Maggie

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La lluvia resonaba en las calles, las sombrillas eran el refugio de las personas con apuros y los autos cada vez salpicaban más en cada charco. El club aquella tarde era cómodo, los Ivanek querían el lugar para demostrar que son buenos anfitriones.

La mayoría se encontraba adentro, disfrutando de algún trago gustosamente preparado o hablando de quién tiene más. Pero Dante había decidido dejar a Duvan entre los adultos, quería disfrutar de la humedad de la lluvia.

—Siempre haces lo mismo—Maggie, la chica de ojos azules y cabello rubio se acercó mientras sostenía una copa en su mano derecha.
—Es cómodo estar solo—Contestó Dante en un tono frío.
—Ambos sabemos que solo estás esperando a que yo desaparezca para volver a tu vida.

Ella habló con odio, rabia quizá. Pero Dante permanecía quieto, con la mirada fija en aquel campo verde y con rocío sobre el césped. Imaginaba las tardes inocentes en sus primeros años o la amistad con sus hermanos, imaginaba el pasado deseando encontrarse.

—Tenemos dieciséis y no será eterno—Escupió ella con impaciencia—, ya, dime algo.
Él dio un resoplo y giró para verle. Por un momento sintió molestia, pues desde aquella prueba de embarazo positiva, aquella chica rubia solo había sido una total molestia.
—No olvides quién soy—dijo seco para luego terminar la conversación de forma abrupta—, y tú tendrás que hacer lo que yo diga, cierra la boca de una vez.

Ella lo vio extrañada, aquella parte de Dante era desconocida y eso la asustaba. Ellos habían crecido juntos, habían compartido primeras experiencias y muchos viajes juntos. Se mantenían lejos de las cámaras y preferían vivir sin que los medios hicieran de sus vidas un show, pero ahora más cosas cambiarían con la llegada de un nuevo ser. A menos que Dante decidiera abortar. Aquella idea destrozaba a Maggie y si Dante le sugería eso, se iría porque ningún hombre podría obligarla a ello.

Maggie quedó en silencio, movió sus tacones y sin pronunciar alguna palabra se retiró. De camino a la segunda planta su madre la detuvo.

—¿Estás bien?
Maggie estaba pálida y algo pérdida, su vista era vaga y de pronto sentía náuseas.
—Sí, gracias madre.

Ella era buena, amable y muy tierna; ese encanto había hecho que Dante estuviera a sus pies.

Ahora las náuseas la estaban torturando, luego de una falsa sonrisa decidió continuar el trayecto hasta que de pronto sus tacones resonaban en el cerámico. Sabía que pronto devolvería lo que hace unos minutos había ingerido y también sabía que pronto sería el escándalo entre todos sus amigos por estar embarazada con tan solo dieciséis años. De un golpe abrió la puerta e ingresó a la pequeña habitación, cerró y puso el seguro, levemente tomó su cabello y pronto comenzó a vomitar. Sentía el dolor en la garganta y aquella sensación de que con cada movimiento su cuerpo estaba más débil.

Cuando por fin sintió que ya nada quedaba en su estómago, ni siquiera jugos gástricos,  tomó papel higiénico y comenzó a limpiar sus labios. Se puso de pie y se vio al espejo,  estaba pálida y sus ojos estaban rojizos; si no se desahacía pronto de ese aspecto, sería la sospecha cuando volviese a la fiesta.

De pronto alguien llamó a la puerta.

—¡Está ocupado! —contestó ella con la voz casi rota.

—¿Estás bien? —la voz de Dante la hizo sonreír. Quitó el seguro.

Dante ingresó y luego de poner el seguro nuevamente, se sentó con ella en el suelo de aquel baño.

—¿Qué haremos? —preguntó Maggie con el miedo y pánico de que la respuesta de su enamorado fuera lo opuesto a lo que ella verdaderamente deseaba.
— abortar.

Maggie tenía miedo, pero ella consideraba ese milagro todo un fruto de amor, después de todo, ella estaba enamorada.

—No.

Dante la miró, ella tenía una expresión seria y dura.

—Yo pagaré todo—prosiguió Dante.
—No me interesa tu jodido dinero, no voy a abortar.
—No me interesa que eso nazca.
—Pues vete, no me interesa tener a un monstruo como tú.

Dante se puso de pie y luego de quitar el seguro, salió. Maggie se derrumbó a llorar, en cuclillas mientras sentía como su alma experimentaba desesperación.

—¿Maggie?
Ahora la voz de su madre estaba tras la puerta, ella estaba asustada y antes de que pudiese colocar el seguro, su madre ya estaba viéndole fijamente.
—¿Qué pasa cariño?
Maggie de nuevo comenzó a sollozar, su madre se arrodilló junto a ella y le abrazó con preocupación.
—Estoy embarazada—dijo con la voz en un hilo.
Su madre la vio, Maggie tenía la mirada baja. Su angustia se sentía en el ambiente, estaba dolida por cómo había actuado Dante y se sentía aún peor al pensar en cómo había sido imprudente al traer una vida al mundo sin el debido cuidado. Estaría en el ojo de la farándula cuando aquello se supiera.

—Lo sé—la madre de Maggie estaba consiente de qué pasaba pero había esperado a que su hija le confesara la verdad.
Maggie levantó el rostro y entre lágrimas la vio extrañada.
—Esos cachetes eran más pequeños—dijo consoladora.

Aquella tarde un embarazo se supo, Dante encontró una razón para madurar y sentir de nuevo aquel sentimiento de dar órdenes.
La familia Ivanek no sería la misma con aquel humano en camino, Maggie no sería tan dulce cómo antes... O quizá sí, pero Dante ya no estaba en su lista.

•••
¡Hola criaturas!
Sé que es extremadamente corto, pero les recomensaré, gracias por su apoyo. Gracias por estos 190k, espero que sigamos creciendo.

¿Cómo creen que ésta noticia podría afectar todo?
¿Recordaban a Maggie?

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Dame 30 Días  ||En Curso||Where stories live. Discover now