*Candice White es una chica hermosa y alegre que no cree en el amor ni en cursilerías, pero al pasar el verano en la villa de su tía conoce a un rebelde que le roba el corazón y la hace cambiar totalmente de opinión poniendo todo su mundo patas arri...
El fin de semana se pasó volando y Candy y Eliza tuvieron que despedirse después de haberselo pasado en grande. Ya era lunes, bien temprano en la mañana, pues el viaje a Cabo Rojo desde Levittown tomaba dos horas y media aproximadamente y Candy quería disfrutar de la playa temprano. Además ansiaba estar con sus primas.
-Candy, ¿y todo ese quipaje, por fin te echaron de casa?
Bromeó Albert mientras ayudaba a Candy a meter la maleta en el baúl de su Jeep Liberty.
-Algo así. Estarán libres de mí por dos largos meses.
-Y a tí que te molesta tanto, ¿verdad?
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Respondió su hermano con picardía, un joven rubio de 25 años, pelo largo, alto, con un cuerpo que Bratt Pitt mataría por tener y unos arrolladores ojos azúl cielo. Hacía cuatro años que vivía sólo, había estudiado diseño gráfico en Atlantic College y trabajaba para una empresa de telecomunicaciones.
-Ya me conoces, hermanito.
-¡Jumm! Cuidado contigo, no vayas a enamorarte ahora por allá y decidas perder la cabeza y...
-¡Albert! Ya sabes que el amor no es para mí.
-Lo mismo dijeron papá y mamá y...
-¿Podemos irnos ya?
Preguntó Candy con fastidio, al parecer era el tema favorito que su familia y Eliza montaban cada vez que estaban con ella. Candy se había puesto un jean corto azúl oscuro y una camisa corta rosa, que como siempre, le dejara mostrar su piercing en el ombligo y unos tennis Nikenegros con rosa. Se había hecho dos trenzas bajas que caían hermosas por sus dos costados. Como era muy temprano, sólo se maquilló con un poco de polvo y lipgloss.
-Está bien, amargada. Y no deberías de ser tan grosera, de todas formas me ofrecía a llevarte, tengo que llevarte allí y regresar el mismo día, me debes treinta dólares por la gasolina.
-Pues que te los pague Dios.
Los hermanos olvidaron su tonta discusión a los pocos minutos de entrar al auto y cuando Albert encendió el stereo empezó a sonar "You're beautiful" de James Blunt y los dos comenzaron a cantarla como dos tontos. Después de dos horas y cuarenta y cinco munitos, finalmente llegaron a la villa, la tía Elroy y las chicas ya estaban a fuera esperándolas enfundadas en sus trajes de baños, bueno, las chicas, la tía era raro que se metiera al agua, prefería quedarse viendo novelas y películas.
-¡Candy!
Gritaron las tres emocionadas y corrieron a abrazarla.
-¿A caso yo estoy pintado en la pared?
-¡Albert!
Ambas chicas corrieron a abrazarlo también, ellas lo adoraban, pues cuando él aún vivía en casa de sus padres las llevaba siempre a pasear, a comer pizza y helados y las ayudó y cubrió en muchas diabluras cuando eran más pequeñas. Annie tenía diesciseis años, pelo largo negro con mechones rojos en la pollina, hermosos ojos azules, su cara siempre tuvo una expresión angelical y gozaba de una muy buena figura, pues era bien estricta con sus rutinas de ejercicios, estaba vestida con una falda corta con diseño veraniego en tonos verdes y anaranjados y el top de su bikini en los mismos tonos con unas chancletas perfectas para la ocación. Patricia, de diesciocho años, que no poseía una figura tan esbelta como la de su hermana, pero no por eso era menos bella, pues tenía el pelo castaño hasta los hombros recortado en capas y con destellos rubios, sus ojos eran grandes y marrones, muy expresivos y sus facciones un poco redonditas la hacían verse adorable, su traje de baño era negro, a cuerpo entero pero era totalmente abierto en el abdomen, lo que lo hacía ver único y sensual.