Zoey es la típica chica enamorada del bombón de la escuela, Zackary Collins. Como es de esperarse, él ni sabe que existe y se pasea por el colegio pupilo casi las veinticuatro horas del día con Mariska Sullivan colgada de su brazo. Pero... la vida s...
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Capítulo 2
Zoey se retiró hacia atrás tan rápido que tropezó con su cama. Cayó de espaldas sobre ella, pero le importo un rábano. Se giró y se ocultó en el hueco entre la suya y la de Jessica. Su corazón latía increíblemente desbocado, y podía sentir ese característico sudor frío que aparecía ante el miedo irracional en la base de la nuca.
Se quedó quieta, escuchando el silencio en su cuarto. Nadie habló y nadie se movió. Llegó a pensar que la muerte la había enloquecido y que estaba viendo cosas.
Se pasó una mano por el cuello y respiró hondo.
—Tranquila, Zoey. No es posible, tranquila —se dijo, en voz baja.
Tomó aire una vez más y asomó la cabeza por el borde de la cama. Allí, mirándola relajadamente, seguía parado Zackary Collins.
Sus ojos se abrieron como platos y, antes de ocultarse nuevamente, lo vio arquear las cejas. Se llevó una mano al pecho y se frotó los parpados. Se asomó otra vez y volvió a ver a Zack apoyado en la pared, ya consciente de que no lo estaba imaginando.
—¡Oh, no! —gimió en voz alta—. Morí también yo, ¿no es cierto? —Zack negó—. ¿Y entonces?
Él puso los ojos en blanco.
—Debo ser paciente —suspiró, mirando el techo—. No estás muerta, Zoey. Solo yo morí, nadie más.
—Estoy loca... —Zoey negó con la cabeza y volvió a ocultarse detrás de la cama. Todo quedó en absoluto silencio otra vez. Desesperada y asustada, se tapó la cara con las manos.
De pronto, escuchó un sonido cercano. Quitó las manos y miró aterrada al fantasma, sentado en el suelo a su lado.
Con un chillido, se arrastró por el piso, lejos de él.
—¿Por qué me persigues? ¡Vete!
—No puedo.
—¿Por qué?
—Porque eres la nueva dueña del dije, no puedo irme sin asegurarme que vas a estar bien. —La miró con tranquilidad.
—¿De qué hablas? —Disimuladamente, viendo que él parecía muy sólido, tomó el palo de Hockey que le había regalado su abuelo de debajo de la cama. Si algo malo pasaba, iba a darle con todas sus fuerzas; luego correría.
—Tomaste el collar justo después de mi muerte. Eso te convierte en la nueva poseedora y, por consiguiente —Zack sonrió siniestramente—, en la persona en el mundo con más posibilidades de morir... de un momento a otro —agregó de forma elocuente.
Zoey ahogó un gemido.
—¿Qué te hice para que vengas a perseguirme de esta forma? —lloriqueó—. ¡Ve a descansar en paz, por favor! Sé que te he dado mal de ojo por lo mucho que te he mirado pero... no me castigues. ¡Es horrible!