JOYCE [No Mires Atrás II]

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Cuando Joyce recuperó la conciencia se encontraba en una habitación casi inmaculada, solo se veía una ventana y la cama en la que estaba recostada. Aún era de noche. Le dolía la tremendamente la cabeza por el golpe que había recibido hace algunas horas y cuando comenzó a recordar, la voz de su madre entró a su mente "No mires atrás" era lo que escuchaba.

Comenzó a llamarla y fue entonces cuando vio al hombre que le salvó la vida en la calle. Era uno de los sujetos que ingresó a la tienda para ver el informe de noticias al igual que ella. Estaba sentado en el suelo, apoyando la espalda en la puerta.

— Tranquila—. Le dijo el hombre con voz pasiva— Debes recuperar tus fuerzas antes de irnos.

Joyce volvió a cerrar los ojos, sentía su cuerpo débil.

Cuando despertó por segunda vez era casi medio día y se sentía débil por la noche que había pasado. El hombre aún estaba en la puerta, con su espesa barba y su cabeza calva.

Tenía muchas preguntas que hacerle a su "héroe" pero sus fuerzas flaqueaban así que el sujeto se anticipó diciéndole que al día siguiente podrían conversar y partir de este solitario lugar.

El sol estaba dando sus primeros rayos a la tierra cuando Joyce despertó. El hombre no estaba en su lugar habitual. La niña de catorce años se sentía segura y decidió quedarse en esa cama hasta casi medio día. El hombre aún no había subido y decidió salir de la habitación.

Se encontró que esta casa era de dos pisos.

— ¿Hola?— Saludó dubitativa al encontrar al hombre en la cocina que estaba en el primer piso. Este le daba las espaldas.

— Sabía que bajarías pronto—. Sonrió girándose hacia la niña— ¿Te sientes bien? Te preparé el desayuno. No se cocinar muy bien—. Confesó.

— Gracias—. No iba a rechazarlo, aunque no lo conociera le salvó la vida y además tenía mucha hambre— ¿Cuál es su nombre?

— John.

— Mi nombre es Joyce. Gracias por salvarme—. Dijo, ya que no había tenido tiempo para decírselo antes.

— Ten—. Dijo poniendo una sartén con huevos revueltos en la mesa y un pan. Hizo un gesto para que se sentara.

Joyce le agradeció dedicándole una sonrisa. Pero ya era hora de que aclarara sus dudas.

— ¿Mi madre...?—. Preguntó después de haber dado unas cuantas probadas a la comida que John le había proporcionado.

— Perdón hija, solo te vi a ti en la calle—. Dijo con tristeza.

Joyce supo la respuesta pero no quiso mencionarla, ya sabía que había pasado con ella.

— ¿Qué fue todo lo que sucedió?

— Hay quienes piensan que fue un ataque biológico de los terroristas. Otros que fue algún experimento del gobierno. Algunos dicen que es un virus extraterrestre... la verdad es que nadie sabe a ciencia cierta que sucedió, solo sabemos que algunos que respiraron de esa niebla alterada murieron intoxicados. Para luego... ya sabes—. Le costó conservar el temple un momento. Joyce pensó que comenzaría a llorar pero no fue así— Las personas que volvieron contagiaron a muchas más... a las que mordieron o al menos rasguñaron, a los que no pudieron escapar de ellos fueron devorados. Fue un infierno...

— Los muertos no pueden volver a la vida—. Joyce no pudo contenerse, lo que John le estaba contando desafiaba a toda lógica... pero algo por dentro le decía que si era posible, y estaba pasando.

— Te salvé de uno que quería comerte Joyce—. Le recordó con amabilidad.

— Se arriesgó por mí...— Dijo conmocionada. Siempre estaría en deuda con ese señor. No sabría cómo pagárselo.

RESURRECCIÓN - No mires Atrás (Pausada)Where stories live. Discover now