Capítulo 36 - Peculiares y blancas mentiras

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Se había servido la cena en la casa de la familia Nam y todos se reunieron en la larga mesa del comedor para disfrutar de los alimentos. Sung Kyu estaba particularmente feliz esa noche porque al fin había recuperado la visión completa de su ojo y su habla estaba por ser casi perfecta. Woo Hyun no dejaba de lanzarle miradas llenas de felicidad y amor al mismo tiempo que lo tomaba de la mano con suavidad.

El ambiente entre ellos dos siempre era tan cálido. Algo digno de admirarse. Y de no ser por el repentino carraspeo de Sung Jong para llamar la atención de los presentes, aquella preciosa aura no se hubiera perdido.

Aunque Sung Yeol le agradeció internamente porque ya se estaba "fastidiando" de presenciar el meloso comportamiento de su primo con su joven consorte. Una actitud que de verdad lo confundía al mismo tiempo que se le hacía demasiado inusual. Aún no se podía acostumbrar. Siempre había creído que por las venas de Woo Hyun corría nitrógeno líquido y no sangre.

—¿Sucede algo, Sung Jong? —preguntó el dueño del restaurante mientras tomaba su expresión de siempre: una fría y calculadora que sólo era capaz de ser transformada por Kim Sung Kyu.

¿O era que Woo Hyun sólo se portaba de esa forma con ellos? ¿Los odiaba o qué? Eso también se lo preguntó Sung Yeol a sí mismo, cuando observó a su hermano de reojo mientras el pequeño se mordía el labio inferior con nerviosismo.

—Sí... Bueno... —Titubeó el menor, y los ojos de Woo Hyun se achicaron.

Y Sung Yeol sabía que aquello era un mal presagio.

—No —dijo Woo Hyun, antes de que Sung Jong pudiera pronunciar otra palabra.

—¡Pero ni siquiera has escuchado lo que te voy a pedir! —replicó antes de que Woo Hyun se cruzara de brazos.

—No hace falta, la respuesta es no.

—¡Woo Hyun!

Los ojos de Sung Jong se humedecieron entonces y, después, Sung Kyu tomó a su esposo por el brazo. Kim le sonrió y, como por arte de magia, Nam ablandó su gesto.

—¿Qué es lo que le quieres pedir, Sung Jong? —preguntó Sung Kyu con una tranquilidad impresionante, y aquello hizo que de nueva cuenta el muchacho se armara de valor para hablar.

—Quiero trabajar en tu restaurante, Woo Hyun.

Y su declaración descolocó a los dos adultos en la mesa, quienes se mantuvieron observándolo con mucha curiosidad por unos cuántos segundos más, antes de que Nam tomara de nuevo sus cubiertos y siguiera comiendo.

—Woo...

—No te necesito ahí.

—Pero...

—Pero nada. Dije que no y es no.

Sung Jong empuñó las manos sobre la mesa y por un momento Sung Yeol creyó que lloraría. Pero, en su lugar, su hermano menor suspiró profundo y de nuevo entreabrió los labios.

—Por favor.

—No.

—Siempre has dicho que tenemos que ser responsables y...

—No así.

—¡¿Por qué?!

—Porque puedes ser responsable aquí, en casa, haciendo tus deberes y portándote bien. Sacando buenas notas y haciendo lo que te digo...

—¡Siempre hago lo que me dices! Te respeto y...

—¡No necesitas trabajar para demostrarme que eres responsable!

—¡Lo sé, pero quiero trabajar!

Woo Hyun estuvo a punto de volverle a gritar a su pequeño primo, pero, de un momento a otro, los ojos de Sung Kyu lo detuvieron. La expresión de Kim denotaba algo de preocupación, y el dueño del restaurante no quería que aquello se convirtiera en un problema en su relación.

El Contrato | WooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora