La calidez de un beso.

10.7K 502 93
                                    

El agua caliente caía sobre el cuerpo lleno de cicatrices de Remus. El vapor subía lentamente por el cubículo y llenaba todo el lugar. Remus masajeaba su cuerpo con delicadeza mientras disfrutaba de la agradable sensación que lo envolvía. Estaba concentrado en el calor que lo llenaba por completo y evitaba pensar en cualquier cosa que perturbara su baño. Había sido una buena idea haber madrugado y llegado antes que nadie a las regaderas. Tenía ya un tiempo que no hacía algo para relajarse y tomar fuerzas, y vaya que las necesitaba después de aquella luna llena y todo lo que ocurrió en los días posteriores.

Remus terminó su baño justo cuando alguien entró. Preocupado de que vieran su desagradable cuerpo, se vistió lo más rápido que pudo sin secarse.

– Oye. – La voz de Sirius lo tomó por sorpresa. Su amigo lo veía desde la entrada, con la puerta abierta y dejando entrar el frío aire matutino. Remus bajo la mirada y tomó su toalla para secarse el cabello, dándole la espalda a Sirius. – ¿No me vas a hablar?

– Pensé que tú eras el que no me hablaba. – Sirius por fin cerró la puerta y se acercó a Remus lentamente.

– Sabes, Lunático. Yo... lo siento, ¿vale? Ayer me comporté como un idiota...

– ¿Ayer? – Remus se giró de improviso, quedando de frente a Sirius. Observó el rostro tranquilo de Sirius, deteniéndose específicamente en su mirada, la cual parecía no muy segura de lo que estaba diciendo. – Sirius, no te entiendo. Actúas todo raro, me dices cosas sin sentido y luego te enojas conmigo sin darme explicación alguna. Siempre te comportas como un idiota, pero esta vez te pasaste.

– Vale, vale. Mira, estaba preocupado.

– ¿Preocupado de qué?

– De muchas cosas, Remus. Nunca me había sentido así, y esa chica me tenía con los nervios de punta. Tenía miedo de que fueras con ella. – Remus sintió como si hubiera sido desarmado. Ese malestar que Sirius le había causado desapareció al oír esas palabras y sus labios amenazaron con curvarse en una especie de sonrisa.

– Sirius...

– Espera, Remus. Hay algo que tengo que decirte. – Tomándolo del brazo, Sirius jaló a Remus hacia él y antes de que este pudiera decir algo, lo besó. Remus abrió los ojos y cerró la boca, pero la lengua de Sirius se la abrió con suavidad, como si estuviera pidiendo permiso para hacerlo. La mente de Remus dejó de trabajar, se nubló y su cuerpo se relajó, dejándose guiar por los suaves labios de Sirius. Todo iba tan lento, todo era tan raro. Remus no se sentía atacado o molesto. Había entrado a un estado de sopor nuevo y fascinante, en donde el cuerpo de Sirius pegado al suyo era tan familiar, tan agradable que sus manos alrededor de las caderas de Remus lo hacían sentir ligero, haciendo que un extraño peso desapareciera de sus hombros. Sirius lucía irreal y Remus estaba seguro que se derretía con cada movimiento de labios que hacía. Nada más existía para él en esos momentos; sólo Sirius y esa extraña sensación de estar en un sueño.



James despertó cansado. Su cuerpo le pesaba y la boca la tenía muy seca. Tardó varios minutos para sentarse en la cama y darse cuenta que no había nadie en la habitación. Suspiró, sin ánimos de ir a ningún lado, y se encaminó al baño para tatar de despertarse con un poco de agua fría.

Las regaderas estaban todas ocupadas y era casi imposible ver entre todo el vapor que se había generado. James pensó que sus amigos ya se encontraban en el Gran Comedor, pero un chico salió de uno de los cubículos y visualizó a Sirius en la regadera de al lado. Su amigo lucía tranquilo, su expresión estaba serena; y, de repente, sonrió. No era una sonrisa que James había visto antes. La manera de sonreír de Sirius siempre era salvaje, arrogante o gamberra. Sin embargo, esta vez no había ferocidad en su mirada ni nada que se le pareciera. Sirius Black sonreía de felicidad genuina, y James se sintió contagiado de esa alegría.

Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora