Capítulo 38| "En realidad no la amas"

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Hunter

El hombre frente a mí desconfiaba. No tenía que recurrir a la hipnosis para saberlo, y qué curioso no poder hacer nada para remediar la situación.
En serio no me creía que por casualidad el padre de Abigail se hubiera enterado que su adorable hija estaba saliendo con una especie de demonio. Es que, vamos, ¿Acaso Abby en un ataque de sinceridad se lo habría revelado? No me lo creía. Y por mucho que procurara obtener respuestas, él insinuaba en mostrarse rehúso a hablar.

La razón por la cual no recurría a la hipnosis todavía se relacionaba con ello; quería saber qué diablos estaba ocurriendo y para ello necesitaba que Abby también estuviera allí. Podría soportar bien algunos minutos incómodos junto al padre de mi novia, o al menos eso creía.

—No diré nada hasta que mi hija llegue.

Ni siquiera le había dirigido la palabra. Sólo le había mirado, pero él estaba a la defensiva. No le dije "No soy un Vampiro", pero tampoco se lo afirmé. El caso es que el papá de Abby me había pillado en la habitación de su hija por descuido, pues yo estaba... bueno... concentrado en algo en particular que no me hace sentir muy cómodo el reconocer.
Él me descubrió y gritó de pronto "se lo que eres" y preferí que me criticara eso a qué me preguntara por qué demonios estaba examinando la ropa interior de su hija. Y no es que estuviera haciéndolo a propósito, pero el montón de ropa tirado allí llamó mucho mi atención.

—No quiero involucrarme en esto, pero ¿Qué está ocurriendo aquí?— reconocí a la hermanastra de Abby. Había estado junto a nosotros en la sala observándonos con incredulidad. Ella no tenía idea de nada.

—Un asunto delicado que debo tratar con este... sujeto y mi hija—La manera en que él se refería a mí me dejaba de sobremanera en claro que yo ya no le agradaba. Por un instante pensé en olvidar aquello de aclarar el asunto y recurrir a la hipnosis de inmediato.

La chica que nos estaba observando cayó en cuenta de que no era bienvenida en esa charla y acabó por dejarnos a solas. El papá de Abigail y yo mantuvimos el silencio hasta que un motor de coche consiguió al menos llamar mí atención. Ella había llegado.

—Creo que es ella—el padre de Abby se acercó hasta la entrada y abrió justo en el momento adecuado para recibirla. Ella entró a pasos rápidos en la sala y me dio una mirada curiosa. Sus ojos estaban abiertos de sobremanera y su ceño ligeramente fruncido. Me observaba, como exigiendo alguna respuesta. Quizá ambos estuviéramos igual de confundidos.    

—Yo me creía un escéptico, pero me he dado cuenta de que aunque todo esto suene raro, tiene cierta lógica—Se notaba nervioso al hablar y no sólo su tono de voz le delataba sino que también lo hacían los numerosos gestos y los rápidos y poco calmados movimientos que hacía con las manos al hablar—, mi hija está saliendo con un Vampiro—su entrecejo se arrugó mucho al pronunciar esa frase. Le di una mirada a Abby y caí en cuenta de que parecía fuera de la conversación. No se mostraba alterada, como si en realidad estuviera pensando en un tema separado de lo que en realidad estábamos tratando—, es como sacado de una película, ¿Atardecer? ¿Crepúsculo? Da igual, pero es un tema demasiado fantasioso. Necesito saber qué pasa con ustedes dos. 

—Yo no soy un Vampiro, señor Winsley—Procuré usar hipnosis al decir esas palabras. nuestras miradas se encontraron y quedaron fijas, pero él no me dio gesto alguno de verse convencido. 

—No te creo—, admito que su respuesta me impactó, pero lo adjudiqué sólo a un error. De ninguna manera yo podría fallar en eso. 

—Hunter...—Abby apoyó su mano en mi hombro y me dio una mirada fija—, mi papá ya lo sabe todo. Alguien se lo ha dicho, pero no me ha contado quién. 

Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora