19. La guardia

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Kimberly:

Estoy helada, temblando. La chica del Distrito 7 me obliga a quitarme la ropa y ponerme la chaqueta de Nat. Intento no pensar en el hecho de que todo Panem me verá en vivo desnudándome y le hago caso, entre otras cosas porque el frío que tengo es impresionante. No me he muerto, completamente gracias a Nataniel, quien me ha quitado del río repleto de pirañas. Holly no parece estar mejor que yo, pero por lo que dicen, ella no ha quedado inconsciente bajo el agua.

Con ayuda de los chicos, he conseguido llegar a la orilla del lago. Estamos sentados sobre la nieve, no tenemos nada de abrigo. Insisto en devolverle su chaqueta a Nat, pero no la acepta.

-Tienes que abrigarte, has estado en esa agua congelada. -Dice Tiffany a mi compañero de distrito-Yo no me mojé. Deja que Kimberly te devuelva la chaqueta y yo le doy la mía a ella.

Él acepta, y le doy su campera para recibir la de Tiffany. Suena el himno de Panem, y todos miramos al cielo. La primera cara que aparece, es la de la chica del Distrito 1. Un escalofrío que no tiene nada que ver con el congelamiento recorre mi cuerpo. Es la chica a la que yo maté, yo tengo la culpa de esa muerte. Sé que no tenía muchas otras opciones, o la mataba o ella me mataba a mí, pero aún así me siento culpable de su muerte. Luego le sigue el rostro del muchacho del 2. Y el último es el del chico del Distrito 6. A ese último no sé qué le habrá pasado, lo vi solamente en la cornucopia, que salía corriendo junto a su compañera de distrito.

-Quedamos quince entonces. -Murmura Helen. -Nosotros cinco, el chico del 1, la chica del 2, el muchacho del 3, el del 4, el del 11. ¿Quién más?

-Queda la chica del 6, ambos del 10 y los dos del 9. ¿No? -Sigue contando Tiffany.

-¿Cuántos de los profesionales quedan? -Pregunta Holly.

-El del 1, la del 2, el del 3 y el chico de tu distrito. -Responde Nataniel. -Cuatro.

-Genial, no nos atacarán. No atacarían a un grupo más grande que ellos. Buscarán a otros que estén solos. -Explica Holly, pero su explicación es interrumpida por la llegada de cuatro paracaídas enormes.

Dos de ellos tienen el número 12, otro el número 4 y el otro el 7. Comprendo entonces que los mentores deben estar trabajando juntos. Me alegro de que mi madre, mi padre y Haymitch trabajen en conjunto con Annie y Johanna. Abrimos los paquetes del número 12 y encontramos dos cacerolas enormes de sopa caliente, con cinco cucharas. En el paracaídas del 4 hay vendas, desinfectante, gasas y cinta. Y el del 7 tiene tres mantas abrigadas con las que podríamos cubrirnos los cinco.

-¡Son geniales! ¡Los amo! -Grito mirando el cielo.

-¡Comida caliente! -Exclama Holly al ver la sopa.

-Primero dejen que les curemos esas mordeduras. -Dice Helen. En pocos minutos, las mordeduras más grandes están cubiertas de desinfectante y vendadas o tapadas con gasas. Entonces empezamos a tomar la sopa, sentados todos juntos y tapados con las mantas. Es como si el alma me volviera al cuerpo.

Cuando terminamos de comer, empezamos a buscar un lugar en dónde dormir. Helen, que ha pasado casi un día entero arriba de los árboles, propone que durmamos allí. Pero Holly y Nat no saben trepar. De modo que improvisamos un campamento. Somos el grupo más grande que hay de aliados en la arena. Nadie vendrá a atacarnos directamente. Así que decidimos construir un refugio y turnarnos para dormir. Holly y yo hemos dormido casi todo el día y ellos nos han salvado, así que merecen descansar. Sin embargo, Tiffany se ofrece a hacer guardia diciendo que como nosotras estamos heridas, al menos una debe descansar. Yo insisto en acompañarla, de todos modos, no podría dormir con tantos desconocidos alrededor. No confío ni en ella ni en Helen.

Todos se acuestan en los refugios, y Tiffanny y yo nos quedamos sentadas en la entrada del mismo. Me castañean los dientes y estoy temblando del frío, pero intento no pensar en eso. Mis manos están vendadas, al igual que los tobillos, el cuello, parte del abdomen, la rodilla... Parezco una momia. Además de mi aspecto, estoy dolorida. Seguramente, si tuviera que pelear con alguien o correr sería mucho menos rápida que antes de haberme metido al lago. No he muerto, pero de todos modos ya tengo menos posibilidades que antes de ganar.

Miro a mi compañera, al lado mío, mi nueva aliada. Es pequeña, no debe tener más de doce o trece años. Sin embargo, su aspecto se me hace conocido. Ella me mira, y al parecer quiere entablar conversación.

-¿Conoces el Distrito 8? -Pregunta en voz baja, casi como un susurro.

-No, nunca he ido. -Le respondo -¿Has ido tú al 12?

-Solo una vez, cuando tenía ocho años, mi padre tenía que ir a hacer no sé qué cosa allí y nos llevó a mí y a mi hermano. -Me contesta -Es lindo.

-Sí, es hermoso. A mí me encanta. -Respondo -Así que tienes un hermano, ¿es mayor o menor?

-Tengo tres hermanos mayores, todos son varones, así que ninguno podía hacer lo que hiciste tú por tu hermanita. De todos modos, mejor así, no quisiera a ninguno de ellos aquí. Parece que en mi familia siempre sale alguien para venir aquí. -Dice con una sonrisa triste.

-¿Ah, sí? ¿Entonces tú también eres familiar de alguien que participó en los Juegos? Sé que el chico del 11 es pariente, creo que sobrino de una niña que participó en Los Juegos del Hambre. -Respondo recordando el episodio de Rue que he visto en el televisor del tren.

-Mi abuela, la madre de mi padre, murió en los 75 Juegos del Hambre. -Responde con pesar -Papá era pequeño, tenía cinco años, pero recuerda cómo murió su madre.

Seguimos conversando, nos encontramos hablando de nuestras familias. Los hermanos de Tiffanny se llaman Austin, Christian y Louis, tienen 15, 17 y 18 años. También es muy apegada a sus primos. Sus padres trabajan en la fábrica textil, al igual que sus tíos.

-¿Y tu familia? ¿Qué hacen tus padres, además de ser vencedores? -Pregunta con una sonrisa.

-Bueno, papá atiende la panadería. A mamá le encanta cazar, a veces va al bosque y busca alguna presa y la cocina. No por necesidad, porque podemos comprar carne en la carnicería, claro. Pero creo que es una costumbre que le ha quedado de cuando no tenía ni para comer. Según ella, la carne de la caza sabe mucho... -Pero me callo de repente, me doy cuenta de que he escuchado voces. Miro en el interior del refugio, Nataniel, Helen y Holly están dormidos. Entonces alguien más ha hablado. -Tenemos a alguien cerca. -Le susurro a Tiffanny. -Despiértalos, yo me subiré a aquel árbol a ver si noto algo.

Mi compañera se mete de inmediato al refugio, yo me subo al árbol e intento mirar, noto ruidos hacia el río. Intento enfocar la vista pese a la oscuridad, y distingo a un grupo que tiene en sus manos una red ¡Nosotros la dejamos allí! Entusiasmados con el abrigo y la comida caliente dejamos la red a un lado del río. Aguzo mi oído y escucho mejor sus voces, son los profesionales.

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora