19. Aquellos secretos

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Me desperté temprano para ayudarle a Yolanda con las cosas del día, si bien la cama estaba muy cómoda y no quería soltarme, este fin de semana no lo planeé para dormir, busqué mis cosas en silencio para no despertar a las chicas, nos dormimos tarde anoche, después de la guerra de agua fuimos a dar una vuelta por el bosque, cenamos, nos quedamos un rato haciendo sobremesa y nos fuimos a dormir.

Además, el viaje igual nos traía algo muertos.

Tomé una ducha, me vestí y bajé en silencio hacia la cocina, el aroma a panqueques y cupcakes llegaba hasta las escaleras, de verdad que Yolanda tenía una buena mano, aunque, si compitiera con Asher, no sé quien de los dos ganaría, yo no podría elegir, sería una decisión muy compleja.

Yolanda estaba tarareando mientras cocinaba, volvía a ser una niña feliz y de vacaciones al verla en la cocina.

—Buenos días. —Saludé, ella se sobresaltó.

—Me asustaste, Jenny. —Comentó colocando una mano sobre su pecho. Que exagerada, me reí. —¿Dormiste bien?

Asentí, comencé a buscar las tazas para llevarlas a la mesa, mientras ella seguía viendo la comida, después llegó Matt con Dylan en brazos, era el más despierto de los cuatro.

—Buenos días. —Saludó Matt y fue a darle un beso a su esposa.

—Buenos días. —Dije de vuelta, me acerqué a ellos y me entregó al bebé. —¿Cómo está el chico más lindo del mundo? —le tomé la mano y él agarró con fuerza mi dedo, con la mano que tenía libre se cubrió la cara. Que ternura.

—Muy bien, gracias. —irrumpió Eliot en la cocina.

—No te lo decía a ti. —Aclaré. Volví a hacerle gestos a Dylan.

—Soy muy guapo, admítelo.

—Sigue soñando, Eliot, sigue soñando. —Le saqué la lengua y el pequeño me imitó. —¡Eso!

—Jenny, no hagas eso. —me regañó Yolanda, me hice la ofendida y de paso formé un puchero con mis labios, ella volteó a verme. —No quiero ver esa carita, ya no tienes seis años.

—Pero... pero...

—Deja a Dylan en su sillita y ayúdame. —ordenó, riéndose, llevé al pequeño a la silla lo intenté acomodar, pero él se agarró de mi cabello.

—No quiere que lo deje. —Expliqué, tratando de zafarme de la tarea.

—Jenny... —Sentenció, suspiré y tomé las manitos del pequeño con cuidado para sacarlo de mi cabello, su labio estaba temblando, como que quería llorar, ay no.

—Quiero probar algo. —Eliot se acercó a mí y Dylan comenzó a patalear.

—Eliot... —Le di un golpe en el hombro. Dylan se río. Eliot me tomó por los hombros y el bebé comenzó a quejarse, entonces el chico me abrazó por los hombros y me dio un beso en la mejilla, Dylan comenzó a llorar.

Aparté a Eliot de un zape y me acerqué a tomar a Dylan en brazos para calmarlo.

—¿Qué pasó? —Se volteó Yolanda, acercándose a nosotros.

Eliot se tapó la boca con la mano, evitando reír.

Eyot. —Apuntó Dylan, tratando de decir Eliot. Comencé a mecerlo, el aludido se acercó y Dylan le sacó la lengua.

—¡Jenny! —Reclamó la madre.

—Esta vez no fui yo. —Me quejé, el pequeño volvió a reír. Eliot también carcajeó. —Lo que te espera, Eliot. —Entrecerré los ojos, amenazándolo.

Aquí... Con 4 Idiotas #1Where stories live. Discover now