Prólogo.

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Hubo una época, no hace mucho tiempo, en que vivíamos en un mundo encantado, de elegantes palacios y grandes fiestas. Corría el año 1916 y mi hijo Nicolás era el zar de la Rusia imperial.

"Hola cariño." saludé con ternura.

Celebrábamos el tricentenario del gobierno de nuestra família. Y esa noche, no había estrella que brillase más fuerte que la de nuestro dulce Harry, mi nieto más pequeño. Este se acercó a mi, con un puchero en su labio inferior.

Él me rogó que no regresara a París, así que hice fabricar un presente para él y así suavizar la separación para ambos.

"¿Es para mí? ¿Un joyero?" dijo mi nieto con inquietud mientras le entregaba el presente, de fondo podía escuchar un criado riñendo a un niño. "Mira." Seguidamente abrí el pequeño cofre con un collar y sonó una melodía. "Interpreta nuesta melodía." exclamó mi nieto, con entusiasmo. "Puedes hacerla sonar antes de dormirte y fingir que soy yo quien canta."

"Piensa en mí, siempre así, haz que el sueño recuerde." empecé a cantar suavemente. "Tú vendrás, junto a mí, cuando llegue diciembre." cantábamos en armonía, seguidamente le di el collar. "Lee lo que pone." le dije. Harry sujetó el collar entre sus pequeños dedos y dictó lo que leía. "Juntos en París." 

"¿De veras?" se acercó hacia mí con entusiasmo "¡Oh abuela!"

Pero, no llegaríamos nunca a estar juntos en París. Pues una oscura sombra había caído sobre la casa de los Romanov. Se llamaba Rasputín. Creímos que era un hombre santo, pero era un farsante. Ávido de poder y peligroso.

"Como osas volver a palacio." recriminó mi hijo Nicolás a Rasputín, quien tuvo la osadía de acercarse a la celebración. "Pero, majestad, si yo soy su confidente." dijo Rasputín, con falsedad. "¿Confidente? ¡Ja!" "Eres un traidor." "¡Fuera!"

"¿Cree que puede proscribir al gran Rasputín?" este rió con amargura. "Por los oscuros poderes que me han sido concedidos, yo le maldigo a usted con un conjuro." dictaminó.

El asombro reinaba en la sala y el miedo podía sentirse. "Recuerde exactamente mis palabras, usted y su família morirán antes de que pasen dos semanas." levantó un pequeño frasco luminoso que tenía en su poder y de él salieron sombras con aspecto maligno. "¡No descansaré hasta ver la dinastía de los Romanov muerta para siempre!"

Consumido por su odio hacia Nicolás y su familia, Rasputín vendió su alma a cambio del poder para destruirles. Antes de la celebración, obtuvo el gran poder del maligno manifestado en un pequeño tubo verde de maldad para poder cumplir su objetivo.

"Iros malignos, cumplid vuesto oscuro propósito y sellad el destino del zar y de su família, ahora y para siempre." así dijo Rasputín, al pequeño frasco que se formó y que concentraba todo su odio hacia la dinastía.

A partir de entonces, la chispa de infidelidad que existía en nuestro país fue abanicada hasta convertirse en una llama que pronto destruiría nuestras vidas para siempre.

El caos se sumó en el palacio real y mi nieto y yo debíamos huir de aquel palacio si queríamos sobrevivir. Cogí a mi nieto de la muñeca y le grité con todas mis fuerzas mientras los guardianes nos perseguían "¡Corre Harry!"

En ese momento, mi nieto se acordó de algo. "Mi caja de música." Se soltó de mi agarre y huyó hacia sus aposentos. "¡Harry vuelve aquí!"  Seguí a mi nieto y este se situó en el lugar que guardaba la caja de música. Podíamos oír los pasos de los guardias muy cerca de nosotros, estábamos acorralados. Sin previo aviso, un muchachito de ojos azules apareció de una puerta oculta en una pared. "Majestades, debéis huir por aquí." nos indicó la puerta y mi nieto y yo la cruzamos. Al pasar por el pasadizo, a mi nieto se le cayó su caja de música. Lo último que vi fue al pequeño muchacho de ojos azules caer al suelo con varios guardias alrededor.

Harry y yo huimos de palacio mientras una fuerte nevada ralentizaba nuestros pasos. Seguíamos el sendero de la nieve hasta la salida del recinto. Pero Rasputín nos asaltó sin previo aviso y cogió a mi nieto del hombro pausándolo. "¡Suéltame!" gritó mi nieto mientras se zafaba del contacto del hombre. "¡Jamás escaparás de mí niño, jamás!"

De repente, la capa de nieve se hundió bajo los pies del hombre y el hielo oculto se rompió por el peso de Rasputín. Este se hundió en el frío hielo soltando el hombro de mi nieto y desapareciendo de nuestra visión.

Mi nieto y yo conseguimos huir hacia una estación de tren para irnos a París, puesto que ya no nos quedaba nada en Rusia por lo que permanecer. "¡Harry corre!"  Conseguí subir a un tren, pero mi nieto se quedó atrás y no subió. Gritaba y gritaba su nombre mientras él corría hacia el vagón en marcha, pero iba demasiado rápido.

Conseguí coger su mano y mientras le gritaba "¡No me sueltes Harry!"  El pánico de mi nieto era visible y gritaba una y mil veces mi nombre. En un descuido, su mano soltó la mía y el pequeño cuerpo de mi nieto colapsó con el suelo de la estación quedando inconsciente.

"¡Harry!" mi voz sonó como un eco desvaneciéndose entre las sombras.

Anastasia // Larry Stylinson (Adaptación)Where stories live. Discover now