Limón y azúcar

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  Jake se había ido por su camino y yo por el mío. Tenia que llegar a la cueva. Solo una de mis heridas sanó, pero la otra seguía ahí, bajo mis costillas. Necesitaba sacar la bala o no me podría regenerar con propiedad. El camino era más rápido volando, a pie era horrible. Cómo se le ocurrió a Jake enviarme a la cueva. La pregunta más lógica sería: ¿por qué?

  Me senté cerca de una roca e inspeccioné la herida. Se veía peor, no podía regenerarme con la bala ahí, podría causarme problemas más adelante. Tengo que sacarla. Me repetía, pero por  más que la miraba no quería. Dolía demasiado como para atreverme a sacarla. Odiaba mi forma humana por esto. Es más fácil cuando eres dragón, no todo te puede atravesar.

  Volví a observar la herida como si por arte de magia fuera a salir desapareciendo. Me sentí tan cobarde que luego me sentí estúpida. Digo, si podía lanzarme a atacar a alguien y saber que corro peligro, puedo quitar una simple bala de mi cuerpo. Acerqué mi mano temblorosa a la herida, estuve a centímetros de terminar de una buena vez con el dolor y escuché un sonido. No muy lejano, estaba más cerca de lo que yo creía. Sentía el corazón disparado. Llené de aire mis pulmones y observé mis alrededores. Estaba cerca podía sentir su presencia, pero mi agitación y desesperación no dejaban que pensara claramente. Tenia que encontrar su ubicación.

¡Lo encontré!

  Cuando me preparé para atacar ya era tarde, él estaba dos pasos delante de mí. Exhalé todo el fuego que llevaba en mis pulmones, para cuando terminé el cadáver estaba rostizado y tenia algo atravesado en el pecho. Había sido atacado mucho antes de ser rostizado por mí, eso explicaba el porqué no escuché gritos. Luego de observar el cadáver detalladamente levanté la vista y vi a Casio. A solo unos metros de mí. Se veía mejor que nunca. Era tan atractivo que no me explicaba cómo fue que tuvimos un pequeño romance.

  Se acercaba más hacia mí y yo retrocedía cada vez que se acercaba. Nuestras miradas chocaban en todo momento, era inevitable no mirarnos. Tan solo saber que de un día para otro era mi enemigo me daba nauseas.

-No te voy a lastimar. Lo prometo-dijo poniendo las manos al aire.

-¿Cómo se que puedo confiar en ti después de que me traicionaste?-dije con tono frió.

-Nunca dije que te traicioné, ¿o sí?-dijo mirando el cadáver que llevaba una de sus varas de metal.

-Ca...sio-logré pronunciar. Me dolía verlo ahí como mi enemigo. Sabia que no podría confiar en nadie, pero en el fondo sabia que él era diferente.

  Comenzó a dirigirse a mí. Con la mirada cálida con la que siempre me recibía y no aquella fría con la que miraba a todos. Su cabello castaño claro estaba revolcado, pero no le quitaba lo atractivo. Casio estaba a solo cinco pasos de mí. Hasta que de la nada apareció un zorro blanco de nueve colas, dos veces más grande que yo o eso creo, entre Casio y yo. Casio se preparó para atacar al igual que aquel zorro, que era más bien un kumiho.

  Mostrando todos sus dientes bien afilados se preparó para atacar. Casio no se quedaba atrás. Controlando el metal, alzó todo el metal que tenía cerca y lo apunto a éste. Entonces recordé que no era cualquier kumiho, se trataba de un pecado que me conocía y el único pecado con el cual me he reunido es con Jake.

Al fin mi cerebro sirve para algo.

-Ambos. ¡Deténganse!-les grité. Casio dirigió su mirada hacia mí. Sin embargo, Jake solo dobló una de sus orejas.- Él no es nuestro enemigo, Jake. No nos hará daño-le expliqué, pero éste siguió mirando a Casio con furia. Volteó a verme receloso y enojado. Dobló para atrás su otra oreja y volteó a ver a Casio. No se le veía nada contento. Soltó aire y se posicionó justo a mi lado. Dejó de ser la barrera que separaba a Casio de mí. Pero su mirada de furia seguía ardiente como el fuego. Casio por otro lado estaba demasiado receloso como para apartar la vista de Jake, que aun seguía con la mirada amenazante hacia el a mi lado.

Los Siete Pecados CapitalesWhere stories live. Discover now