la entrada, reír a carcajadas.

¿Cómo podía reírse así? Él tenía ganas de dormir una semana entera y despertar en su casita, con su Kuroko todo adorable y mimoso... pero su pesadilla no había hecho mas que comenzar.

De todas las actividades para las vacaciones de primavera, Kuroko "sugirió" visitar a la abuela.

En realidad no lo "sugirió" como Kagami había estado tratando de creer en todo el tiempo... se lo pidió con "esa" cara.

Esa que sabía no podía negarle nada cuando la usaba... y ahora estaba ahí, teniendo dolorido el cuerpo entero, y astillas metidas por todas las manos y brazos... Mierda, malditas vacaciones de primavera.

...la buena noticia es que el tejado del granero estaba reparado.

La mala es que solo llevaban un día en la granja.

Demasiado ocupado lamentándose internamente, tardó un rato en darse cuenta de que el baño estaba ocupado, y no solo eso, había una pequeña fiesta en la bañera.

Se arrastró, hasta el borde de la puerta y asomó un solo ojo por la rendija.

No pudo evitar sonreír, sin mas.

Kuroko estaba sumergido, hasta la cintura, dejando su abultado vientre fuera del agua, lleno de patitos de goma.

Entre sus piernas abiertas, Kou palmoteaba el agua, feliz.

Se fijó que en el lado contrario una pequeña canasta, de las que se ponen en la papelera, era el juego que le hacía reír así.

Abrió un poco mas la puerta, haciendo a sus dos chicos mirarle.

–¿Qué hacéis? –Se acercó, sentándose al borde de la bañera para besarles en lo alto de la cabeza.

–Patonasta. –Tetsu tomó uno de los patos y lanzó, encestando y provocando que su hijo aplaudiera.

El pequeño imitó a su mamá, encestando también, y aplaudiendo de nuevo a su propia canasta.

–mmm papá, pestas. –Se tapó la naricita con dos dedos, negando. –Tita la dopa, men dento anda.

–Si papá, quita esa ropa sudada y juega con nosotros. –Kuroko sujetó al niño contra su tripa, haciendo sitio para su esposo.

No hizo falta que se lo dijeran mas veces, y la familia entera acabó sumergida en pocos minutos...

–Tu abuela quiere matarme, en serio. –Sentado a su espalda, atrajo a Tetsu a su pecho, dejando que el niño siguiera encestando patos, a lo suyo.

Sus manos abarcaron la redondez, con dulzura bajo el agua tibia. Echó la cabeza hacia atrás, relajándose por completo, complacido y a gusto.

No sabía que era lo que le reparaba mas, si el agua caliente por su piel, o tener a toda su familia alrededor, al alcance de sus dedos.

Uno mas en la cancha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora