El plan perverso de la Sra. Amira

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Kaled se reunió con su madre en su apartamento, ella lo recibió feliz, pensó que ya me había olvidado, y que retomaría el control sobre su hijo.

Kaled quiso ser lo más sutil posible para evitar nuevamente el disgusto de ella, pero era inútil.

-Madre estoy profundamente enamorado de una mujer maravillosa, y quiero casarme con ella,  me gustaría que estuvieras presente en mi boda.

Ella se quedó en una pieza, sin contestar, me imagino que intuía lo que su hijo le iba a decir. Kaled continuó.

-Tengo una hija que amo con toda mi alma y quisiera que tú la conocieras. La Sra. Amira que estaba sentada en el sofá, se levantó de un tirón, trató de cambiar la conversación, mientras caminaba hacia la gran ventana panorámica de donde se veía la calle, se cruzaba de brazos y le daba la espalda para ocultar su enojo, ella sabía de quien quería hablarle Kaled.

-Por favor madre te lo pido, acepta mi relación con Alejandra, yo no quisiera tener que alejarme de ti. Ella se llevó las manos hacía los ojos, aun de espaldas a él y tras soltar algunas lágrimas en silencio se incorporaba rígida y secando su rostro le dijo alejándose a su habitacion.

-No me siento bien, por favor déjame sola.

Él sin decir más nada salió del apartamento. Estando fuera del edificio decidio llamar a su nana.

-Nana soy yo Kaled, ¿cómo está mi madre? Salí preocupado, ella dijo que se sentía mal, podrías verificar que este bien, y no me menciones por favor nana, te volveré a llamar.

Kaled esperó angustiado, prefirió salir porque sabía que no lograría nada con imponérsele. Y era obvio que la Sra. Amira jamás me aceptaría.

Al cabo de unos minutos, Kaled llamó nuevamente.

-Nana soy yo.

-Ella está bien mi niño, está hablando con alguien por teléfono.

Kaled respiraba aliviado, recordó el infarto de su madre cuando discutía acaloradamente con él, en Dubái. No soportaría ser el causante de un nuevo inconveniente con ella.

Estaba devastado; pero aun así no desistía de la idea de casarnos.

Mientras la Sra. Amira ideaba un plan que pondría a prueba el amor de los dos...

En su habitación recostada hablaba con Samira, ella le pedía que fingiera estar embarazada de Kaled.

A pesar que Kaled no le prestaba atención, para ella se convirtió en un especie de reto y esos casi dos años que estuvieron casados, ella llegó amarlo, Kaled aún estaba en trámites de divorcio, las leyes de Pakistán son muy diferentes a las de Estados Unidos. Sin embargo él tenía la esperanza de anular el matrimonio, alegando que él no estaba en sus cinco sentidos cuando se casó, por su pérdida de memoria... La maldad de su madre no tenía límites y ponía en marcha la gran mentira que supuestamente me separaría de él.

La semana siguiente Kaled decidió presentarle a la niña, muy a mi pesar acepté, tenía confianza que él la protegería de ella.

Esa tarde preparaba a mi hija para ir a conocer a su abuela, por primera vez le hable de ella, trate que la niña llevara una buena imagen de aquella señora que nos hizo tanto daño; separándonos de Kaled.

Era sábado, le pedí a Kaled que me dejara en casa de mis padres, mientras él iba con Kala a ver a la Sra. Amira.

Él no le avisó a ella que iba con su hija hacia allá, confiaba que al ver a Kala no le quedarian dudas que era su nieta.

Eternamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora