CAPÍTULO NUEVE.

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Cuando vio a la mujer dentro del cuarto, sintió que había alguien más a quien hacer a un lado, la mujer podría no ser de ayuda en sus planes y menos si hacía que se alejara del cuidado de Dante. Eso sin duda arruinaría todos sus planes. En el momento en el que escuchó la pelea con los hombres sintió que todos sus planes que iban por la borda, si Álvaro iba a ver qué era lo que había hecho su madre entonces estaba perdido, tanto él como Dante.

Su preocupación fue mucha y más cuando prácticamente estaban moviendo al chico, si Álvaro por alguna razón iba lo reconocería y lo mataría en ese mismo instante, cosa que, a pesar de ser un hombre demasiado infeliz y ya sin nada qué hacer por la vida más que responder a los trabajos que ya no le dejaban nada bueno, no quería morir y mucho menos a manos de ese maldito.

Pero todos sus temores se dispersaron rápidamente cuando la mujer comenzó a hablar sobre su nieto, ella no estaba allí para echar a perder sus planes, lo único que quería hacer era ayudar a Dante y en ese aspecto le estaba dando ventaja ya que mientras mejor estuviera el chico, más fácil podían escapar del lugar sin tener que detenerse constantemente. Lo único que realmente no previó cuando planeó todo fue el encontrarse con ella, sabía su nombre y sabía perfectamente quién era en el momento en el que la vio, la mujer mayor había sido una gran persona, desde que su nieto nació, lo había educado y le había enseñado buenos principios, incluso no permitía que el trabajo de su padre se entrometiera en él y en la forma de pensar que el niño tenía. Todo eso lo había escuchado de aquel niño, la forma en la que hablaba de la mujer, la forma en la que sus ojos se iluminaban y llenaban del más puro amor, orgullo y admiración siempre lo hacían desear el haber tenido a alguien así a su lado. Durante mucho tiempo escuchó de ella, incluso había aceptado el conocerla en persona pero eso jamás fue posible debido a la muerte de aquel chico al que tanto amaba.

Habían pasado tantos años ya pero podía ver que no era al único al que le dolía la pérdida de una persona tan generosa como Carlos, el dolor en los ojos de ella le era bastante familiar pues los veía cada vez que se veía al espejo por las mañanas, cada noche o cada vez que los recuerdos lo golpeaban, él la entendía.

Pero el hecho de saber la historia y de entenderla no hacía que fuera menos dolorosa el escucharlo de la propia voz de la mujer que se había encargado de cuidar al hombre que tanto amó. Eso simplemente le rompió el corazón tanto que tuvo que luchar con todas sus fuerzas para no romper en llanto y tirarse de rodillas para implorarle su perdón. Sí, había sido cierto, esos hombres habían tratado a Carlos de la peor manera posible y todo frente a sus ojos, se moría de ganas de decirle que él había sido la última persona en verlo con vida, ¿pero entonces qué pasaría? Seguramente le reclamaría por no poder haberlo defendido de los hombres que lo atacaron salvajemente, lo culparía a él por la muerte de su amado hijo. Incluso así, al ver las lágrimas de dolor y desesperación, quería decirle todo lo que el chico le había confiado de ella, cuán agradecido estaba por el haber cuidado de él durante tanto tiempo, por haberlo protegido de su padre, quería decirle toda la admiración, el amor y el agradecimiento que Carlos sentía por esa hermosa mujer que recordaba cada día y que por culpa de su padre no podía volver a ver, a la mujer que por culpa de su padre no había podido decirle adiós, decirle un último "te amo", un "gracias".

Su garganta dolía, tanto que era insoportable. Se puso de pie y se dirigió a la ventana de la habitación, sabía que de seguir a su lado no podría aguantarse las ganas de llorar y de hablar todo lo que había callado, de decir todo lo que Carlos no pudo.

Dante consoló a la mujer mientras él se hundía un poco más en ese abismo en el que había caído desde que era un niño y en el cual se hundió mucho más cuando perdió al único hombre que pudo llegar a amar.

Mi salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora