Capítulo 11

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—Eres la decisión que tomás Sara —digo mirándome en el espejo —, y esta fue la decisión que tomaste

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—Eres la decisión que tomás Sara —digo mirándome en el espejo —, y esta fue la decisión que tomaste.

Término de ponerme el vestido, un vestido que no elegí ponerme, pero de igual manera lo estoy haciendo. Apenas si recordaba que existían los vestidos o lo libres que se sienten en tus piernas.

La cena es  muy importante,  Brad fue que claro cuando dijo que quiere que me ponga un vestido. Literalmente dijo —: Me gustaría verte en vestido —Y luego recalcó —. Está noche. —Si eso no es una orden no sé que lo sea.

Me acerco al espejo y retoco el maquillaje en mi cara de boba, sólo uso la sombra, el labial rojo y eso es todo. Lo demás no me interesa. Entro al baño y me paró frente al espejo de cuerpo entero.

Miro a la chica del vestido rojo que le llega  más abajo de la mitad del muslo y tacones altos y puede ser que la reconozca. Y por supuesto la cara esta hecha una verdadera m.

La sonrisa en mi rostro  es más falsa que las nalgas de Nicki Minaj, tengo ojeras más negras que el chándal y mis labios parecen fríos como el hielo.

Si algo he aprendido en estos últimos días es que tengo que vivir según las circunstancias que se establecen en mi camino, sin importar si una vez soñé o planeé,  lo único seguro en todo esto es que nunca soñé ser la prometida de alguien y menos de un gay.

Los sueños son puro tiempo malgastado, recorro con la mirada todo mi cuerpo no sé me puede pasar por alto absolutamente nada, en mi muslo derecho se deja asomar una pequeña parte de la «cicatriz del destino», como yo le llamo; la destructora de una parte de mi pasado y de una buena parte de mi futuro.

Por muy trágica que es la historia asociada a ese mal recuerdo, no he tenido la suficiente valentía como para contársela a alguien. Así que siempre trato de ocultarla, porque siendo sincera conmigo misma, no tengo ganas de revelarlarle a nadie mis más oscuros recuerdos.

Todos y cada unas de las noches me recrimino una y otra vez por ser tan estúpidamente inocente. Esa fue la peor noche de mi vida y nadie por ningún motivo debe saberlo nunca.

—¿Mayer? —Levantó la vista del espejo y miro a Brad que está parado en el marco de la puerta —Ya nos vamos —dice antes de darse la vuelta e irse.

Maquillaje, listo.

Vestido, listo.

Sara, listo, eso creo.

Recién subirme al Jeep un nudo se forma en mi estómago ¿No me digan qué voy a llorar de nuevo? Palpo mis ojos con cuidado de no dañarme el poco maquillaje que me puse.

Tomo una respiración profunda y lo suelto despacio, escucho mis latidos  como tambores en mis oídos. Mis nervios toman el peor momento para revelarse.

—Tenemos que tratarnos como novios. Se que siempre hemos sido mejores amigos, pero ahora es sumamente necesario que me veas y le hagas ver a ellos que somos algo más que eso. Que nos vamos a casar —dice Brad antes de antes de salir del Jeep e ir a abrir mi puerta.

Respiro profundo mientras proceso su petición. Tal vez no tenga que fingir y solo me deje llevar por la ocasión. Salgo del jeep y me pongo al lado de Brad, enlazo nuestras manos.

—¡Braulio ya llegan! —exclama Sasha, la madre de Brad, muy emocionada.

—Hola mamá —Brad se le acerca y la abraza. La imagen es tan tierna que me da envidia de esa no ser yo.

—¡Sara! —Ella me hala del brazo y me envuelve en los suyos, justo como lo hace Brad —Estas hermosa —susurra en mi oído —. ¡Vamos! Pasen, pasen.

Brad vuelve a tomarme de la mano, pero esta vez corre la mano hasta mi cintura y me pega más a su cuerpo, sus dedos hacen una leve presión sobre el vestido. Braulio, mi padrino, esta sentado en el medio de la sala, en el sillón que es solo para dos personas, se pone de pie desde que nos ve.

—Brad —Ellos se dan la mano y un leve abrazo —Sara, mi pequeña —Me lanzo a sus brazos en un fuerte abrazo y lágrimas se acumulan en mis ojos ¿cómo viviré sin este hombre? Él ha estado en los mejores y peores momentos de mi vida.

Ha sido el mejor padrino del mundo. Le doy un apretón antes de soltarme. No quiero crear un espectáculo.

—Vamos a comer —Sasha nos dirige a un gran comedor. Braulio se sienta en la cabeza, Brad a su derecha y Sasha a su izquierda y yo al otro lado de Brad.

Nos sirven el primer plato, es arroz con vegetales y carne roja con un vino  rosa. Ellos empiezan a hablar de temas triviales, de vez en cuando asiento con la cabeza y sigo con la atención puesta en mi plato. El segundo plato es una sopa de alcachofas, con movimientos mecánicos empiezo a comer mi sopa.

Mi mente esta totalmente en el aire, no puedo concentrarme en nada en específico.

En menos de dos meses tengo una reunión con una importante universidad, si logro hacer que me acepten; tendré que mudarme de continente, vería a mis padres solo en vacaciones, y de seguro perdería comunicación con mis amigos y vería menos que poco a Brad.

El nudo en mi estomago y pecho se hace más apretado de solo pensar en eso, las ganas de llorar me azotan con fuerza. Ojalá tuviera el valor de llorar hasta que mis fuerzas se hayan marchitado y ya solo me quede el valor de hablar de mis infructuosos sentimientos.

—¿Qué opinas Sara? —Sasha me saca de mis pensamientos. Todas las miradas de la mesa están sobre mí.

—No escuche ¿qué decías? —Probablemente tenga las cara más roja que un tomate, pero no es como si yo pudiera hacer otra cosa.

—Te entiendo —Me da una mirada de simpatía—, cuando me iba a casar con Braulio, dure días sin comer. Mi madre decía que él ya no me iba a querer porqué yo parecía la mujer de puro huesos —Las risas se elevan en la mesa, me gustaría estar así si fuera el caso —. Pero la cosa es que nos estamos preguntando sobre su boda y los preparativos.—Todas las alarmas en mi se activan. Miro a Brad en busca de ayuda, él sigue comiendo sin ninguna preocupación.

—La verdad, es que no hemos hablado sobre ello —digo apenada.

—Yo podría serles de ayuda —Ofrece Sasha emocionadisima —, será divertido volver al juego de comprar el vestido de novia perfecto, los zapatos, las flores ¡ah! no olvidemos, que también hay que buscar la iglesia perfecta.

¿La iglesia perfecta?

Que Dios se apiade de mi alma y me teletransporte fuera de aquí.

Que Dios se apiade de mi alma y me teletransporte fuera de aquí

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La prometida del GayWhere stories live. Discover now