Capítulo tres

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< Edward >

Di una larga calada al cigarro que acababa de encender a la vez que miraba el reloj en mi muñeca. Ya pasaban cinco minutos de las doce, la hora en la que había quedado con Marie, y ella no aparecía. Y mi desespero y pesimismo solo me hacía pensar una y otra vez que no iba a aparecer. Que se habría quedado con aquel idiota, incluso con lo mal que éste le trataba, solo porque era más guapo, más refinado y más chico Disney que yo.

— ¿Desde cuando fumas, Eddie? Es malo para ti - aquella irritante pero adorable voz rompió el silencio y me sacó de mis pensamientos a la vez que las pequeñas manos de Marie agarraban mi cigarro y para luego tirarlo al suelo y pisarlo con sus altos tacones -. No me gusta que lo hagas.

— Lo dejaré - hablé, a la vez que me ponía de pie y me daba la vuelta para abrazar su cintura -. Dejaré lo que sea, y cambiaré lo que haga falta para, esta vez, mantenerte a mi lado... Pensaba que no ibas a venir.

— Es una locura... - murmuró ella, asintiendo con la cabeza - Ni siquiera sé qué hago aquí.

— Yo sí que lo sé, nena. Tú eres solo para mí.

Sin ni siquiera pensarlo dos veces me abalancé sobre ella y empecé a besarla con fuerza. Había estado esperando tanto tiempo para volver a sentir a Marie entre mis brazos, para volver a sentir sus labios y sentir sus besos... que no quería esperar ni un segundo más. Marie dio un pequeño gemido pero luego sujetó mis mejillas con fuerza y siguió mi beso con la misma intensidad.

Mis brazos bajaron por su cintura hasta sus piernas para obligarla a saltar y que éstas quedaran alrededor de mi cintura. Poco a poco caminé hacia la pared del chiringuito, ya cerrado, en el que nos habíamos visto aquella misma mañana y la puse contra ella. Sentí como nuestras respiraciones se habían acelerado en tan solo segundos.

— Nena... - mi voz ya había bajado un tono, volviéndose más grave y rasposa, debido a lo caliente que me encontraba en aquel instante - Marie, necesito hacértelo. Ahora.

— Sí... - ella misma se apresuró en quitarme la camiseta, tomando la iniciativa - Te necesito ahora mismo, Eddie.

Agradecido por que no me hiciera esperar más para aquello. Llevaba mucho tiempo sin sexo, y mi erección no había necesitado más que aquel acelerado beso para unirse a la acción. Marie, al sentirlo, empezó a moverse levemente de arriba a abajo sobre ella, haciendo que ésta se endureciera todavía más. Gruñí levemente mientras tanteaba su espalda, en busca de la maldita cremallera que me ayudara a deshacerme del estúpido vestido rosa que Marie llevaba.

Todo mi cuerpo parecía arder, deseoso de que aquel momento por fin llegara. No podía creer que hubiera tenido que esperar tres años para que aquello ocurriese. No tardé más que segundos en deshacerme de toda la ropa que ella llevaba, dejándola completamente desnuda. Ella parecía algo aturdida, desorientada, como si no supiera qué hacer.

— Marie, nena... - susurré, acariciando su mejilla - ¿estás bien?

— Hazme el amor, Eddie.

Sonreí levemente y asentí, besándola de nuevo. Escucharla pedirme aquello solo me hacía sentir más ansioso. Así que al ver que ella no tomaba la iniciativa, yo mismo desabroché mis pantalones, y los bajé levemente, junto a mi ropa interior, no del todo, solo lo suficiente para poder sacar mi erección de ellos. Marie, empezando a reaccionar por fin, desabotonó mi camisa, dejando mi torso al aire, y empezó a recorrerlo con sus delicadas manos y suaves dedos.

Acaricié suavemente su pelo, mirándola a los ojos. Puse sus piernas de nuevo alrededor de mi cintura y, sin entretenerme más para no hacernos esperar. Entré lentamente en ella, queriendo disfrutar de cada segundo. La escuché gemir justo sobre mis labios, haciendo que me recorriera un escalofrío solo al recordar lo increíble que era hacerla gemir.

Savage « Dark Knight 2 » | DISPONIBLE EN DREAMEWhere stories live. Discover now