ごめんなさい

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Para Josh todo pasó rápido, haberse quedado una noche en la funeraria, durmiendo a un lado del castaño en aquellos sofás incómodos para después llevarlo a alguna iglesia donde los padres de Tyler habían escogido.

Josh no entró a la capilla, no quería escuchar el sermón del padre y menos ver a todos aquellos rostros largos y prendas negras.
Sólo tomó el ataúd junto con el hermano de Joseph y sus amigos, acercando la caja a la entrada del lugar y después caminar lejos de ahí, con un cigarrillo colgando de sus labios.

Después fue la parte difícil, el sol quemaba sus hombros y algunas gotas resbalaban de su frente cuando caminaron al cementerio.
El tintado de azul caminó a un lado de la destrozada mujer que había terminado por apoyarse en Josh para caminar el extenso camino.

Dun no podía creer lo que vivía, tomando un puño de tierra cuando le tocó decir unas palabras y tratar de que el nudo en su garganta le dejase por lo menor respirar.

"No hay palabras," murmuró, mirando el hondo hoyo, donde la caja de madera ya estaba. "Tyler, era esa persona que se preocupaba de ti aún cuando el estaba más dañado que tú." Sonrió amargo a sus palabras y negó. "L-lo siento." Dejó caer la tierra arriba de la caja y caminó a unas cuantas tumbas lejos de ahí, cabizbajo.

"Josh," el tintado quitó la mirada del césped debajo de sus pies, mirando a la mujer que le sonreía de lado. "Estaremos en casa, tomaremos café. Por si quieres ir y arreglar algo en la habitación de él." El final de sus palabras salían con dificultad, josh asintió, sacando otro tabaco de la caja que descansaba en el bolsillo trasero.

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