Mi amor verdadero (Emison)

Hablando de ella

Alison's pov

Me levanté el día siguiente con una gran sonrisa en la cara, era como si volviera a vivir aquellos años del instituto, cogí las llaves de la cabaña por prestado y lo hice con mi mujer allí, apartado de todo el mundo pero con cierta probabilidad de que pudieran descubrirnos. Tenía cuartada, estuve hablando con Elena de lo que tendría que decir en caso de que alguien pasara por la habitación y viera que no estaba allí, ella era mi alibí, aunque aún con ese riesgo de pillarnos, seguí con mi propósito y todo terminó genial, tal y como planeé, sintiendo el cuerpo y los dedos de la morena que tanto me fascinaba. Me giré para ver que eran las ocho de la mañana, y hasta las nueve y media no teníamos el desayuno, así que poseía tiempo suficiente para quedarme en la cama y pensar en Emily; ella junto con nuestras hijas era la persona más importante en mi vida, por la que no dudaría en arriesgar la mía con tal de salvar la suya, claro que mi morena siempre decía eso y como era una copia de su padre, no dejaría que lo hiciera, ya que sería ella quién diera su vida por mi. Dios... la quería tanto que era imposible describirlo. 

- ¿No te estarás masturbando pensando en tu mujer verdad?- la voz de mi compañera me sacó de mis pensamientos.

- ¿Cómo dices eso?- empecé a reírme- no lo haría con tu presencia- la miré con una ceja levantada- eso lo hago en privado- añadí recordando la de veces que me había tocado pensando en mi morena.

- Alison Fields, ya me estás diciendo cuántas veces te has masturbado- se sentó en la cama interesada a que la contara mis experiencias solitarias.

- No pienso decírtelo- negué la cabeza- eres igual que Hanna, y si ella no lo ha conseguido, tu tampoco lo harás- la apunté con mi dedo.

- Mala- hizo pucheros intentando convencerme.

- ¿Por qué no me dices tu la de veces que te has tocado pensando en tu novio?- dije entre risas.

- Touché- cogió un cojín y lo abrazó- cuéntame la historia de cómo os conocisteis- abrazó la almohadilla esperando a que la relatara el día que nos encontramos.

Tenía a Elena sentada con un cojín entre sus brazos, mirándome fijamente y esperando a que comenzara lo que me había pedido; adoraba pensar en esos instantes, en los que mis ojos vieron por primera vez a la que sería la mujer de mi vida.

- Tenemos tiempo suficiente- miré al reloj- así que ponte cómoda y prepárate para embarcar en nuestra historia de amor- me puse confortable.

- Igual necesito algo de comer no?- cuestionó colocando un pie en el suelo para levantarse.

- Quédate donde estás- demandé con una sonrisa- para cuando termine será la hora del desayuno, por lo que como amiga tuya sé que aguantarás- la miré mientras volvía a sentarse como lo hacía un niño cuando le mandaba una madre.

- Está bien, pero que sepas que te hago caso porque te quiero- comentó haciendo que me riera a carcajadas.

- A veces me recuerdas mucho a Hanna.

- Espero que eso sea bueno- me amenazó con su dedo.

- Pues claro que si- cogí otra almohadilla y se la tiré- Han es una persona muy graciosa e increíble- dije acordándome de nuestra rubia comilona.

- Ah, entonces como yo- dijo presumida.

- Que orgullosa eres- agité la cabeza riéndome.

- Pero me quieres igual- siguió mi gesto.

- Razón no te falta.

- ¿Me vas a contar la historia o no?- volvió a  preguntar atraída.

- Si no hubieras dicho para ir a coger algo para comer, ya hubiera empezado- la apunté con mi dedo echándola la culpa aunque supiera que en el fondo era de broma.