14

10.2K 1.7K 215
                                    

Últimamente mi hermana se levantaba a una hora donde yo aún dormía y me daban ganas de llevarla de vuelta donde esa bruja. Pero no, una vez que la trajera conmigo, no iba a dejarla jamás.

Ella estaba mirando televisión mientras reía y cantaba, entonces recordé cuando Jimin se ponía a ver los canales de música. Bailaba y cantaba como si fuese el artista más talentoso. Cosas como esas llenaban todo de vida. La que faltaba un poco ahora e intentaba llenar a medias mi hermanita.

Jimin...

Impulsivamente tomé el móvil y marqué el contacto que decía "nalgón". Sentí miedo, no escuchaba su voz hace unas tres semanas. Cosas como éstas me hacían lejos de estar en el lugar de los adultos maduros. Sabía que tenía que devolver una foto antigua y olvidada pero realmente no tenía nada que decir.

—¿Diga? —respondió él agitado desde el otro lugar. —¿Yoongi?

Por unos segundos me congelé en el lugar. Después me golpeé mentalmente para hablar, o intentar hacerlo y no parecer un idiota o un acosador.

—Sí, eh, hola Jimin —carraspeé para hablar coherente. —Uno de estos días encontré una foto tuya en tu habitación. ¿Deseas que te la deje con Hoseok?

A pesar de estar pensando varias veces en él, y (sí) estar extrañando su presencia, no quería verlo. No me daba para plantar cara y fingir que nada pasó. Él pareció analizarlo un poco. Pude sentir las voces de su interior peleando por que responder. Finalmente lo oí suspirar pesadamente.

—Estoy cerca, ¿puedo ir por ellas al departamento? —preguntó como si temiera de mi respuesta. Lo imaginé como un pequeño gato.

—C-claro. —entonces pude sentir mi orgullo colapsar. —Tengo que hacer unas cosas, será mejor que te des prisa.

Y colgó.

Había sido valiente en llamarlo, pero no esperaba tener que verle la puta cara. No sentía el valor suficiente para enfrentarlo. La idea de dejarle la foto con Hoseok fue justamente para no vernos las caras. ¿Ya ven por qué no estoy siendo millonario? Pues porque soy estúpido.

Media hora más tarde la puerta había sido tocada. Intenté hacerme el sordo, el que ya había salido. Pero lo volví a pensar, y mientras más rápido terminara todo sería mejor.

Le dije a mi chica que estuviera en la habitación un rato ya que venía un amigo y que hablaríamos de cosas de adultos. Ella lo entendió muy bien.

Entonces fue el momento de abrir.

Las manos me sudaban y el corazón latía para salir de mi pecho y esconderse. Abrí esperando lo mejor. Detrás puerta se encontraba el mismo chico que había salido de aquí, pero más demacrado. Entonces entendí algo realmente importante, él era traía la vida a mi vida pero yo también significaba algo para él. Sentí que yo me quedé con parte de la alegría que irradiaba antes de irse.

Ambos nos necesitábamos.

Una​ tímida sonrisa fue su corto y cordial saludo. Fue demasiado frío para no vernos por tanto tiempo. No esperaba que me besara y que me hiciera una buena mamada de paso, pero esperaba algo más del tierno Jimin.

—¿Puedo? —dijo estúpidamente.

Me sentí extraño. Estaba preguntando si podía pasar a una casa que antes era suya también. Me sentí incómodo con eso. Sólo asentí y me quité de la pasada. Miró el lugar a la vez que sus piernas se movían hasta la cocina y el pasillo que llevan a las habitaciones. Lo vi mirar a su vieja habitación. También me sentí mal con eso.
Estaba más delgado, seguramente su marcada figura estaría desapareciendo.

—Voy por la foto. —le solté después de la mirada fugaz. Levemente me asintió y se quedó en el salón.

Ese mismo salón en que se paseaba en bóxer. En qué se levantaba temprano para ejercitarse, ese mismo donde se escribió una historia inconclusa. Aunque, podía ser capaz de terminarla. Todo dependía de mí y de él. De ambos.Volví con el marco de foto donde un sonriente Jimin me respondía. Suspiré una vez que llegué al lado del Jimin actual.

—Gracias. —dijo una vez tuvo su preciada fotografía en las manos. —Debo irme.

En esta ocasión fui yo quien asintió. Él caminó a pasos cortos y ligeros hasta la entrada, lo seguí y abrí la puerta para él. Un segundo de silencio. Un segundo para tantear lo olvidado, lo que se había vuelto extraño con el pasar de los días, lo que podíamos tener pero por ser tan miserables no teníamos.

—Sí, también tengo que salir. —agregué odiando el maldito silencio.

Suspiró. Guardó la foto de su niñez en su mochila y luego volvió la vista a mi persona.

—¿Cómo has estado? —pregunta de pronto, dejándome pasmado a un lado de la puerta.

Lo pensé un poco. ¿Le decía que estaba loco realmente por él? ¿O que estaba bien y había vuelto a meterme entre coños?

—Muy bien. Ya sabes, saliendo con amigos y amigas. —sonreí fingiendo que la historia era verdad. Ni yo me la creí. Algo me hizo creer que tampoco me creyó. Supongo que soy demasiado patético.

—Qué bueno. —con una cordial sonrisa empezaba la despedida de nuevo. Soltó otro suspiro. —Gracias por la foto.

—Sí —me quedé parado como un maldito tonto mientras se iba, pero de pronto me di cuenta de lo ordinario que fui. Cuando estaba por empezar a caminar a las escaleras del edificio, le grité. —¿Y tú cómo estás?

Últimamente estaba suspirando por todo. Éste pareció ser distinto. Otra de esas sonrisas tímidas y demasiado amables pareció entre sus dientes.

—Estoy bien, va todo bien. He vuelto a lo de antes. Trabajo y sólo trabajo.

Asentí.

—Eso está genial, Jimin. —dije jugando con el pomo de la puerta. —Cuídate, a-adiós.

Se despidió agitando su mano.

Pero ese dolor que quise evitar antes, apareció. El miedo y el temor me tenían enterrado a una vida de mentira. Me tenían atado la razón y el corazón por igual. No tenía que pensar con claridad. Porque tanto como el corazón y la razón me decían que era un estúpido loco.

Pero el miedo siempre fue capaz de congelar mi cuerpo. Es más grande que cualquier otra cosa. Años me costó volver a confiar en las personas, supongo que me costará más aceptar mi cariño por Jimin. Un cariño incomprensible pero agradable.

DAMN STRAIGHT ✿ JIMSUWhere stories live. Discover now