CAPITULO 7

309 37 1
                                    

Estiré mis brazos y todo mi cuerpo. Llevé mi mano a mi mejilla para tocar el golpe en el pómulo. Puse un gesto de dolor pero en realidad no me dolía. Me dirigí al baño y cerré la puerta para que nadie me viera. Mi cara estaba completamente sanada. Me quité absolutamente toda la ropa y quedé desnuda frente al espejo. Ni rastro de la paliza del día anterior. Ni si quiera quedaba en mí la sangre seca de mis heridas. Seguro que las chicas me habrían lavado y cambiado de ropa mientras dormía profundamente. Al pensar esto ultimo me sonrojé aunque no le di importancia.
– ¿Qué demonios me está pasando?- pensé en voz alta- ¿cómo es posible que me haya curado tan rápida y fácilmente?

No entendía nada. Empecé a buscar a Zoe por toda la casa. Por fin la encontré. Estaba en el salón, tumbada en el sofá y tenía muy mala cara. Bajé las escaleras suavemente y me senté a su lado contemplándola. Parecía dormida.
– ¿Doctora? ¿se encuentra bien?

La rubia abrió los ojos y se incorporó para sentarse a mi lado.
– Veo que ya te has despertado- dijo débil.
– ¿Qué te pasa? ¿por que estás así?  Y ¿por qué yo estoy totalmente sanada?
– Fue anoche. Dejaste de respirar y al intentar reanimarte y hacerte el boca boca no sé lo que pasó pero sentí como si me robaran toda la energía. Después de tu caer inconsciente de nuevo yo caí al suelo sin fuerzas y pasó algo increíble. Tus heridas empezaron a curarse solas por completo y sin necesidad de antiinflamatorios o antibióticos.
– ¿Cómo es eso posible?
– Vayamos al laboratorio. Allí será más fácil mostrarte lo que pasa. Y avisa a todas las demás quiero que se enteren de lo que te está ocurriendo.

Zoe subió y se adelantó para ir al laboratorio mientras yo iba a llamar a las habitaciones para despertar a las demás. Regresé a mi cuarto y Sara se había metido en mi cama y se había tapado con las sábanas.
– Vamos dormilona despierta- dije mientras tiraba de las sábanas para intentar destaparla sin éxito.
– ¡Eh! no me comas- gritó.
– No te voy a comer. Venga que Zoe quiere enseñarnos algo.
– ¿Qué hago yo aquí en tu cama?- dijo mientras miraba a todos lados extrañada- Oh, no me digas qué... - dijo mientras miraba debajo de las sábanas.- Menos mal que estoy vestida.
– Vete a la mierda. Vale que llevo cuatro años sin estar con un tío y el primero que veo en todo ese tiempo intenta matarme pero no estoy tan desesperada como para acostarme contigo, puta enferma.
– Bueno yo solo lo digo.
– Vamos anda que la rubia reclama nuestra presencia.
– Vale, vale ya voy pero ¿cómo te has curado tan rápido?
– Eso es lo que nos va a explicar la rubia. No te adelantes a los acontecimientos.

Salí de la habitación para llamar a Marangy que aún dormía. Entré a la habitación sutilmente y me acerqué a ella.
– Hey, dormilona, vamos despierta- dije con una voz suave.
– Alexia ¿eres tú?- contestó con una voz todavía dormida.
– Sí, soy yo.

De repente abrió los ojos y se abrazó a mí llorando a lágrima viva. Era una chica muy sentimental y a pesar de haber madurado y de considerarse una tía dura como ella decía seguía siendo la clase de persona que llora y se emociona por todo.
– Hey, ¿qué te pasa? ¿por qué lloras?
– Creía que anoche ibas a morir. Te veías tan mal. Reyes me contó todo lo ocurrido y la muerte de Cassidy y no podría soportar que tú también murieras- se despegó del abrazo y me miró asombrada mientras secaba sus lágrimas.- ¿Dónde están tus heridas?
– ¿Qué pasa no me veo mejor así?- bromeé- Zoe nos lo va a explicar ahora. Oye, te consideraba una tipa dura.
– Lo soy- dijo poniendo cara de mala y levantando los brazos sacando músculos.

Subimos las tres al pequeño laboratorio que tenía montado la doctora. Reyes ya se encontraba allí y también quedó impresionada mirando mi rostro sin rastro de ningún arañazo ni moretón.
– Zoe acláranos lo que me sucede.
– La verdad es que ni yo misma lo sé con seguridad. Reyes me ha estado contando lo que te ocurrió ayer y como la salvaste. Tus ojos cambiaron de color y a pesar de tu mal estado pudiste luchar contra ese tal Gabriel y romper tus ataduras sin ningún problema. También Sara me comentó cuando regresó después de tú ser secuestrada lo que pasaba con tu olfato. Podías identificar mi perfume a kilómetros de distancia.
– Yo tampoco entiendo que me sucede doctora, dígamelo ya.
– Lo cierto es que el virus a hecho otra reacción en ti. Cuando Sara y tú os marchasteis yo analicé tu muestra de sangre, tu ADN era completamente distinto al de cualquiera de nosotras. Eres inmune y todo lo que te está pasando es a causa del virus que tiene otra clase de efectos en ti. Te ha dado esas “habilidades” para poder sobrevivir con mayor facilidad. Comencemos hablando del olfato. Lo has desarrollado hasta tal punto que puedes oler a cualquier persona o cualquier cosa e identificarla a kilómetros de distancia. Tu bulbo y nervio olfatorios están incluso más desarrollados que los de un perro.
– ¿Y lo que le pasó en aquel sótano?- preguntó Reyes muy atenta por lo que contaba la doctora.
– Pues simplemente es una habilidad más. Su furia se encendió y provocó un aumento de sus hormonas. Se segregaron más hormonas anabolizantes y demás hormonas del crecimiento aumentando así su fuerza, su velocidad y sus reflejos.
– Y ¿a qué se debe que me haya regenerado tan rápido?
– En realidad también se debe a tus hormonas y tu sangre. Hay una hormona que aumenta el metabolismo y, después de infectarte, en ti tiene otra función. Al besar a otra persona, en este caso a mí cuando te reanimaba, digamos que me robaste toda mi energía, mediante la saliva.
– ¿Entonces me puedo regenerar cada vez que esté herida?
– Así es. Yo sostengo que el cuerpo es sabio y poderoso. Es poco conocido todos esos mecanismos de defensa, de autorregeneración que tienen tus células, los tejidos, los órganos, son poco conocidos. Nuestro cuerpo produce antibióticos, antiinflamatorios y analgésicos. Hay algún analgésico que sí es conocido, como las endorfinas, porque se ha divulgado más. Esa bioquímica es producida por el propio organismo, pero es el gran desconocido. Al estar herida tu cuerpo está débil y a través de un simple beso te alimentas de la bioquímica de la otra persona dejando a esta completamente débil. Esta bioquímica puede llegar a ti mediante cualquier fluido ya sea saliva, sangre... Quizás tu esperanza de vida haya aumentado a 120 años más o menos. Creo incluso que si a una persona que está herida le das de beber un par de gotas de tu sangre podría regenerarse también aunque a más lentitud.
– Eso quiere decir que podrías sacar de mí una cura ¿no?
– Posiblemente sea lo más seguro. Pero no quiero arriesgarme a probar experimentos con gente sana porque podría infectarles.
– Entonces esta muchacha de aquí tiene como superpoderes ¿no?, ¡¡como mola!!- dijo Sara.
– ¿Quieres decirme que soy como una especie de mutante?- contesté con una cara un tanto extraña dirigiéndome a la doctora.
– Yo prefiero el término “humanoide con poderes”- respondió ella.
– Sí, vamos, suena muchísimo mejor eso- dijo Marangy muy asombrada por todo lo que había explicado la doctora en apenas unos minutos.
– ¿Puedo llegar a matar a una persona absorbiendo su bioquímica?
– No creo que puedas llegar al punto de matarla pero sí de dejarla en coma durante bastante tiempo. Y no absorbes su bioquímica exactamente pero bueno...
– Bueno ahora que estamos todas reunidas me gustaría decir que estamos en guerra- dije.- Tenemos que vengar la muerte de Cassidy y matar a esos cabrones. Aunque ellos sean más nosotras somos más inteligentes y contamos con las experiencia en química de la doctora. Zoe, ¿tu puedes crear bombas con alguna reacción de productos químicos?
– Claro que puedo pero yo no quiero usar mis conocimientos para matar a nadie.
– Ellos empezaron y torturaron a Cassidy hasta la muerte y luego lo intentaron conmigo. Hay que colarse en sus instalaciones y hacerlas volar por los aires matando a todo el que se encuentre dentro sea humano o zombie.

Se escuchó un disparo. Todas nos asustamos porque pensábamos que esos malnacidos habían regresado. Me asomé al borde la la azotea con el rifle y descubrí un par de hombres encima de un coche disparando a un grupo de un par de docenas de esos podridos maleantes. No sabía si pertenecían a su grupo pero no les iba a dejar morir. Si pertenecían a su grupo nos podían dar mucha información y si no se podrían unir a nosotros en esta guerra contra la gente de Gabriel. Comencé a disparar desde la azotea a las cabezas de los zombies. Acerté a tres de ellos pero como yo no era la experta cedí el arma a Marangy y cogí mi machete para bajar a ayudar en persona.

Vive o MuereWhere stories live. Discover now