El amanecer

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XX

El tiempo pasa, algunas cosas son olvidadas, otras se recuerdan con amor o con dolor, aprendiendo a vivir con ellas, a sobrellevarlas de la mejor manera para que no terminen por consumirnos la cabeza, trazando sus telarañas, las cuales envuelven cada rincón de nuestras mentes, formando grandes nudos en los cuales podemos caer atrapados y jamás escapar de ellos, cual si fuéramos una mosca.

Se que para algunas personas eso no tiene sentido alguno, que las cosas que en la mente están no deben afectarnos de ninguna manera, y estoy de acuerdo con eso, pero cuando pasan demasiadas cosas por la misma razón, es cuando nos empiezan a perturbar, dejamos de ver la realidad como los demás, describiéndola como nuestra percepción nos deja.

La forma en que la vida me hizo madurar fue muy dura, quitándome a mis mejores amigos de la forma más cruel posible, teniendo el sentimiento de soledad a flor de piel, queriendo desistir, pensando frecuentemente en el suicidio, manteniendo en mi mente el pensamiento de quitarme la vida para estar con ellos nuevamente, para ya no estar sola en este lugar, pero también me puse a pensar en mi familia, la cual siempre ha estado allí apoyándome en los momentos más difíciles, siendo de gran ayuda, sin entender yo que no estaba sola, simplemente había cambiado mi percepción de la realidad, la había cerrado a mi mundo, a mi mente, dejándome a mi misma en una completa soledad mental, donde los que me acompañaban se habían ido, quienes jamás volverán…

Ha pasado un tiempo desde que aquellos sucesos terminaron, desde que él se detuvo. Cada año llevo flores al lugar donde sus restos descansan, hablo como si ellos estuviesen a mi lado cada vez que lo hago, por que sé que me están escuchando desde algún sitio, puedo sentirlo… duele, aún duele, pero ya menos que antes, he aprendido a vivir con ese dolor, el cual va desapareciendo con forme pasan los días; es difícil, lo se mas que nadie, pero lo voy superando, así lo habrían querido ellos, mis amigos, mis hermanos a los que amé como a nadie más podré amar. Cada uno dejó una profunda huella en mí, haciéndome valorar lo menos pensado, forjándome el coraje para seguir adelante, sin importar lo que haya pasado tiempo atrás, sabiéndome como una mujer fuerte, que como el ave fénix, renací ese día en el lago, lugar donde una parte de mi murió. Aún tiempo después, me pongo a ver las fotografías de aquellos tiempos, recordando sus risas, su forma de hablar de cada uno, las cosas que hacíamos y las que dejamos de hacer.

He comenzado a escribir un nuevo diario, me lo ha recomendado mi psicólogo, para desahogarme, para que sea de alguna forma mi escape emocional; me lo pidió hace unos meses, pero hasta este momento es en el que me atrevo a escribir, es el momento en el que me siento lista nuevamente para afrontar la vida, para dar la cara, para ser alguien, mi versión del fénix se ha completado, y es el momento de seguir con mi vida.

-Veo que has escrito mientras llegaba-. Dice Elder sentándose frente a ella, dentro de una habitación cálida, reconfortante.

-Lo estoy comenzando, hace mucho que no hacía un diario y no sabía como empezar-. La voz de Alexandra es suave, casi como un susurro, pero firme a la vez.

-Después de todo este tiempo conmigo, ¿te sientes más tranquila?-. Le pregunta dibujando en su rostro una sonrisa, como si fuese un padre viendo crecer a sus hijos.

-Si, mucho mejor. Podría decir que de alguna forma me siento… libre-. En sus ojos hay un brillo que hacía mucho tiempo no aparecía.

-Me alegra escucharte hablar de esa manera. Y créeme, el diario te va a ser de mucha ayuda-. Elder continúa mirándola, sin apartar la vista de aquellos ojos, sabiéndola llena de vida.

Sólo En La Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora