Sus manos siguen convirtiéndose en pájaros y volando lejos de él. Él siendo tú. Sí. ¿Te amas a ti mismo? No tengo que responder eso. Debería importar. Él tiene un cuerpo, pero no importa; sábanas limpias en la cama, pero no importa. Aquí es donde saca a relucir su tristeza. Pequeña nube negra, pequeña sombrilla negra. Estás olvidando el punto: el rostro en el espejo es un pequeño traidor, el rostro en el espejo es un rehén pálido y desnudo y nadie sabe decir en qué habitación está siendo retenido.
—Richard Siken, Dueto Inacabado.