. Julieta .
Luego de un viaje silencioso a causa de que el tonto no quiso decirme a dónde íbamos, llegamos. Detuvo el auto antes de adentrarnos por completo al bosque, pude diferenciar los enormes árboles que nos rodeaban pero ya que era de noche solo se notaba la oscuridad y un poco de luz que irradiaba la luna llena.
Él se bajó del auto y comenzó a caminar, decidí seguirlo, nos acercamos hasta un barranco desde donde se veía la gran ciudad, miles de puntos brillantes producto de las luces encendidas de esta. Se sentó en el césped cosa que imité. No podía dejar de observar aquella vista tan hermosa.
—Es hermoso ¿no?— dijo el chico a mi lado, leyendo mis pensamientos.
—Lo es— abracé mis piernas y en ese momento me arrepentí de haber elegido un outfit para verano, cuando el otoño ya había iniciado.
—Me gusta venir a desahogarme, cuando ya no puedo más. Siempre he pensado que este lugar tiene algo especial— no respondí, continúe enamorándome más de la cuidad que mis ojos veían—Eres la primera con la que comparto mi lugar secreto— gire mi cabeza recargando mi mejilla en mi rodilla.
—¿Secreto? —pregunté sonriendo, asintió— ¿Y por qué es secreto?— El castaño dirigió si vista hacia mi.
—Porque es especial.
—¿Y que tiene de especial?
—Que fue mi padre con quien descubrí este lugar cuando era niño.
¿Su padre? Nunca me había dado curiosidad saber de su familia o la verdad nunca me había dado curiosidad nada sobre él.
El chico tenía la mirada perdida, eso me dejo mucho más intrigada, pero, preguntar qué le pasaba, no era muy buena opción.
—Lo siento— las palabras salieron sin permiso. El me vio algo confundido.
—¿Por qué?— soltó una pequeña risa nasal.
—Por desobedecerte y alejarme de ustedes — sus ojos no dejaban de mirarme— y por esto— toqué su mejilla en la que ahora se encontraban pequeñas marcas de golpes, los dos reímos. Mis ojos analizaron cada centímetro de su cara, se detuvieron en sus labios, de los cuales la sangre había desaparecido. No podía aceptar lo perfecto que es, Dios santo.
—No fue tu culpa— Subí mi mirada a sus ojos que veían mis labios. Su mano se dirigió a la mía que aún se encontraba tocando su mejilla. El contacto visual me ponía demasiado nerviosa, pero mis ojos no podían dejar de ver los suyos. Mi corazón iba a mil por hora.
Él se acercó a mí, y de repente nuestros labios se unieron. Mis manos fueron hasta su rostro uniéndonos aún más. Sus manos acariciaron mis brazos, y después mi cintura cuando me coloqué a horcajadas sobre él.
No sabía que pasaba conmigo, solo sabía que no quería estar en otro lugar. No entendía cómo podía estar besando al chico que tanto odiaba. Era un beso delicado y lento pero a la vez desesperado. Sus manos en mi cintura eran la mejor sensación.
Me fui separando lentamente cuando sentí que ya no podía respirar, sentí como una sonrisa divertida se formaba en sus labios que aún estaban junto a los míos causando el mismo efecto en mí. Sus manos bajaron de mi cintura para tomar mis manos. Pasaron varios segundos en los que hubo una batalla de miradas hasta que yo reí y el me siguió. Sentí las malditas cosquillas que siempre sentía cuando estaba con él. ¿Que rayos pasa conmigo hoy?
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No soy tu juego
Teen Fiction-¿Ya me dirás por qué estás enojada?- tomó mi mano antes de que pudiera dar la vuelta e irme. -¡No me toques! -grité soltándome- me enoja lo que haces, me enoja que tú te enojarías si yo lo hiciera. Estaba harta. Harta de que fingiera que yo le impo...