#8: Basta de juegos (FINAL)

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Derrotado, cargando aún a la que durante siglos fue mi amada mujer, atravesé el despacho que volvía a ser mío, abriendo con un pie la puerta de la habitación. Con mucho cuidado dejé el inerte cuerpo de Kira sobre la cama, tapándola un poco con las sábanas y apartando el pelo de su frente. Su rostro permanecía completamente sereno, a pesar de estar muerta estaba más hermosa que nunca.

Miré hacia abajo y rocé con mis dedos su barriga. Tampoco sentía a mis hijos, ellos también habían pasado al otro mundo. El aire de Gehenna terminó por ahogar a su madre, para segundos después impedirles a ellos dos seguir creciendo. Tres inocentes muertos...

Dije conocer bien a Kira, pero estaba tan sumido en mi propia desolación que no recordé algo muy importante: era el tipo de mujer que jamás se rendiría hasta conseguir respuestas. Debí saber que iba a regresar, que me iba a golpear por estúpido, que me iba a gritar por qué la abandoné cuando recién se había declarado. 

Y por idiota, no tendría esa oportunidad de nuevo. Si ella estaba muerta, pálida e inmóvil, era por mi culpa.

- Samael.

- Déjame solo- sollocé, dándole la espalda a mi padre.

- Hijo, escúchame... 

- Ya no puedo hacer nada, los he perdido a los tres. ¿Qué más quieres?

- Aún estás a tiempo, así que deja de lamentarte y mírame- levantó la voz. Incapaz de entender sus palabras, me giré a verlo con los ojos llenos de lágrimas-. Lleva pocos minutos muerta, podemos salvarla. Y si nos apuramos, entre los dos conseguiremos salvar también a los bebés.

- ¿Qué...?

- Entraré en ella y le daré mi energía para revivirla. Al mismo tiempo, tú céntrate en pasar la tuya a tus hijos. Te ayudaré, pero debes ser rápido. Aprovecha mi presencia, solo no podrás.

- ¿Por qué?- seguía sin comprender-. ¿Por qué me quieres ayudar? Es una humana...

- Pero es importante para ti, ¿no es cierto? Además, lleva a mis nietos dentro, eso no lo veía venir- sonrió un poco, mirando el cadáver de Kira sobre el lecho-. Deprisa, se nos agota el tiempo.

- Padre...- quise agradecerle, pero ya estaba dentro de la pelinegra. Un halo azul empezó a rodear su figura, así que espabilé y rodeé su barriga con ambas manos, pasando mi energía poco a poco sin detenerme. 

Pasaron varios segundos que se me hicieron eternos. No veía ningún cambio, Kira seguía sin moverse y todavía no sentía a mis pequeños. Me estaba desesperando, aunque eso no me impidió seguir luchando por mi familia. Mi padre aumentó su fuerza, yo le imité. 

Casi me voy al piso cuando empecé a oír dos diminutos cuerpos moverse dentro del vientre de mi chica. Ellos habían vuelto, había logrado revivirlos. Apenas asimilé que mis hijos volvían a vivir, oí un fuerte latido proveniente del pecho de su madre...

Fueron dos parpadeos, pero mi padre volvía a estar a mi lado, observando expectante a la mujer aún con los ojos cerrados sobre el colchón. 

- Vuelve a respirar- confirmó tras colocar un dedo debajo de su nariz, recibiendo una caricia de aire tibio como respuesta. 

- No sé cómo agrade...

- Sí que sabes- me recriminó tras interrumpirme con un manotazo en la cabeza-. Déjate de apuestas con ella, ya ves lo fácil que es perder a la mujer que amas. Tú has podido recuperarla, yo no. No te deseo ese sufrimiento, Samael, la eternidad te recuerda el dolor por siempre. Cuídala como hiciste todo este tiempo, porque por algo se enamoró de ti. 

Tras su improvisada regañina de padre responsable, suspiró y me palmeó el hombro antes de irse. Kira no tardaría en despertar, sería mejor que me quedase al lado de ella hasta entonces. 

Matrimonio apostado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora