Capítulo 33. No debería, pero quiero.

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Admito que la situación fue más difícil de lo que pensé que podría ser.

Cuando tan solo llevaba un par de horas dentro de ese sitio, vi cómo estaba el destino me estaba poniendo a prueba.

Ben acababa de marcharse a la ducha, pero eso no fue lo que me sacó de quicio. Lo que hizo que tuviera que cerrar la boca para no gritar, fue el hecho de que la chica con la que se había besado en el escenario fue tras él. Algo que, probablemente, sería habitual entre ellos.

No me voy a engañar a mí misma. Estoy celosa. Muchísimo. No me importaba admitir eso. Al menos no a mí misma.

Ver a la pelinegra volver sólo un par de minutos después me alivió, porque no podía haber pasado nada allí. Bueno, algo si pudo haber pasado, porque la chica no paraba de echarme miradas desde su cama, no muy contenta por mi presencia.

¿Quizá Ben no quiere estar más con ella ahora que estoy yo aquí?

No. Seguro que no es eso.

El entrenamiento a la mañana siguiente fue tan jodido como lo imaginé. Y no precisamente por el esfuerzo físico. Sabía que estar a solas con Ben no iba a ser nada fácil.

El momento en el que confesé que mi padre había muerto, por un momento quise que me abrazara, pero cuando le vi dando un paso en mi dirección, inmediatamente me aparté. No iba a ser capaz de soportar su toque.

Eso es lo que pensé en ese momento, pero cuando llegó la hora del combate y le sentí acercándose a mí, cada vez más y más. Por un momento, le dejé. Le dejé que me abrazara por la espalda de la misma manera que hacía cuando estábamos juntos.

Un segundo después, estoy a horcajadas sobre él. Del mismo modo que estaba cuando hacíamos el amor. Porque eso era lo que hacíamos Ben y yo.

Su siguiente movimiento, me pilló completamente por sorpresa y casi cuando me di cuenta, Ben estaba a cinco centímetros de mí, preparado para besarme. Con su mirada aún fija en la mía, giro la cadera haciendo que el ruede fuera de mí.

-Auch-dice frotándose el lateral de la cabeza.

-Lo siento, lo siento-digo, poniéndome de rodillas junto a él, examinándole por si se ha hecho sangre.

Miro con delicadeza por la zona y no encuentro nada, sólo un pequeño bulto que se hace más grande por momentos.

Pone su mano encima de la mía para apartarla del golpe.

-Ha sido mi culpa, Cassie. No te preocupes.

Y nos quedamos ahí sentados, con su mano todavía cubriendo la mía. Como si ese simple toque no me afectara.

-¿Puedo pedirte algo, Cassie?

-No creo que estés en condiciones de pedirme nada, B...

Rueda los ojos y aparta su mano, haciéndome un gran favor. Aunque en el momento en que su toque desaparece, ya lo echo de menos.

-Sé que estás enfadada. Y te entiendo. En cierto modo, sabía que estabas allí fuera. Sólo que no esperaba que hubieras sobrevivido todo este tiempo. Aún así, pese a lo que pude hacer con Hacha, me...

-Así que ese es su nombre-le interrumpo.-Hacha-repito-. Bonito nombre.

-Cassie... -me pone su cara de pena, esa con la que me era imposible enfadarme. Cuando se da cuenta de que no surge efecto, decide continuar hablando.-Prometí a Sam que en la primera misión que tuviera te buscaría.

Ni un apocalipsis nos separará (Apocalipsis #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora