cuatro

5.3K 911 207
                                    


Una de las cosas de las que puedo estar orgulloso, es que Alina fue mi primer beso y yo fui el suyo. Que si, no fue la cosa más romántica del mundo y fue por accidente, pero ambos lo tomamos en cuenta.

Estábamos en quinto grado. Yo había salido a dibujar al parque como de costumbre, buscando inspiración en lo verde de los árboles. Alina estaba practicando matemáticas junto a mí.

De un segundo a otro una abeja rebelde comenzó a atosigarnos a ambos y como su servidor es alérgico a estos pequeños bichos, la cosa se puso bastante caótica. Entre manotazos e intentos de patadas karatecas, ambos terminados en el piso con nuestras bocas chocando fuertemente. Después de eso, Alina me dio un pequeño pico en los labios y rodo lejos de mí.

Ambos nos echamos a reír y después de acordar modificar un poco la historia, la primera reacción fue una risa.

Justo como lo es en este momento.

Vaya.

Me lo esperaba, sin embargo. Alina jamás me tomaba en serio cuando decía cosas relacionadas con una relación amorosa entre ambos, porque siempre terminaba diciendo que era una broma para no salir herido. Pero esta vez sería diferente.

Al parecer, después de un rato de casi hacerse en el sillón, se dio cuenta que no había dicho ni una sola palabra, y aunque me estaba muriendo por dentro de nervios, estaba con un semblante serio.

— ¿Estas bromeando, verdad? – lo dice un poco recelosa, temiendo que de verdad no esté haciendo una broma como usualmente.

Niego lentamente y le sonrió con todos los dientes. Ella se calma un poco pero no deja de mantener su distancia.

—Estoy enamorado de ti desde que tengo memoria Aly, ¿16 años no te parece demasiada espera? – No sé de donde estoy sacando el valor para que todas estas locas pero sinceras palabras que salen de mis labios.

Enserio, ¿Qué clase de monstruo confianzudo se apodero de mi?

Ahora mismo estoy esperando que me diga que ella nunca jamás podría quererme de esa manera, que estoy completamente loco y que debemos dejar de ser amigos.

Es lo que usualmente pasa.

Pero ni siquiera se acerca un poquito a lo que pienso lo que ella responde.

— ¿Por qué nunca me lo habías dicho? ¡Tú, tonto! – comienza a darme golpes en el hombro y cojinazos rápidamente hasta que logro atraparla y abrazarla como oso para que no se pueda mover.

Sopla un mechón de su pelo fuera de su cara y toma mis cachetes para moverlos de un lado a otro.

— ¿Cuándo no has estado saliendo con un chico desde que entramos a preescolar? – ella se pone a pensarlo de repente para llegar a la conclusión de que probablemente fueron solo unas horas.

Touche

Me encojo de hombros para abrazarla más cerca y reposar mi barbilla en su cabeza, quedándonos así unos cuantos minutos en completo silencio. No es la primera vez que estamos así de cerca, y aunque esta vez es diferente, no cambia en absoluto como me siento.

Al final, ella se separa para salir caminando lentamente a la puerta. Está bien Oliver, no entres en pánico, aun no comienza a llorar.

—Tu Oliver Bell, tienes una oportunidad, no seas tonto y la arruines, que contigo no será igual que con los demás, así que tienes que prometérmelo. – dice finalmente, muy seria.

—Y tú, Alina García, tienes que prometerme que me dejaras ganar tu corazón.

Con un simple beso en la mejilla, cerramos el trato y desde que la veo desaparecer al cruzar el jardín, no puedo quitar mi sonrisa de mi rostro. 

Cuando la ventana está abiertaWhere stories live. Discover now