Territorial

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Que bien se sentia el estar rodeada por ese calor, sentir la respiración de él en su cuello y sus piernas entrelazadas, se sentia tan bien que ya tenia ganas de llorar. Magali giro lentamente, no queriendo arruinar aquel momento y quedo de frente a un dormido Cedrix.

Se le veía tranquilo, en paz y demasiado atractivo, ¿cómo era eso posible? Ella de seguro dormida se vería mal, demasiado mal. Pero él no, le irritaba de cierta forma, pero no porque fuera así de hermoso, sino por las tantas mujeres que estuvieron cerca de él cuando ella aún no lo conocía, o cuando se alejó de todos. ¿Habría estado con una mujer? Era un Especie, era su naturaleza, pero aún así a ella le dolía infiernos el simple pensamiento.

Con la punta de los dedos se dio el lujo y el placer de tocar esos labios, de admirarlos y comprobar que eran demasiado suaves. En sueños Cedrix abrió la boca, sólo un poco, pero lo suficiente como para permitirle ver los colmillos. Su especie era Felina, eso lo sabía muy bien, pero aún no sabía cuál. ¿Se atrevería a besarlo? No, no podría, sería como violación.

— ¿Magali? — sin poder evitarlo sonrió, se giró y vio a su retoño pelirrojo, los ojos medio cerrados del crío hacían obvia la señal de sueño. — ¿Puedo dormir de nuevo contigo?

— ¿Por qué lo preguntas? Es un claro "si", cielo.

Con un gran bostezo, Greco subió a la cama y se acurrucó contra ella, gruñendo al notar la mano de Cedrix. La sujeto de la muñeca y la retiró, Magali quiso hacer berrinche por eso, pero lo dejo de lado. Su pequeño híbrido era territorial, y sabia lo mucho que había llorado por el felino, así que por esta vez la dejaría pasar.

Jugo con el cabello largo del crío, ayudándolo a conciliar más rápido el sueño y cuando estuvo totalmente en el mundo de los sueños, se fijó en el reloj de la pared. Ya era de mediodía, debía comenzar a preparar todo. Con mucho cuidado, salió de la cama, agradecida a Dios al no haber despertado a ninguno de sus dos machos.

Escogió su ropa para ir al trabajo, miro una vez más a sus muchachos, asegurándose de que ambos siguieran dormidos y entro al baño, tomó una ducha rápida, se vistió y acomodo su cabello en un moño alto. Salió del cuarto de baño, al ver a la cama su corazón revoloteo como las alas de un colibrí.

Cedrix tenía abrazado a Greco, quien estaba arriba del felino. Ambos dormidos y roncando, nada exagerado, sólo un pequeño y divertido sonido. Magali sonrió como estúpida, se veían tan lindos juntos.

Tomando su guitarra, la cual estaba en el estuche y fue a la sala, sus padres veían la televisión y parecían una pareja de enamorados, uno apoyado con el otro.

— Ya voy a ir a trabajar, les encargó a Greco y a Cedrix. — les dijo, mientras tomaba las llaves de la mesa del recibidor.

— ¿A tu novio? — la pregunta con tono picarón de su madre la hizo sonrojarse.

— No es mi novio, mamá, es un amigo que me necesita, eso es todo.

— Mujer, nuestra nena está ya grande, si no nos quiere decir que es su novio o que comenzará a hacer un Herem, no debemos enojarnos.

— ¡Papá!

Los padres de Magali comenzaron a reír, ella rodo los ojos y salió de la casa, abrió el barandal y volvió al carro, sacándolo. Luego bajó para cerrar la reja, volver al auto e ir a su trabajo. Donde ahora trabajaba no se podía comparar para nada con La Reserva (Fénix), era un restaurante/bar, iba gente mayor, familias, jovenes, era un buen lugar y pagaban... bien. No podía quejarse.

Quedaba algo retirado de su casa, una hora y media para ser exactos, al llegar aparco donde le indicó el viejo Bill y después de saludarlo entro al lugar, la estancia era de colores marrones y dorados, con un toque de rojos. Las luces eran tenues, pero iluminaban bastante bien.

