06°:el silencio tiene precio

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Día 4
Minerva Taylor

- ¿Ahora? —pregunté y vio su reloj.

- Debo ir a una junta.

Subí al deportivo rojo.

- ¿Todo lo que usas debe ser así de ostentoso?

- Esto es Dubai. Es el lugar, no yo –Guiñó. Aunque claramente él amaba esos lujos.

- Claro –Reí.

El camino había sido silencioso pero cómodo, había imaginado que sería incómodo si ponía algo de música así que lo evité
Además, aún no conozco sus gustos musicales.
Bajamos del auto. Habían otras personas entrando, con ropa lujosa y autos como el de Dante.

No hacían falta las personas con ropa extraña que aunque no estén a la moda dictada por las pasarelas de NY, tan sólo un calcetín vale lo que yo ganaría en toda mi vida.

- Bienvenido señor Ivanek.  Su habitación está lista. ¿Necesita algo más? —La mujer ignoró mi presencia.

- Sí, necesito que se encarguen de atender a la señorita Taylor –me señaló– y se aseguren en servirle aperitivos en estas horas ya establecidas –entregó unas cuantas hojas parecidas a alguna clase de instructivo.

- Como usted diga. Su equipaje lo llevarán en un momento. ¿Algún otro asunto?

- Necesito que mi chofer se hospede en el nivel de lujo.  Gracias.

Dante tomó mi mano y me llevó con él al ascensor. Me sentía muy extraña, todas esas personas conversando en otros idiomas y con ropa extraña.
El ascensor también era ostentoso. Lo cual me intimidaba.
Continué caminando detrás de él a lo que sería el nivel de Lujo.

- conoces las reglas. También sabes que siempre hay un apartamento en cada hotel, parecido al de Valencia.

- Sí, lo recuerdo.

- Debo ir a la junta, quiero que te quedes aquí. También que comas todo lo que te traigan y te des una buena ducha.

- ¿Me dejarás completamente sola? -Arqueé una ceja.

- Eso creo, ¿Sabes? Hoy conoceré a algunos socios así que debo comenzar a memorizar rostros.

- me parece bien ¿Cuál es mi habitación?

- La del fondo. Ponte cómoda, si necesitas algo estaré dándome una ducha.

- gracias.

Seguí el pasillo y entré a la última habitación. Era enorme, digno de reyes.
El dorado era el tema principal de dicho lugar, mientras los detalles cada vez daban una apariencia aún más costosa.

- ¿Dante?

- Pasa —Abrí la puerta, él estaba ajustando ese traje azul marino que se le veía tan pero tan bien. Casi babeo.

- No tengo ropa —Dije apenada.

- Lo había olvidado —Abrió su equipaje y sacó algo de ropa. Unos pans deportivos, una sudadera con la palabra "Rude", y un bóxer, nuevo ya que aún tenía la etiqueta.

Pronto caminé hacia mi habitación, comencé a vestirme. En realidad no me veía mal, su ropa me quedaba bien.

- Me gusta cómo te queda –sonrió–, aunque creo que lo correcto es que debas usar ropa de chica.

- Claro. Tengo algo de dinero, cuando tengas tiempo podríamos ir a alguna tienda de segunda mano y comprar.

- No harás eso en mi presencia.

Dame 30 Días  ||En Curso||Onde histórias criam vida. Descubra agora