Capítulo 2|"Nuevos problemas"

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Hunter


Las cosas no iban marchando bien. Últimamente sólo parecían aumentar mis problemas, mas, por fortuna, tenía a Abby conmigo.
Estar con ella hacía que me olvidara de todos mis asuntos, por esa razón deseaba poder pasar todo el tiempo junto a ella, pero últimamente esa era una tarea imposible, pues ella tenía siempre algo que hacer.

Cuando recordaba aquellos días en que Abby estuvo inconsciente, también venían a mi cabeza molestos recuerdos que radicaban en el comienzo de mis nuevos problemas; Nathan había vuelto para informarme que debía regresar Severon, mi lugar de origen. Llevaba tiempo evitándolo, pero sabía que no podría seguir escondiéndome por más tiempo. No sabía por qué me estaban exigiendo volver, pero sí sabía que la advertencia iba en serio. Nathan no había venido solo aquella vez, sino que un conocido mío también le acompañaba; Brutus Luxfero seguía siendo el principal gobernante en Severon y el asesino de mis padres y hermanos. Por mi parte, seguía odiándole con la misma intensidad de antes.

Derek era el único que sabía sobre esto y estaba siendo muy discreto al mantener su promesa de no comentárselo a nadie. Lo mejor era que Abby ni se enterara y mantener a Nícolas fuera de esto; él era híbrido de padre humano y madre Vampiro. Fue siempre muy cercano a mi familia, sobre todo a mi madre, por eso fue a él a quién recurrí cuando me vi en apuros. Y aunque tenga un carácter fuerte y no apruebe mi relación Abby, le tengo un aprecio bastante enorme.

El día de su cumpleaños número ciento noventa y seis, Derek y Max (su sobrino odioso), habían organizado una pequeña comida. Éramos Zac, Nic, Derek, Max y yo, entre esos, Nícolas y yo éramos los más infelices; yo, porque no podía comer nada y él, porque era un amargado innato. Sin embargo, fingía poner buena cara para no hacer sentir mal a Derek quien incluso había cocinado un pastel y a su sobrino, Max, quien le había escrito un poema horroroso deseándole un feliz día.
Antes, Max me parecía agradable, pero ya no le soportaba. Sólo sabía hablar idioteces y no tenía ningún tipo de filtro al decir las cosas. Recordaba la época en que Nícolas me había sugerido entrar a la escuela para distraerme y adaptarme de manera rápida a la sociedad de humanos; no resultó del todo mal, al menos hasta que conocí a Abby y me fui a la mierda. Y todo se arruinó todavía más cuando el bocón de Max le dijo que a mí ella me gustaba. ¿Cómo pude haber sido tan idiota para confiar en él? Ya no es así al menos, y aunque le borré en parte la memoria, nuestra relación va bastante bien.

Ese día de la celebración de cumpleaños, tuve que excusarme, ya que había quedado de verme con Abby esa tarde, cosa que no me pensaba perder por nada del mundo. Con sigilo, me retiré de la mesa, donde todos charlaban de forma animada, inclusive Nícolas. Por desgracia, cuando llegué a la sala dispuesto a salir, noté que no estaba solo y que obviamente mi salida sigilosa, no había sido discreta en lo absoluto.

ᅳ¿Con qué me abandonas en mi cumpleaños, eh?¿Qué no te gustó la comida?

Era una broma cruel. Para mí todo aquello que no fuera sangre (o Abby) sabía asqueroso.

ᅳTengo que salir, además te quedo debiendo un regalo.

ᅳUn buen regalo sería convencer a Max de que no es mi sobrino y enviarlo a casa.

Eso ya lo había considerado, pero no era una buena opción. Además, el tipo era realmente bobo cómo para no darse cuenta de lo joven que lucía su tío a pesar de la edad. Nícolas era en verdad su tátara-tío, con el cual habían enviado a vivir aparentemente por problemas económicos. Max tenía siete hermanos y tres hermanas. Sus padres no se habían preocupado mucho por el desde entonces, por no decir nada.

ᅳ¿Vas donde la niña, no?
Nícolas solía referirse de esa manera al hablar de Abby. Sabía muy bien que lo hacía para hacerme sentir de algún modo culpable y en verdad me resultaba irritante que se opusiera tan firmemente a mi relación con ella.

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora