Flores en sus drogas

Violetas

Supe desde que te conocí
que cualquiera
puede decir
"te amo",
sin siquiera
sentir el "te".
Que cualquiera
puede besar
sin sentir
ningún cosquilleo
en el corazón.
Que las constelaciones
se trataban
de los lunares
que unía cada tarde,
mientras sonaba
de fondo
alguna canción
con ganas de
no ser escuchada.
Que los grifos
iluminan,
aún estando tristes
y que han escuchado millones
historias de amor,
tales como la nuestra,
a pesar de que
terminó incompleta,
tuve que rellenarla
con lágrimas
y una botella de ron
para pasar las penas.

Contigo aprendí,
que no hay que tener
un pasado perfecto
para serlo en el presente,
es solo cosa de querer.
Que las canciones
sonaban mejor
si las escribías tú
y que mi mejor melodía
era la de tu voz.
Que es fácil romper
pero difícil reparar
y que, a pesar de
las veces que me dijiste
que ibas a hacer
lo imposible
por verme
siquiera sonreir,
fuiste tú
quien me tiró
en la orilla
de un abismo.
Que las mejores
personas
llevan escritas
con llave
lo que otros
escriben
con sangre.
Y que, incluso,
puedes amar
a alguien
con todas
tus fuerzas,
pero eso
no quiere decir
que el otro
sienta lo mismo.