18. Reunión en el compartimiento de Paige

782 91 5
                                    

Esa tarde,  el baúl de Paige estaba encima del portaequipajes y Morpheus ronroneaba suavemente en su cesta con los rayos del sol arrancando destellos azul eléctrico en su oscuro pelaje mientras el tren comenzaba a ganar velocidad,  en camino a su hogar.Tal y como había predicho,  casi todos los Slythertin pasarían las vacaciones con sus familias por lo que la sala común quedaba prácticamente desierta.

Ella se encontraba en un compartimiento sola mientras leía el ejemplar de Felinos mágicos: todo sobre las criaturas gatunas del mundo mágico que había pedido prestado de la biblioteca de manera oficial salvándose de un castigo por los pelos debido a la otra vez en donde, dado a los nervios que le había causado Terence, solo se le ocurrió salir huyendo de la biblioteca.

Últimamente evitar a Terence era su rutina,  apenas lo veía tomaba otro rumbo con tal de que no se cruzaran y en la sala común hacía lo imposible para pasar desapercibida. Desde que se dio cuenta de que realmente le afectaba la sola presencia del Slytherin había hecho un riguroso acuerdo consigo misma de mantener las distancias.

El paisaje nevado por la ventana pasaba a máxima velocidad mientras el atardecer se hacía notar bajo el manto de grisáceas nubes.  Paige cerró el libro cuando vio que la puerta de su compartimento era abierta y por ella se asomaba Draco Malfoy.  Ella frunció el ceño.

—Ok,  había jurado que no te vería hasta que comenzaran las clases—comentó Paige no del todo en broma.  Realmente no pensaba verlo ese día.

—Pensé que quizás debería venir a despedirme—contestó Malfoy encogiéndose de hombros tratando de mostrar indiferencia.

—Gracioso.  Draco Malfoy viene a despedirse de su peor pesadilla—respondió Paige riendo por lo bajo.  El rubio la miró con una ceja arqueada mientras se sentaba frente a ella.

—Si no fuera porque eres tú,  ya te habría echado una maldición—refunfuñó el platinado con el ceño fruncido.

—Oh ¿tanto miedo te inspiro?  ¡Que ternura! —se rió Paige aplaudiendo dos veces mientras Malfoy enrojecía de manera casi imperceptible—. ¿Piensas quedarte aquí todo el trayecto? —preguntó Paige con una ceja elevada.

—Lo haría pero tengo cosas que hacer ¿me escribirás en Navidad? —cuestionó Malfoy mirándolo con normalidad,  sin su típica mirada de superioridad.

—Claro.  Te enviaré también un nuevo tinte de cabello para ayudarte a tu pelo artificial de diva—respondió Paige con una falsa sonrisa angelical. Draco iba a replicar pero la puerta volvió a abrirse y por ella entró Theodore Nott.

—Oh.  Veo que ya están los dos—comentó el castaño antes de entrar y ocupar el puesto al lado de Paige.

—¿Otro más que vino a recordarme de su existencia para estas vacaciones? —inquirió Paige sarcástica mientras arqueaba una ceja.

—Supongo.  Quizás no esté de más recordarte quién te ayudó este trimestre en Pociones—dijo Theo con un atisbo de sonrisa.

—No me digan que ya van a empezar con sus asuntos de ratas de biblioteca—refunfuñó Malfoy mirando a ambos con el ceño fruncido.

—Malfoy,  más te vale cuidar tus palabras en mi presencia si no quieres que en tu segundo viaje en tren de este año busques de nuevo quien revierta el Maléfico de las Piernas Unidas—le advirtió Paige echando su cabello a un lado.

—Ya empezamos Hogwarts.  No puedes usar magia fuera de la escuela—repuso el rubio sacándole la lengua en un gesto infantil.

—Muy maduro,  "rubio teñido"—se burló Paige torciendo los labios en una sonrisa. Los tres se giraron cuando la puerta del compartimiento volvió a abirse y por ella se asomó esta vez Daphne Greengrass mirando a los tres antes de entrar tímidamente.

Paige y La Piedra Filosofal | Harry Potter | Where stories live. Discover now