「14」

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Me incliné sobre la mesa intentando alcanzar inútilmente un plato con unas patatas asadas que mis ojos habían acechado desde que salieron de la barbacoa, hace más o menos media hora. El cabrón de mi marido estaba viendo el esfuerzo que hacía con todo mi cuerpo y aún así no pensó levantar su culo gordo de la silla y ayudarme. Se quedaría en abstinencia por dos semanas. Resoplé con frustración mientras volvía a sentarme en mi silla, hambriento.

Hoy era el cumpleaños, por partida doble, de mi suegra y el padrino, que cumplían 46 y 49, respectivamente. Toda la familia había decidido reunirse en la casa de las afueras de Madrid que tenía Mangel, así estaríamos tranquilos pasando una agradable celebración, alejados del alboroto de la ciudad y de los periodistas pesados, porque sí, desde que mi marido y yo habíamos adoptado, habíamos sido el blanco fácil de todas las revistas del corazón del país.

-- ¿Quieres el plato de patatas, hijo? - preguntó mi madre apoyando su mano en mi hombro.

-- Sí, por favor - le respondí viendo como Mangel me miraba con una sonrisa burlona.

-- Aquí tienes - me extendió el plato y yo quise llorar de la emoción - vuestros hijos ya almorzaron y ahora descansan bajo la supervisión de mi consuegro.

Le sonreí mientras comía un trozo caliente de patata que quemó mi boca, haciendo que mis ojos se humedeciecen de dolor y una sensación áspera se alojase en mi lengua. Busqué con la mirada un vaso de agua y una mano apareció en mi campo de visión ofreciéndome lo que tanto necesitaba en ese momento.

-- Lo siento - miré hacia arriba encontrándome con los ojos oscuros de mi marido - aquí tienes un vaso de agua.

Refunfuñé cerca de su rostro mientras me levantaba de la silla y me dirigía hacia el interior de la casa en dirección a la cocina. Agarré una botella de agua de la nevera, que estuviese lo suficientemente fría como para calmar el dolor del calor que aún permanecía en mi boca.

Cuando me disponía a depositar el contenido de la botella en un vaso, unas manos se colaron por mi cintura y un aliento ajeno erizó los vellos de mi nuca.

-- No te enfades - su voz sonó baja y ligeramente adolorida.

-- No, si yo no estoy enfadado - respondí irónicamente - eso si - me giré conectando mis ojos con los suyos - te quedas sin sexo por dos semanas, por listo.

Posé mis manos sobre las suyas aportándolas con fuerza de mi cintura, y agarré el vaso vacío para volver nuevamente al jardín, donde podía escucharse la inconfundible risa de mi madre sobre la de los demás presentes.

-- ¿De qué os reís tanto? - pregunté con una pequeña curvatura en mis labios.

-- Tus hijos tiraron el vaso de cerveza de Héctor por estarse peleando por el único juguete que les trajisteis - dijo para luego soltar otra estruendosa carcajada.

Observé a mi hijo Lucas sentado sobre el regazo de mi suegra con el juguete, de la discordia, en sus manos, mientras Alejandra lloraba desconsoladamente en los brazos de mi suegro. Me acerqué alarmado hasta al padre de Mangel y ahora, fui yo quien acunó a Alejandra entre mis brazos.

-- Pero mamá, ¿tú no me dijiste que los niños estaban durmiendo? - pregunté en forma de reclamo viendo como mi hija se comenzaba a calmar.

-- Parece ser que ellos no se querían perder el momento del "cumpleaños feliz" - dijo mientras bebía un sorbo de su coca cola - a ellos también les va a gustar los pasteles.

Rodé mis ojos, para encaminarme hacia la silla en la que anteriormente estaba sentado Mangel. Éste había vuelto al jardín tras las últimas palabras de mi madre, acercándose al padrino para contarle una cosa al oído.

-- ¡Rubén! - gritó mi suegro, ahora desde la barbacoa - quiero sacarme una foto contigo, muchacho - pidió con su acento característicamente andaluz.

Asentí mientras dejaba a Alejandra en brazos de Mangel y me acercaba hacia mi suegro, con una sonrisa amable en mis labios. A pesar de la primera mala impresión que me llevé el día que lo conocí, he descubierto, con el tiempo, que el padre de Mangel es un hombre bastante sabio y agradable.

-- ¿Preparados? - preguntó el padrino mientras elevaba el móvil hasta su pecho.

-- Listos - respondí mientras pasaba mi brazo sobre los hombros del padre de Mangel y hacía la "V" con mis dedos.

-- Ya está - avisó el "fotógrafo" mientras se acercaba hacia nosotros con el móvil.

-- Menos mal, macho, porque el Sol me estaba quemando las putas retinas - me quejé mientras miraba la foto en la pantalla.

-- Menos mal, macho, porque el Sol me estaba quemando las putas retinas - me quejé mientras miraba la foto en la pantalla

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-- Es un bonito recuerdo - comentó mi suegro mientras observaba nuevamente la foto con una sonrisa ladina.

-- Vosotros tres - oímos que nos llamó una voz femenina - ya vamos a sacar los pasteles, acercaos a la mesa.

Nos miramos por unos segundos para encaminarnos hacia la mesa y sentarnos en las sillas que habían libres. Escuchamos como Mangel comenzaba a cantar, desde el interior de la casa, el "cumpleaños feliz" por lo que nosotros solo le seguimos.

Mi marido dejó las dos pequeñas tartas -una de chocolate coronada con el número 46 y otra de nata con el número 49- frente a los cumpleañeros. Éstos cerraron sus ojos, pidiendo sus deseos, mientras nosotros esperábamos expectantes no en silencio completo, porque mis hijos se animaron a balbucear justamente en ese momento.

-- ¡BIEEEEN! - gritamos a la vez al ver que el padrino y mi suegra habían abierto nuevamente los ojos.

Seguimos aplaudiendo mientras ellos soplaban las velas, sonriendo como niños pequeños totalmente ilusionados por el mejor momento de la celebración de hoy. Mientras yo iba partiendo pequeños trozos de tarta -a gusto de cada uno- y depositándolos en platos de plástico que me iba alcanzando mi madre, los cumpleañeros iban abriendo sus regalos.

-- Mangel, acércate - mi marido se posicionó a mi lado cabizbajo - mírame - sus ojos ligeramente cristalizados me observaron - dame un beso.

Él sonrió antes de posar sus labios sobre los mios durante unos cortos segundos, que apenas me dejaron disfrutar de la dulzura de su paciente beso. Es que no podía estar enfadado con él por tanto tiempo, eso si, conmigo no se juega.

-- Mi amor - le susurré al oído - reduzco a una semana el no tener sexo, para que aprendas.

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N/A: Aunque lo dije por tw y ya cambié mi primer pensamiento, creo que es justo que ustedes sepan a pesar de que no vaya a hacer lo que en un principio quería.

Quería borrar mi cuenta de wattpad y también mis fics (porque no estoy cómoda con lo que escribí [en mi anterior fic y en parte de ésta]). Pero al final no haré nada de eso y solo me alejaré por un tiempo de acá.

Espero que puedan comprenderme. Hasta pronto, los quiero mucho. <3

Our Family {Rubelangel} [CANCELADA]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