Capítulo 47. El Susurro.

6.1K 335 217
                                    

Capítulo 47.

El Susurro.

Era incapaz de ver que el verdadero dueño del juego era Bradford y que ella era una pieza más.

Fue hasta la semana siguiente de haberme tatuado que Alejandro se dio cuenta. Estábamos desayunando en silencio, como ya era costumbre siempre que estábamos en la misma habitación. Yo comía mi cereal con cucharadas lentas, la herida ya había sanado, justo esta mañana me había quitado la ligera venda y simplemente me había quedado con el delgado plástico cubriéndolo.

Como no tenía habilidad alguna para hacer algo con la mano izquierda tuve que dejar de evitar usar mi derecha y tomaba la cuchara temblando y rogándole al cielo que Alejandro no mirara en mi dirección.

A lo largo de la semana Ana había visto el vendaje, pero no insistió demasiado en ver pues yo le había dicho que era una herida cualquiera. Un raspón. Y realmente no había mentido del todo.

Pero ahora era distinto, lo único que había entre la mirada de mi padre y mi tatuaje era un delgado plástico transparente.

Evité hacer movimientos bruscos, evité llamar la atención de cualquier manera posible. Alejandro ya se estaba despidiendo cuando su mirada cayó de pronto a mi mano.

Pasaron pocos segundos, él tenía la boca muy abierta, se puso pálido; y seguramente yo tenía la misma expresión en el rostro.

Bueno, esto tenía que pasar tarde o temprano.

No entendía qué pecado estaba pagando para que hubiera sido tan temprano, pero una parte de mí soltó un gran suspiro. Había sido terrible la espera.

-Pap...

-¡Más te vale que esa porquería se borre! -gritó furioso, probablemente más furioso de lo que lo había visto alguna vez.

Su rostro completamente pálido pasó de un segundo a otro a un rojo intenso y en ese momento descubrí que, cuando mi papá estaba muy molesto, una vena se saltaba en su frente.

Su agarre en mi cabello fue tan inesperado que no pude ni siquiera pensar en contener el grito de dolor. Me arrastró así hasta el medio baño del piso de abajo y a mitad de camino se me saltaron las lágrimas.

Soltó mi cabello en un movimiento brusco y aventó mi mano al lavabo de mármol.

Por el espejo del baño vi la expresión horrorizada de Ana, justo detrás de nosotros. No sabía que era lo que la tenía tan conmocionada, si descubrir que mi raspón era más bien un dibujo con tinta que nunca se borraría o ver a mi padre por primera vez en la vida poniéndome un dedo encima.

Alejandro abrió la llave sin siquiera fijarse qué temperatura era y arrancó el plástico de mi dedo medio. Talló con sus yemas con tanta fuerza que me dejó marcados sus dedos. Cuando nada desapareció corrió hacia la canastilla tejida a mano que estaba sobre la caja del escusado y tomó una pequeña esponja.

Cuando volvió a meter mi mano bajo el chorro del agua éste ya estaba hirviendo y el vapor salía sin control.

-¡No! -grité llorando, aterrada por no poder sacar mi mano. Él también tenía las suyas bajo el chorro pero parecía no notar o no interesarse por la temperatura.

Tallaba el zacate sobre mi dedo con fuerza, haciendo aún más sensible esa parte bajo el agua caliente. Fue el dolor más intenso que había sentido en toda mi vida, a pesar de que la costra ya se había caído y de que había cuidado mi tatuaje con mucho esmero, siguiendo todas las instrucciones que Rachel me había dado, la zona seguía mil veces más sensible y ahora bajo el agua hirviendo y el constante roce de la esponja, temí que empezara a sangrarme el dedo.

BAD |Camren|Onde histórias criam vida. Descubra agora