— ¡Magali! — su voluptuosa compañera de trabajo se lanzó a ella y la abrazo, Victoria, una chica muy dulce. — ¿Por qué estás toda ojerosa?

— Una muy mala noche, creeme. — le beso la mejilla, devolviendo el abrazo y después fue a su área de trabajo, el escenario.

— ¿Tu mamá se puso mal de nuevo?

— No, nada de eso.

— ¿Tu papá te jugo otra broma?

No me las recuerdes.

— Tampoco, sólo que un amigo tuvo unos problemas y ahora se quedará en casa, además de eso, digamos que Greco no le tiene mucho aprecio a este amigo. — acomodo el micrófono, ajustandolo a su altura.

— Oh, vaya, es raro. — Victoria se sentó en el taburete que correspondía al escenario. — Ese mocoso suele ser muy sociable.

Victoria no quería a los niños, según ella tuvo lo suficiente de sus hermanos y sobrinos, y por ello jamás iba a tener hijos. Pero con Greco era un poco más amable, tanto que lo llamaba mocoso y no óvulo fecundado.

Magali abrió el estuche, sacando su guitarra y ajustando las cuerdas, para que al tocar nada saliera mal. Cuando era pequeña temía mucho el hablar frente a gente, quien diría que ahora hasta cantaba. Sonrió por dentro, esos pequeños logros llegaban a satisfacer más que los grandes y eso era de apreciarse.

Poco a poco las familias fueron llegando, ella sólo tocaba ciertas canciones que le pedían y cantaba otras más, agradeciendo por los aplausos o por las las buenas propinas.

A la mitad de una canción, ya después de muchas horas de haber comenzado y de su descanso, tuvo un escalofrío. Le extrañó ya que el aire acondicionado estaba apagado, pero no le dio importancia, pues todo parecía estar bien y nadie se estaba quejando de ella, así que siguió tocando.

§♣§

Cedrix echo la cabeza hacia atrás, poniéndose un paño en la nariz, la cual estaba sangrando. Vaya forma de despertar. No sólo no había despertado abrazado a Magali, sino que además Greco le había dado porrazo con el puño en la cara por haberlo abrazo mientras dormían, ese niño era una máquina mortal.

Gruño al degustar el sabor de la sangre, odiaba eso. Fue al baño, abriendo la llave del lavamanos y juntando la suficiente con sus manos para lavar la sangre. El rojo de esta mezclándose al claro del agua, esa imagen le llevó a muchas escenas. Donde el pequeño entraba a la tina a lavarse, cuando debía quitarse la sangre después de haber peleado, cuando lo habían violado tan duro que le había producido mi muchas heridas.

Tosió, abrió la boca lo más que pudo y se produjo vómito, preferiría mil veces ese sabor que el de la sangre. Al dejar de sangra, de degustar el sabor cobre de la sangre, se lavó la cara y enjuago su boca, tomando un poco de dentrifico líquido.

Salió del baño, esperando ver a Magali preocupada por él, pero no fue así, no había nadie. Olfateo y a pesar de que el olor de aquella deliciosa humana se encontraba en cada lugar, supo que ella no estaba y eso lo entristeció.

Salió del cuarto, buscando a los padres o a Greco, alguien que le dijese donde estaba su humana... suya para proteger, no, alto, eso tampoco. Suya para reclamarle por tal secuestro y crianza del crío, si, eso estaba mucho mejor.

— Hey, muchacho, que bueno que ya despertaste — volteo hacia todos lados, no encontrando al dueño de la voz. — En las escaleras, la parte alta. — miro hacía arriba y ahí estaba el padre de Magali, a su lado y abrazado a la pierna del adulto estaba Greco. Ambos, el felino y el híbrido, mostraron los colmillos. — Por lo que veo se han llevado bien.

De Maravilla...

Cedrix (Nuevas Especies 11)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora